El número 0 de Turia o los diarios de Maícas entran en la exclusiva Caja de las Letras
La revista cultural turolense hizo entrega ayer de su legado en el homenaje del Instituto Cervantes“El legado que hoy ha depositado aquí es simbólico y merecido. Pero el importante, el que cuenta, el auténtico legado que la revista Turia ha dado para la historia es el que lleva publicando desde hace cuarenta años”. Así resumió la jornada de este lunes Luis Landero, uno de los autores que participaron en el homenaje que el Instituto Cervantes le dedicó a la revista literaria Turia en Madrid. Los directores de ambas instituciones -porque así definieron este lunes a Turia-, Luis García Montero y Raúl Carlos Maícas, firmaron en la Caja de las Letras el protocolo de entrega del legado que el turolense depositó en nombre de la revista Turia para la posteridad.
Fue una jornada histórica por lo que significa, y es que nunca hasta ahora un autor o iniciativa surgida en la provincia de Teruel había sido invitado por el Instituto Cervantes a formar parte de ese catálogo simbólico de textos, obras o pequeños fetiches. No hay ninguna referencia literaria o cultural de importancia capital en las letras hispanoamericanas que se caiga de ese listado. Y desde este lunes Turia, Teruel y Raúl Carlos Maícas se codean con todos ellos.
Una delegación turolense encabezada por el director de Turia y en la que también estaban Joaquín Juste, presidente de la Diputación Provincial de Teruel, Beatriz Martín, vicepresidenta primera y diputada delegada del Instituto de Estudios Turolenses (IET) e Inmaculada Plaza, directora del IET, se desplazaron a Madrid donde se celebró el acto oficial por la mañana. En el acto de entrega del legado estuvieron también Manuel Blasco, consejero de Medio Ambiente y Turismo del Gobierno de Aragón, Ana Oliván, directora general de Gestión Forestal, Alberto Herrero, diputado en el Congreso por la provincia de Teruel y Raquel Clemente, senadora por Teruel; además de Luis García Montero y Emilio Cassinello, escritor, diplomático y vicepresidente de la Fundación Euroamérica.
El acto de entrega del legado, que tuvo lugar durante la mañana de este lunes en los sótanos del Instituto Cervantes, donde está situada la antigua cámara acorazada del Banco Santander Central Hispano reconvertida en 2007 en la Caja de las Letras, fue abierto por Luis García Montero, quien destacó que en un país donde “muchas revistas literarias no pasaron del fatídico número 1, alcanza casi la categoría de milagro que Turia haya pervivido durante 40 años”.
El poeta y catedrático de Literatura Española granadino dio la bienvenida al legado de Turia, y admitió no tener duda de que “un día será vista como una forma muy cabal de contemplar la historia de la literatura universal a caballo entre el siglo XX y el XXI”. La razón de que Turia entre en la Caja de las Letras se debe a que “la verdadera riqueza de un país es su cultura, y la cultura de un país es su verdadera riqueza. Tener un buen futuro significa saber elegir bien nuestras herencias del pasado, y en este sentido eso es lo que justifica y da sentido recibir aquí el legado de Turia”.
García Montero cerró su intervención recordando que “un idioma es mucho más que un diccionario que regula el uso de las palabras. Es además una visión del mundo, de la memoria que se proyecta al futuro para recordarnos quiénes somos y sobre todo quiénes queremos ser. Y eso hace Turia, partiendo desde Teruel y mirando al resto del mundo”.
En su intervención, Raúl Carlos Maícas se mostró agradecido por “el regalo y el lujo” que el homenaje del Instituto Cervantes supone para Turia. El turolense dio cuenta del contenido del legado, que hasta este lunes permanecía en secreto, y aseguró no haber imaginado jamás “que un día entraríamos a formar parte de un espacio de celebración de la memoria frente al olvido como este”.
Maícas se mostró “orgulloso de haber hecho lo que debía, sin importarme las etiquetas”, y afirmó estar “más que harto” de las “fronteras que separan y diferencian”. “Por eso decidí en 1983, como pecado de juventud y a contracorriente de lo que hacían otros universitarios, quedarme en Teruel y contribuir a regenerar mi entorno y tratar de ponerlo en el mapa de la cultura”.
Ofreció un buen consejo a los presentes y a quienes siguieron el acto en directo a través de streaming: “Hay que cultivar siempre aquello en lo que creemos, y hay que hacerlo con pasión y constancia”, y recalcó el sencillo objetivo que Turia ha mantenido desde hace cuarenta años: “Ofrecer buenas lecturas a buenos lectores”.
Tras la firma del protocolo, Maícas introdujo los diferentes elementos del legado en el interior de la caja 932 que se cerró con llave. Una quedó en poder del turolense y otra del Instituto Cervantes, que volverá a abrirlo el 4 de noviembre de 2033, día en que se cumplan 50 años de la creación de Turia.
Mesa redonda
Para finalizar el homenaje del Instituto Cervantes a Turia, la sede en Madrid de esta institución encargada de promocionar el idioma español en todo el mundo organizó una mesa redonda en la que participaron cuatro grandes nombres propios de la cultura y colaboradores en Turia: el filósofo Javier Gomá, los escritores Mercedes Monmany y Luis Landero y la filóloga Isabel Hernández. El encargado de conducir el debate fue el periodista Fernando del Val, otro de los colaboradores habituales de la revista turolense.
Gomá abrió el debate asegurando que “muchas de las secciones de la revista Turia rivalizan con las mejores que se publican en toda España. El resto, sencillamente, son mejores”.
Gomá es uno de los autores que ha contribuido a que Turia no solo se dedique a la cultura, sino que también la filosofía y el pensamiento este en su punto de mira. A este respecto Del Val preguntó por el camino para conjugar pensamiento y literatura sin que “la densidad del primero ahoguen el estilo de la segunda”. Gomá afirmó algo que siempre ha defendido: “La filosofía es, o debe ser, literatura”. Según el director de la Fundación Juan March y Premio Nacional de Ensayo, “Ambas están justificadas por la belleza y la emoción que provocan porque son indemostrables empíricamente. Y por tanto la filosofía haría bien en usar los recursos de la literatura para perfeccionar la comunicación y llegar más a los públicos”.
Uno de los contenidos más celebrados de Turia son los monográficos que, bajo el título de Cartapacios, dedican en torno a 150 páginas escritas por expertos a analizar autores o movimientos literarios. Isabel Hernández, filóloga y experta en literatura alemana, que ha coordinado varios de esos dossieres, sobre Friedrich Dürrenmatt, Robert Walser o Max Frisch, y más recientemente sobre Kafka, explicó que si bien hay autores “tan sobreanalizados que ya les han sacado punta a todos los aspectos literarios e incluso extraliterarios, los que son grandes de verdad siempre tienen cosas nuevas que decir”. En ese sentido subrayó que los especiales que publicar Turia se fijan siempre en “indagar en aspectos que todavía no han sido dichos, otras perspectivas, con el objetivo de acercarnos a los lectores con visiones distintas y cercanas a ellos”.
También se habló en la mesa de este lunes sobre el concepto de referente, porque a lo largo de la jornada de este lunes salió varias veces a colación, a propósito de Turia. Pero el novelista extremeño, autor de Juegos de la edad tardía, quiso rellenar el término de significado para no caer en el tópico: “En los años 80 y 90 había muchos referentes. Filósofos, articulistas, periodistas que entonces disfrutaban de prestigio, o profesores, que lo eran porque eran depositarios del saber, y el saber entonces se respetaba bastante”. “Eran referentes, y los medios de comunicación les llamaba para preguntarles su opinión sobre todo tipo de temas, y la sociedad les daba un prestigio que ya no tienen, que se les ha negado a partir de los primeros años del siglo XXI”. “Por eso hablar de referentes es hablar de una palabra vigorosa. Aparecerán otros en el futuro, es posible... pero Turia es uno de los poquísimos referentes que siguen siéndolo, que han sobrevivido desde esa época”.
Además el periodista Fernando del Val llamó la atención sobre la gran extensión que tienen los ejemplares cuatrimestrales de la revista Turia, y la comparó con los libros de Mercedes Monmany. “Es que su extensión es otro motivo de felicitación”, respondió la catalana. “En estos tiempos los productos culturales se acortan, incluso visitas grandes exposiciones que no tienen catálogo para recortar costes. Por eso Turia es una joya que puedes revisar y revisitar”.
Según la escritora, “en internet pinchas y te salen miles de cosas... ¿pero qué se conservará de todo eso? La nube es frágil, es necesario el papel que conserve la memoria, y que además haga la selección de los contenidos, que entre los miles y miles de textos limpie y escoja cuáles hay que conservar para la historia. Y esa labor la realiza estupendamente Turia”. Monmany también recordó que el apoyo de las instituciones a iniciativas como la revista turolense son insoslayables. “No se trata de pedir la subvención por la subvención. Se trata de que mantener Turia entre nosotros es una necesidad, como cualquier otro bien de interés público”.
Seis libros, una cerámica y los marcapáginas del 40 aniversario
El legado de la revista Turia depositado este lunes por su director, Raúl Carlos Maícas, ocupa el cajetín número 932, muy cerquita de la de la Revista de Occidente, que ocupa la 915, y junto al del filólogo castellonense Miguel Alvar (1923-2001), miembro de la RAE, cuya familia legó,entre otras cosas, el libro Aragón, literatura y ser histórico, con el que ganó el Premio Nacional de Ensayo.
El legado depositado está formado un ejemplar del número 0 de Turia, con algo menos de 100 páginas, publicado en 1983; así como un volumen del 145-146. “Ese ejemplar estuvo dedicado a Luis Buñuel, a quien me gusta definir como nuestro santo patrón laico”, recordó Maícas. “Buñuel ha protagonizado varios monográficos de la revista, y además las ilustraciones de este número las realizó el artista turolense Gonzalo Tena, creador además de la cabecera de la revista desde sus inicios, y que es símbolo feliz de nuestra vocación por buscar la belleza y la originalidad”. También se introdujo en el cajetín una pequeña escultura de cerámica de Pablo Serrano, el escultor de Crivillén, “que fue una persona fundamental para que la revista pudiera iniciar su camino y que ese joven que era yo pudiera obtener los apoyos suficientes para lograrlo”.
En el legado también hay un guiño a la escritora zaragoza Ana María Navales, quien inició el proyecto junto a Maícas hasta su fallecimiento en marzo de 2009. Maícas eligió un ejemplar de uno de sus libros, Cuentos de Bloomsbury, “su mejor obra en mi opinión, y cuyo ejemplar me regaló dedicado en el veinte aniversario de Turia”. También guardó como legado una copia de los diarios publicados hasta ahora por Maícas; Días sin huella (1998), La marea del tiempo (2007) y La nieve sobre el agua (2019). “Escribir diarios es mi manera de sobrevivir a la deriva del mundo, y también mi cordón umbilical con los sumarios de Turia, ya que se han ido publicando a través de la sección La Isla”.
Por último Maícas no quiso olvidarse del aspecto gráfico de Turia, en el que han colaborado artistas como los pintores Ramón Gaya o Antonio Saura, fotógrafos como Chema Madoz o Rodney Smith o el cineasta Carlos Saura. Quiso incluir en el legado entregado este lunes una colección de marcapáginas que diseño el artista Isidro Ferrer, Premio Nacional de Diseño, Premio Nacional de Ilustración Juvenil, y frecuente colaborador de la revista turolense.
El legado de la Caja de las Letras se desposita siempre con una fecha de reapertura para su cajetín. En este caso Maícas eligió una muy simbólica, el 4 de noviembre de 2033, fecha en la que Turia cumplirá medio siglo de existencia.
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