‘La huella en la memoria’ explora el sustrato material de los recuerdos
Un grupo de investigación ilicitano expone su último trabajo en el Edificio de Bellas Artes de TeruelLa construcción de los recuerdos, la capacidad del arte para transformar los soportes y los registros que guardan esos recuerdos y la exploración de universos diferentes al visual, a través del cual suele expresarse comúnmente la memoria, es el tema central de estudio del Grupo de Investigación Arqueología de los Medios y Práctica Artística de la Facultad de Bellas Artes de Altea (Universidad Miguel Hernández de Elche), y de la exposición que han creado, La huella en la memoria. Medios y formatos en la configuración del recuerdo, que puede verse hasta el próximo lunes en la sala de muestras del Edificio de Bellas Artes de Teruel.
Comisariada por la turolense Irene Covaleda y por la gallega Elia Torrecilla, vinculadas a los grados de Bellas Artes en Teruel y en Altea, se trata del primer proyecto artístico realizado en colaboración entre las dos universidades en la capital mudéjar, después de que una profesora de la Miguel Hernández, Bibiana de la Soledad, realizara una residencia artística en Teruel.
Las piezas que se exponen en Teruel, seleccionadas de entre las que forman la exposición completa, están firmadas por Iván Albalate y David Trujillo (DIVAN), José Vicente Martín, José Luis Lozano, José Antonio Hinojos, José Luis Maravall y Sergio Luna.
La memoria y su sustrato
A través de formatos como la videoinstalación, la fotografía o la pintura, entre otros, los investigadores exploran la transformación cognitiva que implica la transformación de los soportes para nuestra memoria y los recuerdos. Si Wolfgang Ernst postula que los dispositivos determinan no solo nuestras formas de ver y de recordar, sino también nuestros modos de conocimiento, resulta lógico pensar que está operando una profunda transformación en este sentido, en una época en la que los soportes digitales y electrónicos están sustituyendo a los arcáicos, basados en sustratos materiales como el papel, la cinta magnética o el celuloide.
Según una de las comisarias, Elia Torrecilla, la exposición explora “los modos en los que el arte y los registros de memoria pueden interactuar y modificarse mutuamente”, con el objetivo de “abrir nuevas interrogantes”. Desde si existe un archivo físico o mental para la construcción de nuestra memoria, o por el contrario son las imágenes las que configuran nuestros recuerdos; si la recuperación e interpretación de la memoria depende del tipo de archivo, en el primero de los casos, o sobre cuáles son las circunstancias y características para almacenar y convertir el recuerdo y la memoria.
Las piezas expuestas plantea una serie de prácticas artísticas que vinculan esos medios contenedores, algunos antiguos, otros nuevos, con la configuración del pensamiento humano y la construcción de nuestros recuerdos.
Entre las obras que se pueden ver, José Antonio Hinojos combina en Ecforias cromáticas autobiográficas óleo y fotografía trasladando los recuerdos que le sugieren su estancia en diferentes países y ambiente, reflejados a partir de fotografías, a una abstracción pictórica que prescinde de la forma o de cualquier elemento icónico, centrándose exclusivamente en el cromatismo y la luminosidad. De este modo propone una especie de sinestesia compleja que relaciona tonos con el elaborado entramado de sensaciones mentales que evocan los recuerdos.
Por su parte José Luis Maravall propone El vertedero de la memoria, una serie de 90 fotografías en blanco y negro distribuidas por un tablero magnético. Las fotografías, de muy diversa procedencia, están tratadas de forma que los sujetos centrales aparecen borrosos y desfigurados, para obligar al espectador a centrarse en los elementos residuales de cada imagen y del conjunto de ellas. Las imágenes ocultan lo pertinente y muestran lo impertinente para evidenciar la elevada cantidad de información visual que ignoramos, consciente o inconscientemente, al observar una fotografía. En la pieza, las fotos son metáfora de las experiencias personales y del registro de memoria que guardamos sobre ellas.
Además José Luis Lozano expone una de las impresiones digitales que forman parte de su proyecto Thermomilitary, que también establece una relación entre los registros de memoria y los cromatismos, y entre los conceptos contrapuestos de la actividad bélica y del universo del juego infantil, cuya relación inocula en los niños la lógica de combate y enfrentamiento.
El resto de piezas que forman el proyecto expositivo son la vida en ërregebé, de Iván Albalate, Las vidas halladas, de José Vicente martín, Hertzian soundscape La vila Joiosa, de David Trujillo, Recuerdos del futuro, de Sergio Luna, My Identity Disclosed Art Space y Lo aprendí de ti, del colectivo Diván.
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