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El jazz de las próximas décadas recala en la iglesia de San Pedro de Teruel El jazz de las próximas décadas recala en la iglesia de San Pedro de Teruel
La cantante y trompetista Andrea Motis actuará en Teruel mañana viernes. Carlos Pericas

El jazz de las próximas décadas recala en la iglesia de San Pedro de Teruel

La cantante y trompetista Andrea Motis actúa mañana junto a Joan Chamorro y Josep Traver
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Después de tres conciertos en Ravenna y Milan, y antes de poner rumbo a Poznan (Polonia), la Sala Apolo de Barcelona y afrontar un mes de mayo con actuaciones en Decazeville (Francia), en el Auditorio Nacional de Madrid y en Wittlich y Bonn (Alemania), la catalana Andrea Motis pasará por la iglesia de San Pedro de Teruel, en un concierto organizado por la Fundación Amantes que tendrá lugar este viernes a partir de las 19 horas.

Con solo 26 años esta trompetista y cantante acumula cerca de dos décadas de experiencia sobre los escenarios, y es ya una de las referencias del jazz español. A San Pedro llega con un trio formado además por Joan Chamorro (contrabajo y saxo) y Josep Traver a la guitarra, el mismo día que sale su nuevo trabajo discográfico: Loopholes, una joya con la que rompe moldes y huye de su zona de confort fundiendo jazz con hiphop o cumbia.

El trío prescinde de Ignasi Terraza (piano) y Esteve Pi (batería), formato de quinteto más habitual para la catalana, si bien ella misma reconoce que en ciertos escenarios más reducidos, como San Pedro, “el formato de trío cuaja muy bien y permite tener experiencias musicales muy íntimas e interesantes”.

En Teruel podrá escucharse parte de su extenso repertorio de jazz incluido en los seis discos que ha grabado junto a Chamorro, o en sus últimos trabajos mucho más personales: Emotional Dance (2017), Do outro lado do azul (2019), con evidentes aires brasileños o Colours & Shadows (2021). También promete un avance de su nuevo Loopholes, que saldrá al mercado precisamente el viernes. Loopholes es un término inglés que significa lagunas y también resquicio legal o escapatoria. Y lo es con todas las de la ley, ya que Andrea Motis transita en él por territorios propios del funk e incluso del hiphop. Grabado junto a Steph Kondert (bajo), Christoph Mallinger (violín, guitarra y voces), Gregory Hutchinson (batería) y Big Yuki (piano), además de su voz y trompeta, ella misma define el disco como “una cuerda lanzada muy lejos”. “Yo he bebido mucho de esa música, junto al jazz de los años 50, y siempre he pensado que sería muy interesante fundir esos estilos y encontrar un groove diferente”, asegúra la música. “He contado con gente muy buena que se han tomado el proyecto como propio y se han involucrado al 100%, así que estoy muy satisfecha con el resultado”.

Esa propuesta ha generado mucho interés en festivales por toda Europa, y aunque resulta muy “ilusionante” para Motis, todavía no tiene claro si tendrá continuidad: “Creo que este año llevaré en paralelo Loopholes con el quinteto, porque también me apetece seguir tocando jazz puro y dándole vida a ese formato”.

Andrea Motis sorprende por la naturalidad con la que interpreta el jazz, que para ella no tiene nada de elitista. Con siete años empezó a estudiar música “en la escuela de mi barrio” en Sant Andreu (Barcelona). “Tuve la suerte de que Joan Chamorro -uno de los grandes músicos y profesores de jazz de España- daba clase allí, y me contagió la pasión que siente por este género”. Desde entonces sus destinos han ido unidos y ambos se han engrandecido mutuamente. Con diez años Andrea Motis entró en la Sant Andreu Jazz Band, un proyecto educativo dirigido por Chamorro con el que estuvo nueve años, grabando ocho discos con nombres de primerísima fila como Wycliffe Gordon, Jesse Davis, Robby Gordon o Dick Oatts. “A partir de ahí seguí formándome con profesores de trompeta y después hice el Profesional de Clásico de Trompeta” en el Conservatorio.

La trompeta o el saxo alto de Andrea Motis ha intervenido desde entonces en tantos discos y colaboraciones que ni ella misma lleva la cuenta. Ha tocado junto a Quincy Jones, Omara Portuondo, Alfredo Rodríguez, Francisco Mela, Milton Nascimento o con el chelista francoestadounidense Yo-Yo Ma, uno de los músicos más premiados y reconocidos del planeta, en su último disco Notes for the future. Recuerda con especial cariño cuando tocó junto a la contrabajista Esperanza Spalding, a quien considera su ídolo. “Musicalmente es transgénero y ha sabido crear su propia línea de fusión, absolutamente personal e interesantísima”. “Y eso que el amor por Esperanza ha sido de poco a poco”, reconoce Motis. “Al principio me parecía tan exhuberante que no conectaba con ella... pero a través de escucharla he llegado a sentir auténtica pasión por su música. Ella es increíble”.

Recién cumplido el cuarto de siglo, Andrea Motis está llamada a ser una leyenda jazzística en España y Europa -donde trabaja casi tanto como en nuestro país-, porque reúne virtuosismo, experiencia, y una actitud creativa y fusionadora frente a la música que la convierten en la perfecta exploradora de caminos todavía por trazar. Después de su experiencia con el hiphop o el funk en Loopholes, Motis asegura que empieza a interesarle “cada vez más la música menos acústica y más electrónica”.

Aunque desde hace varios meses la barcelonesa ha retomado la actividad concertística que paralizó la pandemia a lo largo de numerosos festivales de jazz, y tras la publicación del nuevo disco esta se va a multiplicar, Motis echaba de menos los viejos tiempos que ya regresan a los escenarios. A finales de febrero ofreció dos conciertos en el Auditorio de Castellón ante 800 personas “ya sin restricciones, y notábamos a la gente muy feliz”, recuerda. “Sin embargo ahora vuelve a sentirse la tensión con la guerra de Ucrania”, matiza la trompetista y cantante, que vivió el inicio de la invasión en Austria por motivos personales. “En Europa la gente está muy concienciada por el drama en Ucrania, y eso se nota entre el público”.

A todo el mundo le gusta algún tono del color azul

Andrea Motis tomó contacto con el jazz a los 10 años de la mano de Joan Chamorro y para ella es tan natural como las tostadas del desayuno. Sobre el sambenito que suele colgársele al género de música elitista, difícil de escuchar o apta solo para expertos, ella lo tiene claro: “Decir que no te gusta el jazz es como decir que no te gusta el color azul. Hay muchos azules, combinaciones y tonos... es un término demasiado amplio”.

Con todo Motis admite que existen subgéneros no aptos para amantes del sota-caballo-rey. “Si nos vamos al freejazz es cierto que es muy experimental, no por nuevo, porque nació hace muchas décadas, sino porque es poco ortodoxo, introspectivo y se sale de lo que suele escucharse... Es cierto que este tipo de jazz es difícil de escuchar para alguien que no escuche otros estilos de este género habitualmente, y quizá le venga de ahí la mala fama”.

Pero no todo son largas e intrincadas improvisaciones, saltos modales o progresiones armónicas indescifrables: “A Louis Armstrong, Ella Fitzgerald o Sinatra todo el mundo lo conoce. ¿Y quién no ha escuchado música de jazz y big band en Tom y Jerry? Hasta en Los Simpsons...”, destaca la trompetista. “Hay mucho jazz que está muy cerca de la gente, muy refinado pero al mismo tiempo muy agradable y divertido, que puede gustarle a un público muy amplio”.

Con todo la catalana opina que si en España no es sencillo vivir de la música lo es todavía menos en el ámbito del jazz, “porque hay pocos clubes y espacios donde se programa este tipo de música”. Es por eso que se siente una privilegiada además de “muy apreciada en España, donde más o menos hago el 50% de mis conciertos, y tengo la suerte de que me contratan por Europa”. Eso le permite vivir exclusivamente de hacer conciertos y grabar discos. “En España hay músicos buenísimos que tienen que completar su actividad con otras, como dar clases. Y a los que yo conozco les encanta, pero no siempre será así. Y un profesor tiene que amar su trabajo, por su bien y por el de sus alumnos”.

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