El tamaño, SÍ importa
El reino de lo (casi) invisible sale a la luz en la exposición ‘Nanocosmos’ de Michael BensonLos pequeños ojos compuestos de los insectos, el diminuto aguijón de un mosquito visto como si fuera una enorme espada medieval, un chinche disfrutando de un paseo por su jardín, o diatomeas y radiolarios, organismos unicelulares cuyas formas, similares a joyas o a naves espaciales imaginadas por el ser humano, fascinan casi tanto como el hecho de que esos seres, tan ínfimos que hasta hace pocos años éramos incapaces de verlos, sean los creadores de nuestra química y los responsables de que la evolución de todos los seres vivos, incluidos nosotros, haya sido como ha sido y no de otro modo.
Fundación la Caixa en colaboración con el Ayuntamiento de Teruel inauguró ayer la exposición Nanocosmos. La realidad oculta al ojo humano, que podrá visitarse en la Glorieta hasta el 13 de diciembre. Comisariada por el biólogo y divulgador Rubén Duro, la exposición muestra en paneles al aire libre 36 imágenes obtenidas por el cineasta y artista Michael Benson, obtenidas con la ayuda de los microscopios electrónicos de barrido del Museo de Ciencias Naturales de Canadá.
Hasta el 13 de diciembre se realizarán visitas guiadas los sábados a las 18 horas y los domingos a las 12 horas. Además colegios y otros colectivos pueden reservar una visita guiada específica, de lunes a viernes de 10 a 13 horas y de 16 a 18 horas reservando un cita previa y gratuita en el 900 801 137. En el momento de la inauguración de la muestra, en la mañana de ayer, ya eran trece los centros que han solicitado visita.
La exposición, absolutamente recomendable, destaca por su valor tecnológico -conocer cómo funciona la microscopía de barrido es de por sí apasionante-, biológico -la cantidad de información sobre las formas más pequeñas de vida que existen- y estética, ya que el resultado de trabajo de Benson es, al final, unas láminas en blanco y negro de gran belleza, dignas del mejor diseñador que haya existido jamás-.
Tecnología
En el primer ámbito, el tecnológico, hay que entender que no son fotografías, porque la fotografía trabaja con luz visible por el ser humano, y su longitud de onda es mayor incluso que el tamaño de alguno de los objetos que están representados, por lo que jamás podríamos verlos o representars por estos medios, incluso en el hipotético caso de que fuéramos capaces de fabricar lentes de microscopio óptimo capaces de aumentar tanto una muestra,. Por decirlo de otro modo, la luz que puede ver nuestro ojos y los sensores fotográficos convencionales no es capaz de transportar la información de objetos por debajo de 400 nanómetros, aproximadamente. O dicho de otro modo, no podemos dibujar objetos con un lápiz cuya mina es más gruesa que el propio objeto dibujado.
Esa es la razón por la cual estas imágenes no están en color sino en blanco y negro, por el hecho de que el microscopio electrónico no captura la luz en el espectro visible, la que nos proporciona información sobre el color a los seres humanos.
Lo que hace la microscopía electrónica de barrido es, a grandes rasgos, lanzar contra la muestra un chorro de electrones, y captarlos una vez que rebotan con electroimanes -que sustituyen a las lentes de la fotografía-. La muestra debe ser tratada antes con metal sublimado (evaporado) para crear una capa metálica finísima que envuelve la muestra, la hace electroconductora y de paso la protege de la energía de los electrones, que de otro modo quemarían la muestra casi de inmediato. De este modo lo que se capta no es exactamente la muestra, sino un pequeño molde metálico que lo envuelve producto de la sublimación, pero dado el tamaño de un electrón, que viene siendo cien mil veces más pequeño que un átomo de Hidrógeno, el más sencillo que existe, no solo permite fotografíar objetos realmente pequeños -desde unos pocos nanómetros a varios milímetros-, sino que la resolución a la que es capaz de captar los detalles es abrumadora. Mil nanómetros son una micra, y mil micras son un milímetro.
Biología
El ámbito de la biología también es uno de los puntos fuertes de la exposición. Ser capaz de ver la forma y estructura que tienen las diatomeas, por ejemplo, es un sueño al que los biólogos no han podido acceder hasta hace muy pocos años. Una diatomea -en la exposición hay representadas varias-, es un organismo unicelular que vive en el mar, un tipo de alga. Forman parte del grupo de organismos vivos más antiguos de la Tierra que siguen viviendo, y de hecho son los responsables de que el resto de la vida en el planeta sea como es. En sus orígenes la atmósfera terrestre era pobre en oxígeno, apenas un 1%, y rica en otros gases. La proliferación de este tipo de organismos, que se alimentaban de esos otros gases y producían oxígeno como producto de desecho, hizo que a lo largo de los millones de años la atmósfera llegara a tener uno 20% de oxígeno, lo que hizo que el resto de formas de vida evolucionaran hacia un modelo en el que usaban ese oxígeno para vivir. Podría decirse que el oxígeno presente en la Tierra es producto de la contaminación de las diatomeas y otros organismos autótrofos-fotosintéticos como las plantas, y nosotros nos alimentamos de esa contaminación. Eso significa que en la Tierra no hay vida porque hay oxígeno -como comúnmente se cree-, sino que hay oxígeno porque hay vida.
Hoy en día las diatomeas siguen absorbiendo cada año cerca de 20.000 toneladas de dióxido de carbono, y producen entre el 20% y el 40% del óxigeno que anualmente se produce en la atmósfera. El resto lo producen otras algas, plantas y cianobacterias.
Otro de los organismos que forma parte del zooplancton de lo mares, que forman la base de la cadena alimentaria de miles de especies y que puede verse en la exposición son los radiolarios, cuyo exoesqueleto -lo que se ve en las imágenes- compuesto de sílice permite explicar, por ejemplo, su forma de alimentarse -sacando una especie de prolongaciones por los agujeros exagonales que tiene para capturar bacterias u organismos de pequeño tamaño- o como se mueve, flotando a mayor o menor profundidad en función de dónde se encuentra su alimento gracias a una especie de pinchos, que además le sirven de protección frente a pequeños depredadores.
Para el comisario Rubén Duro es especialmente importante pensar en la importancia que tienen estos pequeños microrganismos, no solo porque son indispensables para la vida por la producción de oxígeno y como base de la cadena alimentaria, sino por una cuestión también cuantitativa:â“Si pudieramos reunir todos estos organismos tan pequeños y pesarlos en una báscula, descubriríamos que pesan mucho más que todo el resto de formas de vida juntas, que todas las ballenas, leones, osos y humanos del mundo”, explica Duro, que sostiene que “mucha gente que participa en campañas para salvar a osos, linces o tigres blancos no participaría en una campaña para salvar a estos pequeños organismos... y sin embargo la vida, la de los humanos y la de todas las especies, depende de ellos por completo”.
Saliendo de lo infinitamente pequeño y llegando a lo pequeño, sin más, la relación de los insectos con las plantas también atrae la atención y el foco de Benson y se refleja en la muestra. En la exposición puede verse con detalle un insecto tan pequeño como es el pulgón, que mide entre 1 y 3 milímetros, y del cual llegamos a ver incluso el estilete, que utiliza para perforar las plantas y extraer nutrientes.
Asimismo, se pueden observar los palpos, apéndices vellosos de las mariposas, que les ayudan a saborear la comida para determinar si es comestible, o los ojos y las antenas de una abeja, así como las alas de una libélula, que le permiten alcanzar velocidades entre 35 y 54 km/h. También se observa con detalle el tubo con el que el mosquito hembra nos pica para extraer la sangre que le sirve de alimento.
Estética
Más allá de la tecnología y de la biología, las imágenes de Michael Benson merecen una detenida visita aunque solo sea por su valor estético. Rubén Duro, comisario de la muestra, opina que una de las cosas que fascinan de la belleza de organismos nanométricos es su sorprendente geometría, hasta el punto de que no parecen seres naturales, que acostumbramos a relacionar con formas irregulares y orgánicas, sino objetos fabricados y diseñados por el ser humano, con líneas rectas, polígonos regulares y esferas perfectas. Son hexágonos las estructuras de sílice que fabrican las diatomeas en sus esqueletos para protegerse, y también los ojos compuestos de los insectos -a una escala muchísimo mayor- porque son las formas matemáticamente perfectas para aprovechar todo el espacio -eso se puede comprobar muy gráficamente metiendo muchos globos pequeños inflados en una urna de cristal y presionando por el lado abierto-. Nosotros tratamos de imitar esa perfección matemática, burdamente, cosiendo balones de fútbol compuestos por hexágonos de cuero o dividiendo en casillas hexagonales los mapas de los juegos de tablero.
En la inauguración de la muestra estuvieron ayer presentes la alcaldesa de Teruel, Emma Buj, la delegada territorial de Aragón y La Rioja de Fundación La Caixa, Alejandra Usón, la directora de Área de Negocio en el Bajo Aragón de CaixaBank, Patricia Peña, y el comisario de la muestra, el biólogo y divulgador Rubén Duro.
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