Joana Biarnés, la pionera que aportó una visión femenina del cambio social de los 60
El Museo de Teruel expone hasta el 2 de febrero ‘Moda a pie de calle’, de la fotógrafa catalanaDecir que la moda es un reflejo de la sociedad no deja de ser una frase hecha porque la moda, entendida como manifestación artística -y no como el atuendo que lleva el común de los mortales para ir al trabajo- es vanguardia, y como tal es más un avance incierto del futuro que una copia literal del presente. Pero los cambios en la moda sí que son reflejo, bastante fidedigno, de los cambios que operan en las sociedades.
Ahí radica el valor testimonial y documental de Joana Biarnés, moda a pie de calle, una exposición producida por la Fundación Photogràphic Social Visión y comisariada por Josep Casamartina i Parassols, inaugurada este jueves en el Museo Provincial de Teruel y que podrá verse hasta el 2 de febrero de 2025. La muestra está formada por cerca de un centenar de fotografías de moda que realizó durante las décadas de los 60 y 70 Joana Biarnés (Tarrasa, 1935-2018), una referencia histórica en la fotografía española, considerada la primera mujer que se dedicó profesionalmente al fotoperiodismo y a la fotografía de moda en nuestro país.
La muestra también incorpora fragmentos del documental Joana Biarnés, una entre todos (2015) de Òscar Moreno y Jordi Rovira, algunos de los trajes y vestidos más icónicos que fotografió -propiedad de la Fundació Antoni de Montpalau, dueña de una de las colecciones de moda española más destacadas-, incluyendo su propio traje de novia, y varios ejemplares de las revistas de la Colección Marina y Miguel Pintre con varios reportajes fotográficos firmados por Biarnés.
Cambio social
Aunque la catalana viajó frecuentemente a Lonres o París para fotografiar las creaciones de Paco Rabanne, Mary Quant o Courrèges, la mayor parte de su trabajo en la moda tuvo lugar en Madrid y Barcelona. En sus imagenes se anticipa el lento cambio social que está por operar en la España del franquismo aperturista -”los jóvenes que la visiten comprobarán lo modernas que eran sus abuelas”, explicaba este jueves Inma Cortés, presidenta de la Fundación Photogràphic Social Visión, que custodia y divulga el legado Biarnés-.
Las imágenes de Biarnés son hipnóticas. En una que tomó en 1972 durante la segunda edición de la pasarela de moda Adlib de Ibiza, que sigue celebrándose hoy en día, conviven y contrastan poderosamente las jóvenes vistiendo ropas yeyés sin sujetador con las abuelas de riguroso luto y cara de circunstancias; o en otra dos mujeres elegantes y sofisticadas cruzando un paso de cebra por detrás de una monja de hábito y crucifijo, que mira a cámara a punto de salir del cuadro .
También contrastan y redundan en ese discurso expositivo dos imágenes de finales de los 60, colocadas con acierto la una junto a la otra en la misma pared del museo. En una Biarné fotografió en 1968 un desfile de alta costura en la embada de los EEUU, en la que aparece por cierto el turolense Manuel Pertegaz y su sobrina Sionín Caus, además de otras personalidades norteamericanas, incluida la neoyorquina condesa de Romanones Aline Griffith, riendo y celebrando el acto como una fiesta social. A su lado, otra foto refleja a la actriz Lourdes Albert (Sexy Cat, 1973) desfilando en 1967 en el salón de Antonio Nieto, frente a una Carmen Polo con rostro de estar asistiendo a un fusilamiento ordenado por su marido.
Casi nada en el trabajo de un buen fotógrafo es por azar. Josep Casamartina i Parassolos, comisario de la muestra, explicó este jueves que el campo de la moda fue privilegiado a la hora de adelantar ese cambio social en el que se debatía, a duras penas, la España de los 60. Entre otras cosas porque la moda española tenía calidad y era un producto exportable al exterior, un producto que, a diferencia de otras manifestaciones artísticas, difícilmente podía politizarse o cargarse de ideología. O eso pensaban las autoridades.
Lo cierto es que el relieve de un pezón femenino no se censuraba si este se dejaba ver bajo una tela de diseño, o que las minifaldas, los diseños hippies y los tocados con aspecto de escafandra de la NASA -fotografiados por Biarnés en plena carrera espacial, dos años antes de que los estadounidenses tomaran la delantera a los soviéticos con la llegada del primer hombre a la Luna- tenían muy poco que ver con la forma de vestir de los españoles de provincias. Pero en cierto sentido eran una verdadera declaración de intenciones de una sociedad que empezaba a plantearse si no sería oportuno reclamar algún cambio, siempre con el debido respeto y Dios mediante. Y Biarné estaba allí para contarlo.
Inicios en la prensa deportiva
Las imágenes de moda de Joana Biarné son un tesoro pero en realidad son solo la punta del iceberg. La catalana fue la primera fotoperiodista española a quien su padre, un adelantado a su tiempo, introdujo en la profesión y apoyó de forma incondicional. Siendo adolescente comenzó a ayudarle como fotógrafo deportivo, y con 16 años, en 1951, publicó sus primeras imágenes en El Mundo Deportivo.
Durante la presentación de este jueves, Inma Cortés confirmó la anécdota que se cuenta sobre Joana Biarnés: “Un día Joana y su padre estaban fotografiando un partido de fútbol, uno en cada portería, porque solían trabajar juntos a menudo. Ella llevaba un vestido, porque ella nunca quiso renunciar a ser femenina, y eso provocó que una parte de la grada empezará a abuchearla con lo típico; que si estás buscando marido, que si vete a casa a fregar platos... Hasta el punto que el árbitro se vio obligado a detener el partido. Le preguntó que qué estaba haciendo allí, y Joana sacó su acreditación y le contestó que estaba trabajando. El partido continuó y ella siguió haciendo fotos”.
Siguió haciendo fotorreportaje hasta que en 1962 cubrió las catastróficas riadas del Vallés, que asolaron su Tarrassa natal provocando una cifra de muertos nunca aclarada por el régimen, pero que debió superar los 300, muchos expertos sitúan en 600 y algunos elevan por encima de las 1.000. El caso es que esas fotos provocaron un giro en su carrera, el diario Pueblo le empezó a hacer encargos y al tiempo la incluyó en su plantilla. Después trabajó para ABC o la revista Blanco y Negro, dirigió el equipo gráfico de la Angencia Contifoto junto a Natalia Figueroa y también formó parte del núcleo fundador de la agencia Sincro Press.
Cuando empezó a abrirse paso su padre le advirtió que se estaba metiendo un mundo de hombres, que lo pasaría mal y que solo salvaría el pellejo si era capaz de hacer fotos extraordinarias. Ella aceptó el órdago y tiró un muro que entonces era sólido como pocos. Como muchos, en realidad.
Su desembarco en la fotografía de moda se produjo en 1959 cuando Pilar de Avia, directora de La Moda en España, le encargó cubrir crónicas sobre la alta costura en Barcelona, a partir de lo cual comenzó a trabajar con Pedro Rodríguez y Asunción Bastida, dos de las principales referencias en Barcelona y Madrid, respectivamente. Una vez en el diario madrileño Pueblo alternó reportajes de actualidad con los de moda, retratando los diseños de Lino, Vargas y Ochagavía, Marbel Jr., Herrera, Elio Berhanyer, Antonio Nieto, Juanjo Rocafort, o Cirilo Fernández, entre otros. Eso la colocó en el ojo del huracán y fotografió a menudo a personajes muy populares como Lucía Bosé, Karina, Raphael, Julio Iglesias, la familia real española o Massiel, al punto que su opinión fue determinante a la hora de que se eligiera el vestido de André Courrèges con el que la cantante madrileña se convirtió en un icono español de los 60 al ganar Eurovisión en 1968 con el La, la, la.
Carmen Cervera, Jackie Kennedy, Louis Armstrong, Serrat, Marisol, Jul Brynner, Salvador Dalí, Jack Lemmon, Orson Welles, Luis Buñuel y un sinfín de personalidades de la época pasaron por su objetivo, con una sensibilidad que se narra en los fragmentos del documental Joana Biarnés, una entre todos (2015) de Òscar Moreno y Jordi Rovira, que puede verse en una de las salas temporales del Museo de Teruel.
Entre otras muchas cosas, la propia Biarnés cuenta en ese documental cómo consiguió burlar la vigilancia para colarse en la suite de los Beatles en su visita a Madrid en 1965, donde les realizó un histórico reportaje; o cómo adoptó una identidad falsa para conseguir un reportaje en exclusiva con Roman Polanski en Marbella; o cómo acompañó a Raphael en su gira por la URSS en 1971, fotografiándole al otro lado del telón de acero mientras soplaba las velas de su tarta de cumpleaños con el Kremlin moscovita al fondo.
Tras más de tres décadas en las que siguió al pie de la letra el consejo de su padre haciendo fotos extraordinarias, la catalana abandonó abruptamente en 1985 el fotoperiodismo, defraudada por el sensacionalismo que sedimentó en la profesión durante los ochenta, y abrió el restaurante Cana Joana en Ibiza.
Su labor quedó opacada hasta que el fotógrafo Cristóbal Castro recuperó sus fotografías para una exposición conmemorativa de las ríadas del Vallés, y se inició un proceso para recuperar y reivindicar su legado. En 2014 le fue concedida la Cruz de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya y Photographic Social Vision la acogió como representada para difundir su obra. Un año antes, en 2013, Biarnés había acudido como ponente destacada en el Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín dirigido por Gervasio Sánchez y Sandra Balcells. El fotógrafo y cronista de la jornada, Josep García, escribió en DIARIO DE TERUEL el 21 de octubre de 2013: “La veterana fotógrafa Joana Biarnés encandila por su personalidad y humor. Aunque desconocida por el gran público, es leyenda viva del fotoperiodismo”.
Durante cinco años, hasta 2018, Biarnés fue objeto de la atención que merecía por críticos e investigadores, reconquistando el lugar que hoy ocupa como pionera y referente de la fotografía. El 19 de diciembre de 2018 murió en Tarrassa con 83 años, mientras preparaba junto a Josep Casamartina la exposición que, después de haberse visto en espacios como Tinglado 2 de Tarragona, en Tarrassa o en la sala Canal de Isabel II de Madrid, ahora visita el Museo Provincial de Teruel.
Legado
Inma Cortés Pueyo, presidenta de la Fundación Photographic Social Vision que protege y divulga el archivo de Joana Biarnés -entre otros autores-, explicó este jueves durante la inauguración de Moda a pie de calle en Teruel que durante sus últimos años tenía la inquietud por la pérdida de la calidad del trabajo de los fotoperiodistas y la precarización de su trabajo, con malos horarios y peores sueldos. “Unos meses antes de morir, de forma inesperada porque se encontraba muy bien de salud, nos trasladó esa inquietud y nos dijo que le gustaría que su legado pudiera ayudar a los nuevos fotoperiodistas”. Se creó entonces un comité asesor que puso en marcha la Beca para Jóvenes Fotoperiodistas Joana Biarnés. “Este año ya vamos por la sexta edición de una beca que proporciona 8.000 euros para un proyecto nacional, con un tutor que sigue el trabajo del becado durante ochos meses, y que ha dado sus frutos enseis proyectos maravillosos, creados por un perfil de personas que le hubiera encantado a Joana”.
Pertegaz era muy exclusivo
En una de las fotografías que pueden verse en la exposición Moda a pie de calle, aparece el turolense Manuel Pertegaz en un desfile organizado en la Embajada de Estados Unidos en Madrid en 1967. Sin embargo el comisario de la exposición, Josep Casamartina i Parassolos, aclaró que la catalana no llegó a trabajar con el de Olba. “No hay que olvidar que ella venía del fotoperiodismo y entró en la moda solo a partir de Bastida. Pertegaz era muy exclusivo, muy elitista en el buen sentido de la palabra, y para trabajar con él había que tener cierto pedigrí”. “En ese sentido”, aclaró el comisario, “Pertegaz trabajó sobre todo con Antoni Bernad”, otra de las grandes referencias de la fotografía de moda española.
La muestra sobre Joana Biarés es la tercera que comisaría el historiador y crítico de arte Josep Casamartina en el Museo de Teruel. La primera fue Ángeles Santos en 2004, sobre la pintora surrealista nacida en Portbou en 1911. Y la segunda fue La edad de oro de la costura en 2010, sobre los grandes modistas del siglo XX. En ella se expusieron, entre otras piezas, 16 creaciones de Manuel Pertegaz y tres de Margarita Nuez, la modista de Foz-Calanda que vistió durante más de dos décadas a la reina Sofia.
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