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Patxi Uriz: “Los pueblos necesitan ventajas, menos impuestos y un modelo educativo superior al de la ciudad” Patxi Uriz: “Los pueblos necesitan ventajas, menos impuestos y un modelo educativo superior al de la ciudad”
Santi Cordón (dcha.), protagonista del documental de Uriz, con un hijo Yago y Alfonso Pérez ‘Lazarillo’ (izda.), uno de los últimos hortelanos de La Mejana. Patxi Uriz

Patxi Uriz: “Los pueblos necesitan ventajas, menos impuestos y un modelo educativo superior al de la ciudad”

El cineasta navarro presentará este sábado su documental ‘Los últimos de la Mejana’ en el Festival contra la Despoblación de Allepuz
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Cruz Aguilar
El fotógrafo y documentalista Patxi Uriz nació en Puente la Reina (Navarra) y actualmente vive afincado en Barcelona. Desde que ayudaba a su padre en la huerta su curiosidad le ha llevado a indagar sobre las formas de vida sostenibles y sostenidas por la tierra y darles voz. Esa vocación le ha llevado a ganar numerosas distinciones, entre ellas un Goya en 2016 por el documental Hijos de la Tierra, codirigido con Axel O’Mill.

Ha pateado con su cámara buena parte de la España Rural, entre ella la que corresponde a la provincia turolense, que conoce bien. Está por estrenarse Tráeme una palabra, documental que grabó en Oliete, Huesa del Común, Libros, San Agustín, Guadalaviar, El Castellar y Lechago  de la mano de siete escritores que participaron en el proyecto Mi Pueblo Lee a finales de 2021.

Y este fin de semana visitará el Festival Contra la Despoblación de Allepuz, donde se proyectará (sábado, 12 horas) su documental Los últimos de la Mejana, rebeldía y esperanza, sobre la falta de relevo generacional en la huerta navarra.

“El documental comienza en la Huerta de la Mejana, en Tudela, una zona muy rica en la que hace 40 años había 1.500 hortelanos y hoy quedan solo 25, el más joven de 70 años”, explica Uriz. “Y después expande horizontes, porque hemos visitado las huertas de Barcelona, en Mallorca o en Valencia, y nos hemos dado cuenta de que en toda España ocurre lo mismo”.
 
Imagen de la huerta tudelana que recrea el documental ‘Los últimos de la Mejana’. Patxi Uriz


Los últimos de la Mejana parte del ejemplo de Santi Cordón, amigo de Uriz e hijo de uno de los últimos hortelanos de la Mejana de Santa Cruz, una isleta en el Ebro “donde antes había tortas por tener un trozo de tierra, y hoy en día las piscinas y el césped ganan la partida”, según Uriz. Para no “maltratar los alimentos” que cultivaba su padre, Cordón puso en marcha, sin tener experiencia en restauración, el Trinquete, un restaurante que hoy en día se cuenta entre los más prestigiosos para aquellos amantes de los productos del terreno y la cocina de kilómetro cero. La experiencia fue tan positiva que Cordón creó después la Fundación MasCotas Verdes, un huerto escuela donde los niños aprenden que cultivar los alimentos es un acto de responsabilidad y compromiso con el territorio, y visita lugares por toda España con su verducleta. “La labor educativa que ha hecho es enome, y tenía que ser contada a través de este documental”, sostiene Uriz. “Y nos sirve para dar a conocer que en muchos lugares se llevan a cabo proyectos similares, desde huertos urbanos en Barcelona, donde hay jóvenes que se ponen en contacto con mayores propietarios de tierras que ya no pueden trabajar, a los labradores que siguen trabajando con caballos en Valencia, pasando por varios proyectos en Mallorca de permacultores que engloban agricultura y mantenimiento de paisajes”.

Responsabilidad social


Uriz siempre insiste en que le gusta “la gente que come cosas con historia”. Alimentarse es otro acto de responsabilidad, “porque tomar conciencia de dónde sale y qué significa producir lo que te llevas a la boca le da una nueva dimensión. Y no solo porque comes mejor y más sano, sino porque apoyas a mucha gente que se gana la vida así”.

Los ejemplos de iniciativas que repasa el documental muestra que “cuando hay un estamento oficial que pone los medios hay tierras que dejan de estar abandonadas”, sostiene el director. “En Allepuz, y en cualquier otro pueblo, los jóvenes tienen que tener herramientas y facilidades para no verse obligados a emigrar. Acceso a internet por supuesto, menos impuestos, un modelo educativo que sea mejor que el de las ciudades, como ocurren en el caso de Olba, que conozco... El deporte rey en los pueblos es apostar cuánto van a aguantar los forasteros que se afincan, y debemos ir hacia un modelo en el que tengan todas las facilidades para no tener que volver a la ciudad”.
 
Patxi Uriz, en su localidad natal de Puente la Reina. Luis Carmona


Uriz conoció una parte de la provincia de Teruel y sus problemáticas cuando, a lo largo de 2021, rodó un documental -que está todavía por estrenar- sobre Siete Grandes para Siete Pequeños, la experiencia de Mi Pueblo Lee que llevó a siete grandes escritores -Cristina Fallarás, Víctor del Árbol, Javier Sierra, Espido Freire, Lorenzo Silva, Marta Robles y Alejandro Palomas- a siete pequeñas poblaciones -Oliete, Huesa del Común, Libros, Lechago, San Agustín, Guadalaviar y El Castellar, respectivamente-. “En Libros me contó su alcalde que la conexión de fibra digital le pasaba por la puerta del pueblo, pero no tenían conexión porque ningún ayuntamiento pequeño puede pagar los 15.000 euros que le pedía la empresa para engancharse”, explica Uriz. “Pues hace poco me contó que después de una entrevista en DIARIO DE TERUEL (26-1-2022) en la que os conté esa experiencia, se puso pelma con el tema y ya tiene la conexión. Para un pueblo es absolutamente imprescindible tener buenas telecomunicaciones para que se pueda teletrabajar”.

Pese a que tanto productores como consumidores comienzan a valorar más los productos autóctonos cultivados, “ya no tanto con técnicas 100% ecológicas, pero sí al menos con cariño”, da que pensar que el punto de partida de Los últimos de la Mejana sea el abandono de una de las huertas más renombradas y rentables de España. El punto de inflexión lo marcó “la llegada del plástico, que rompió las reglas”. Uriz se refiere a los macroinvernaderos, que entre otras cosas contribuyó a desestacionalizar muchos productos de la huerta.  “Tudela tiene un microclima gracias al Ebro y a la protección del cierzo que le dan sus montes. Los famosos cogollos y el producto temprano que se cultivaba aquí se pagaban al triple, y hacía que los hortelanos ganaran mucho dinero en La Mejana, por eso estaba tan cotizada”. Desde hace años los cultivos en macroinvernaderos “permiten que pueda haber producto temprano en cualquier sitio donde puedas llevar agua. Y los cogollos o cualquier otra cosa que cultives no son iguales, ni mucho menos, pero parece que a mucha gente que va a comprar al hipermercado le da igual, con tal de que en el hiper haya cogollo todo el año”.

En opinión del fotógrafo y cineasta esa competencia industrial ha sido la que ocasionó el abandono de las huertas en Tudela y el resto de España. “La huerta daba dinero pero también era dura, así que al final la gente decidió no complicarse la vida, ir a trabajar a la fábrica y, si acaso, un rato por la tarde al huerto”.

Propuestas y soluciones


Con todo Uriz no es catastrofista y su obra permanentemente destila por dónde pueden andar las soluciones. “Aunque el abandono se mantiene, no hay duda de que ahora la situación está mejor que hace quizá diez años”, afirma Patxi Uriz. “La cesta de la compra ha subido muchísimo por culpa de la crisis energética, pero cada vez más gente tiene esa cultura de valorar lo rural, y valorar el cordero que cría el mismo restaurador que te lo cocina, o que compra sus productos en la huerta de al lado”.

Gracias a un encargo profesional, Uriz ha pasado el último año y medio documentando algunos de los proyectos agroecológicos más innovadores de las doce comarcas de la provincia de Barcelona. “Y en todos me decían que no quieren a personas mayores sino a jóvenes, porque los jóvenes que se incorporan a la agricultura lo hacen de una forma más ecológica, sostenible y responsable”. “Luego van a venderlo a los mercados agroecológicos que cada vez tienen más clientes. En la plaza del Pilar de Zaragoza, sin ir más lejos, había uno un sábado al mes, y actualmente se hace todos los sábados”. Ese discurso que no se limita a deconstruir es característico en Patxi Uriz, y está siempre documentado con un importante trabajo de campo y de investigación. “Parece que la vida en el campo es una cosa anticuada pero no es así, y cantidad de personas jóvenes lo están demostrando”.
 
El escritor Alejandro Palomas durante el rodaje que Uriz realizó en Teruel sobre ‘Siete grandes para siete pequeños’


Aunque Patxi Uriz eligió la fotografía como medio de vida y está afincado en una localidad cercana a Barcelona, procede de una familia de agricultores de Puente la Reina (Navarra), y él mismo pasó su juventud ayudando a su padre en las tareas del campo, “aunque yo prefería estar en el frontón”, bromea. “Mi padre cultivaba el regadío, la alubia y el pimiento que los vascos venían a comprarnos. Supongo que eso hizo mella en mí, y cuando empecé a hacer fotografías siempre estaba interesándome en lo que la gente cocinaba y comía. La gente se extrañaba, pero a través de fotos y de la publicación de libros y documentales al final es como una obsesión para mí. Quiero contarle a la gente lo importante que es llevarse algo a la boca y comérselo”.

Y ese haber nacido en un pueblo, en el que pasa buena parte del tiempo que su actividad profesional le deja libre, hace que tenga claro que “el contacto con la naturaleza es completamente vital para el ser humano. En las ciudades pagas dinero y te llevan a darte un baño de bosque. En los pueblos tenemos la fortuna de que te das un paseo gratis por el monte y te dejas de cosas raras”.

 

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