![La epopeya musical de Adaida y Rodrigo llena de público la Catedral de Santa María](/uploads/diariodeteruel/contenidos/74381_250208-30-y-31-01b.jpg)
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La epopeya musical de Adaida y Rodrigo llena de público la Catedral de Santa María
El drama musical sefardí abre el II Ciclo Internacional de Música y Arte Ciudad de TeruelArteSonado dejó su impronta en el Congreso de Música de Colonia
El Ciclo Internacional de Música Medieval crece y se centra en la tradición sefardí
En Teruel también pueden concebirse historias de amor con final feliz, con una unión inter vivos tan trascendente que va más allá de los propios amados. A finales del siglo XV se sitúa la historia de Adaida y Rodrigo, judía obligada a abandonar Sefarad ella y cristiano él. Son los protagonistas de La estrella de la vida, el drama sefardí creado y estrenado este viernes por ArteSonado, y que abrió con un importante éxito de público en la Catedral el II Ciclo Internacional de Cultura y Arte Medieval Ciudad de Teruel (Cimam), que se desarrollará hasta el domingo.
El espectáculo, como si de un drama musical o de una ópera se tratara, trasladó al público la música, la sensibilidad y también parte de la historia sefardí -los judíos que nacieron y vivieron en la península Ibérica hasta el edicto de expulsión en 1492 y sus descendientes- a través de un prólogo y tres actos musicales salpicados con pequeñas piezas teatrales con texto.
La obra es original de los componentes de la agrupación musical turolense ArteSonado, que ha realizado los arreglos sobre diez piezas musicales populares sefardís, extraídas de diferentes compilaciones, además del Cuncti Simus del Llivre Vermell de Montserrat o del Seignours Sacheiz de Teobaldo I de Navarra, de tradición cristiana. También incorporó un tema original compuesto por Máximo Saz, titulado La estrella de la vida, que sonó como un leitmotiv a lo largo de todo el drama, marcando los momentos álgidos en los que lo sobrenatural o lo trascendente aparece en escena.
La historia de esa composición es bien curiosa, ya que cada nota que compone su estructura melódica fue soñada hace unos tres años por Máximo Saz. “Al despertar tenía en la cabeza el motivo musical con todas sus notas”, explica. “Desarrollé esa melodía con un acompañamiento armónico para ArteSonado, pero nunca llegamos a tocarla”. Claramente inspirado por las músicas de origen sefardí, cuando llegó el momento de escribir La estrella de la vida tuvo claro que debía ser el leitmotiv de la obra, y escribió diferentes arreglos para solista, coro, órgano y danza, que fueron apareciendo gradualmente a lo largo del espectáculo.
Sonó nada más comenzar en el prólogo, una ensoñación en la que se presenta a los personajes protagonistas, dos niños de diferentes confesiones cuya amistad cristalina parece destinada -¿condenada, acaso?- a acrisolarse con los años en forma de amor.
Durante el primer acto Rodrigo y Adaida, que han crecido y se han convertido en dos jóvenes honestos y de corazón puro, se declaran su amor y deciden casarse. En esta parte se desarrollaron algunas escenas cotidianas de la cultura y los ritos propios sefardíes, como El baño de la novia. Sin aspirar a tener un valor documental -a esa parte más histórica se dedicará el Ciman hoy y mañana a través de varias conferencias- sí que sirven para trasladar parte de la idiosincrasia cultural de los sefardís. “Los descendientes de los expulsados viajaron por todo el mundo y en su trayecto incorporaron influencias de muchas tradiciones, pero fueron muy celosos de su cultura y sus tradiciones, por lo que nos ha quedado mucha información y documentación sobre sus ritos y costumbres”, explica Máximo Saz.
El Edicto
Ningún drama lo sería sin conflicto, y anoche llegó, como mandan los cánones, en el segundo acto de la representación. La política -o la religión, que a finales del XV tanto monta, monta tanto- se inmiscuye en los sueños de Rodrigo y Adaida, y los graves emisarios de los Reyes Católicos llegan a Teruel proclamando el Edicto de Expulsión de todos los judíos que viven en la Corona de Aragón y resto de reinos peninsulares. La danza de La estrella de la vida, otrora alegre y optimista, se convierte casi en un réquiem para los enamorados. Sonaron Para qué quiero yo más vivir y Adió querida, basado en la cantiga sefardí de los balcanes Adió querido. Se trata de una canción terriblemente triste y sugerente que muchos investigadores relacionan con el aria de Violetta de la ópera La traviata, compuesta por Verdi en 1853. No se ponen de acuerdo, sin embargo, si Verdi se inspiró en la melodía sefardí para escribir ese aria, o fue al revés, si fue la propia tradición oral judía, que hasta mediado el siglo XX no compiló por escrito de forma sistemática su música, la que tomó elementos de aquella aria y los incorporó a la canción popular.
Sea como fuere, Adaida parte junto a su padre al exilio y se separa de su amado Rodrigo definitivamente. La convulsión de la música representa la convulsión humana de los protagonistas, y la social y política propia de los albores de la unificación de las coronas peninsulares.
En el acto tercero llegó la resolución del drama. Rodrigo queda en Teruel llorando la ausencia de su amada y casi muerto en vida. Sus amigos le animan a emprender la cruzada de su vida, la única cruzada que merece la pena acometer, sin espadas y por amor, y decide partir a Jerusalén en busca de su amada, esperando obtener el perdón divino, y dando por hecho el humano, por haber consentido en separarse de Adaida.
Fue el acto más espectacular y místico de la obra, arrancando con Seignours Sacheiz, arreglo sobre la canción más antigua y con mayores resonancias medievales del espectáculo, aquella con la que el rey Teobaldo I ÂÂde Navarra exhortó a sus súbditos a seguirle en la Cruzada de los Barones a Jerusalén (1239). Aunque derrotado, al menos el bueno de Teobaldo regresó vivo un año después a Pamplona, no como su padre, que había muerto unos días antes de nacer él, durante la Cuarta Cruzada contra los musulmanes.
Con semejantes antecedentes, nada bueno parece preverse. Los sonidos medievales y casi bélicos se suavizan con los arabizantes del Durme durme o El rey Nimrod de la tradición sefardí, que marcan la llegada de Rodrigo a Tierra Santa, al templo de Jerusalén donde se desarrolla la acción de este tercer acto. Pero en su historia no habrá cargas, ni batallas, ni gestas, ni sangre por ningún lado. En una espléndida metáfora de lo que conceptualmente significó el desarrollo de la cultura sefardí, el choque entre diferentes religiones -excluyentes entre sí según el dogma- en este caso no se resuelve por la fuerza sino por el amor. Siente pero no disiente. Rodrigo y Adaida se unen como era su deseo y el sentido común se impone, por una vez, sobre cualquier otra consideración.
Truena el órgano
En ese acto final el órgano de la Catedral de Teruel proporciono toda la solemnidad que merece una gran conclusión, dándole además un tinte cristiano a la música como representación de esa fusión. El baldaquino nupcial no solo representó la unidad física de los dos enamorados, sino también, o quizá sobre todo, la unidad conceptual que representa lo sefardí. Fue algo así como un homenaje a la voluntad de sobrevivir pese a todo, fusionando y haciendo propio lo mejor de cada cultura con la que ha tocado convivir. Exactamente lo opuesto a la ultraortodoxia judía contemporánea. De todas las ultraordoxias, en realidad.
Ese último acto fue, junto con el prólogo, quizá el más abstracto de la pieza, o el que más lecturas subjetivas puede sugerir entre el público, desde el triunfo del amor material que representa en reencuentro entre los amantes, hasta esa otra interpretación más trascendental que apela a la unión armoniosa y constructiva de diferentes formas de entender el mundo. “En el contexto global de la obra hemos tenido muy en cuenta eso”, explica Máximo Saz. Los públicos contemporáneos estamos más acostumbrados a espectáculos más explícitos como el cine, el teatro de texto o la prosa, que a otros más implícitos, como la danza, la música o la poesía. “No hemos querido que todo fuera demasiado evidente y, de hecho, que cada espectador pueda tener una lectura personal del espectáculo... pero al mismo tiempo es necesario que cualquiera pueda seguir la historia que contamos con facilidad”.
Casi medio centenar de artistas
Un total de 45 personas han participado en la concepción y estreno de La estrella de la vida que pudo verse en la Catedral de Teruel. Como anécdota, contaba Máximo Saz que los integrantes del grupo italiano de música antigua Atti Soavi -que actuarán en el Claustro del Obispado, hoy sábado a las 13 horas- presenciaron el último ensayo general del jueves, con músicos, cantantes, actores y niños al completo. “Se maravillaron del despliegue de personal que había y de que nos conociéramos entre todos. Decían que eso sería imposible hacerlo en Milán”.
La música original, los arreglos y los textos están escritos e interpretados por ArteSonado, agrupación turolense formada por Berta Benedicto (voz solista), Máximo Saz (flautas y coros), Sarabel Delgado (fídula, violín y coros), Emiliano Evrard (cítola y guitarra), Paula Marín (guiterna, guitarra y percusiones) y Miguel Ángel Royo (percusiones). En La estrella de la vida colaboran con ellos Juan García Collados (órgano de la Catedral) y José Manuel Alba (gaita).
El drama estuvo protagonizado por Sonia Rillo (Adaida), Luis Arturo Giménez (Rodrigo), Iris Salesa (Adaida niña), Bruno Salesa (Rodrigo niño), Máximo Saz (padre), Isidoro Salesa (emisario de los Reyes Católicos).
En la música coral participaron dos coros. Uno es el Coro de Voces Blancas de Teruel dirigido por Teresa Bullón y formado por Virginia Casino, Claudia Casino, Paloma Yuste, Berta Esteban, Sara Gómez, Celia Suárez, Edana Maicas, Sandra Cruzado, Alba Jiao Li, Laura Alonso, Mar Ruiz, Sara Esteban, Natalia Doñate, Olaya Murias y Natalia Simón. El otro es el coro Amigos de ArteSonado, formado por Virginia Ortega, María Jesús Ramón, Teresa Torres, Laura Soriano, Ariadne Sánchez, Alba Cózar, Pedro Fernández-Bedoya, Antonio Andrés y Arturo Porto.
La figuración corrió a cargo de María Gómez, Lourdes Gracia, Violeta Alarcos, Emerenciana Polo, Minerva Navarro y Laura Sánchez, con Jesús Puerto y Jorge Puerto al frente de la parte técnica.
Jornada central
El estreno de La estrella de la vida de ArteSonado supuso la apertura del Ciclo Internacional de Música y Arte Medieval Ciudad de Teruel, que vivirá hoy sábado su jornada más intensa y que concluirá el domingo.
Este sábado podrán escucharse dos conciertos, inspirados según la temática de la segunda edición del Cimam en la tradición musical sefardí. A las 13 horas, en el Claustro del Obispado podrá escucharse al grupo milanés Atti Saavi. Ofrecerá el concierto Los villancicos del Cancionero de Palacio. La música en la corte de los Reyes Católicos, basado en el repertorio recogido por El cancionero musical de Palacio, un manuscrito original de finales del siglo XV que recopiló algo más de 500 piezas -de las que se conservan 458- de música de cámara y música religiosa que se escuchaba en la corte de los Reyes Católicos en el transcurso del siglo XV al XVI.
El otro concierto será también este sábado, pero a las 19.30 horas y en la Catedral. El dúo formado por la cantante francesa Françoise Atlan y el italiano Peppe Frana, especialistas en laudes y cordófonos antiguos, ofrecerán Entre la Rosa y el Jazmín. En él exploran musicalmente una serie de canciones en lengua ladina -propia de judíos descendientes de sefardís- atribuibles a las comunidades de los grandes centros urbanos del Mediterráneo oriental y los Balcanes.
Estos dos músicos cerrarán el domingo el ciclo con dos charlas sobre el canto y la música de cuerda sefardí. Serán en el Claustro del Obispado a las 10 y las 12 horas.
Las charlas de índole histórico y divulgativo correrán este sábado a cargo de los historiadores especialistas Miguel Ángel Motis y Asunción Blasco, en el Claustro del Obispado a las 10 y 11.30 horas respectivamente.
Motis, uno de los mayores expertos en España sobre cultura sefardí, titula su ponencia Sociología de la comunidad judeoconversa de Teruel en el siglo XV; ÂÂperspectiva judía y emociones femeninas, y se centrará en la realidad cotidiana de la comunidad sefardí, en especial de la mujer.
Asunción Blasco, otra experta que además es coguionista de Libros: El legado de Alantansí, ofrecerá la conferencia Ver, oír, escuchar: ÂÂla aljama de judíos de Teruel y los sonidos de la judería, que explora la vertiente sonora de esa cultura.
Por último, el II Cimam incluye la proyección del documental Libros: El legado de Alantansí (2023), el documental realizado por José Ángel Guimerá sobre la imprenta que instaló en Híjar el judío Eliezer ben Alantansí.
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