Hidenisi Klezmer Experiment, una nueva propuesta turolense que mira a Europa Central
El sexteto de músicos actúa mañana aunque su puesta de largo será dentro de dos semanasLos músicos Carolina Paterson (violín), Emiliano Evrard Chiaro (guitarra), Alejandro Bayo Buj (percusión), Ana Antón Salvador (violonchelo), David Gordo Sánchez (acordeón) y David Urango Acón (clarinete) forman Hidenisi Klezmer Experiment, nuevo proyecto musical turolense cuya presentación oficial tendrá lugar el 21 de junio en el Jardín de San Pedro (21 horas), en el contexto del ciclo musical Noches en el Jardín. Antes de esa puesta de largo tocarán mañana 8 de junio (12 horas), en un concierto más íntimo en la cafetería del Centro Sociocultural de San Julián. En ambas ocasiones la entrada para el público será libre hasta completar aforo.
Hidenisi es un acrónimo de hijos de ningún sitio, y alude a la filosofía de la música nómada ligada a la tradición gitana o hebrea, que es por donde van los tiros de est particular repertorio. Su propuesta tiene que ver con sonidos folk que nos llevan al centro y el este de Europa, de la música balcánica al klezmer, que vivió su desarrollo fundamental en el periodo entreguerras.
Este proyecto musical surgió en el seno de la Camerata de Santa Cecilia, asociación a la que de un modo u otro están ligados los componentes del sexteto. “En un concierto que hicimos uno de los temas era de este estilo, de un compositor contemporáneo de klezmer, al que es muy aficionado David Urango”, explica Carolina Paterson, la violinista, conocida además por formar Lugh junto a Emiliano Evrard. “A mí este estilo siempre me había llamado la atención, así que hablé con Ana Antón y entre los tres empezamos a preparar algunos temas de este repertorio”.
Con tres instrumentos fundamentalmente melódicos -los que tocan líneas musicales- surgió la necesidad de buscar un complemento armónico -los que hacen acordes- que liberase al chelo de Antón de esa labor de acompañamiento, y se incorporó Emiliano Evrard a la guitarra.
Quizá las seis cuerdas suponen lo más innovador con respecto a la instrumentación tradicional y clásica del klezmer, aunque en opinión de Carolina Paterson, la guitarra acústica o clásica se integra a la perfección por su timbre y su capacidad de crear bases armónicas. “Además estamos en un momento en el que no apetece ser superpurista y se puede mezclar todo... quizá un guitarra eléctrica encajaría peor, pero un bajo eléctrico o una guitarra acústica se integran estupendamente bien”.
A partir de ahí se unió a la banda Alejandro Bayo con las percusiones, que son como el pan en el almuerzo en cualquier banda sea cual sea su estilo, y comenzaron a grabar los primeros temas para moverse por festivales y circuitos. Y hace apenas dos meses llegó la última incorporación, un acordeonista vasco, David Gordo, que actualmente trabaja como profesor en el Conservatorio de Música de Teruel, completando el sexteto con otro de los timbres clásicos de la formación klezmer tradicional.
Urango, turolense que trabaja actualmente como profesor de clarinete en el Conservatorio Jose Peris Lacasa de Alcañiz, es quien más tiempo lleva metido en el género, y de quien parte el primer repertorio de Hidenisi. Por el momento el setlist de la banda se nutre de piezas tradicionales de este estilo, que sin embargo se prestan con relativa facilidad a reinventarse a través de la improvisación. Algunas de las melodías que introducen cada tema son propias, y con el tiempo probablemente se convertirán el temas compuestos por la banda.
Hablando de las principales influencias en las que Hidenisi quiere reconocerse, Urango explica que el concepto parte de “una perspectiva nómada que viene dada de la cultura de la etnia gitana, tomando también elementos de las celebraciones de la cultura judía”. “Como referencias musicales tenemos a compositores muy trascendentales en estos géneros”, continúa el turolense, “como Giora Feidman, Gregovich, Fanfare Ciocarlia... y en el contexto nacional, agrupaciones como la Barcelona Gipsy balKan Orchestra, o Balkan Paradise Orchestra -una excelente fanfarria femenina que actuó en Allepuz y Mezquita de Jarque hace algunos años-, entre otras”.
Hidenisi Klezmer Experiment quiere ir además más allá de la interpretación musical. “La intención es crear una historia a través de una puesta en escena para que el espectáculo vaya más allá”, explica Carolina Paterson. “Representar a unos personajes y una historia alrededor de la cual gire el concierto”.
Aunque hoy en día la fusión es tal que es hasta complicado no haber escuchado nunca algún sonido en particular, es cierto que el klezmer o la balkan music no son dos de los géneros que encabezan los rankings de las plataformas musicales. “Precisamente por eso hay que tocarlo”, afirma Carolina Paterson. “Lo que escuchamos a menudo entra fácil desde el principio, pero si nos quedamos ahí nos empobrecemos. Existen demasiados estilos musicales para estar siempre en lo mismo”.
El klezmer comparte con el blues algunas cosas, al ser un sonido tradicional asociado con un pueblo concreto, con fuertes vínculos identitarios, y que lo mismo sirve para expresar la tristeza de ver su existencia amenazada como para celebrar por todo lo alto cualquier pequeña alegría. En su caso este elemento identitario tiene que ver con la cultura judía. ¿Supone cierto riesgo interpretar este tipo de repertorio, en un momento en el que el estado Israelí estás más cuestionado que nunca tras la invasión de la Franja de ÂÂÂGaza? Carolina Paterson lo tiene claro: “En absoluto. Si todo lo llevamos al plano político, hasta la música, adiós humanidad. Lo único que nos salva es que, afortunadamente, la política solo es una faceta de nuestra vida, aunque haya quien pretenda hacernos creer lo contrario. Yo puedo empatizar perfectamente con un judío que está en Israel y ni le va ni le viene lo que está sucediendo allí. La música tiene que ir mucho más allá de eso”. La violinista afirma que “no tocar a Rachmaninov porque Rusia haya invadido a Ucrania es una soberbia tontería, es colocarse de espaldas al arte. Yo no sé lo que pasaba por la cabeza de Rachmaninov cuando componía, pero estoy segura de que no tenía nada que ver con la política”.
Música emocional, escalas exóticas y cadencias irregulares y sinuosas
La música klezmer es un género asociado a las comunidades judías asquenazíes -aquellas que se asentaron en Europa Central y Oriental, procedentes de lo que en el medievo era la actual Alemania-. Surgió en el siglo XIX y se caracteriza por apelar a un gran rango de emociones, desde la melancolía o la añoranza hasta la alegría más desenfrenada. Tradicionalmente se interpretaba en fiestas y celebraciones religiosas. Se desarrolló en el periodo de entreguerras pero tras la Segunda Guerra Mundial estuvo a punto de desaparecer. Más tarde músicos que buscaban preservar esta tradición sonora revitalizaron el género, especialmente a través de su fusión con el jazz e incluso la música clásica.
Dos de los elementos que caracterizan al klezmer es el uso de escalas exóticas, como la escala Freygish, también conocida como Ahava Raba, o la doble armónica mayor (entre otras), también conocida como la arábiga-bizantina, que le proporciona una sonoridad muy característica e identificable, presente también en otros géneros muy diferentes, como el rock surf -un buen ejemplo es Misirlou, de Dick Dale y popularizada por la película Pulp Fiction.
El otro elemento característico es la rítmica, ya que en muchas ocasiones utiliza compases de amalgama o cadencias irregulares que pueden ir incluso variando a medida que la canción se desarrolla, y que en cualquier caso suelen salirse del 4/4 con el acento en el primer y tercer tiempo al que estamos mas acostumbrados en la tradición mediterránea. Esas particularidades rítmicas proporcionan la sensación de que la música se va atropellando, casi a punto de caer, pero consigue mantenerse en pie.
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