Dos visiones pictóricas para un mismo paisaje en Albarracín: las becarias del Curso de Paisaje exponen su obra en la Torre Blanca
La minuciosidad con la que Lidia Fernández capta hasta el mínimo detalle contrasta con los brochazos ágiles y con mucha materia de Beatriz Ortega. Entre las dos son capaces de plasmar visiones particulares y muy diferentes del Albarracín de siempre, ese que todos los artistas quieren poner en su caballete pero no todos logran colgar de los muros de la Torre Blanca. La muestra de las dos becarias de Curso de Pintura de Paisaje del año 2019 se podrá visitar en el espacio hasta el mes de octubre.
Se trata de una exposición especial ya que para su preparación han tenido dos años de tiempo, el doble de lo habitual al no poder desarrollarse durante el verano de 2020 a consecuencia de la pandemia. “Eso se nota, porque en sus talleres no paran de trabajar y tienen tanto material como para montar dos muestras”, relata Antonio Jiménez, gerente de la Fundación Santa María de Albarracín. La crisis sanitaria generada por la covid-19 ha dejado a los artistas sin curso de paisaje dos años, 2020 y 2021.
Lidia Fernández comenta que ha intentado plasmar en sus lienzos las zonas más cotidianas y a su vez menos turísticas, “esas que los visitantes se paran menos a mirar” pero que de las que ella ha hecho una completa radiografía. Es tan pormenorizada que permite al espectador entrar en ese paisaje y deambular por él a sus anchas.
Durante su estancia aprovechó para recopilar bocetos e imágenes fotográficas, pero también para grabar sonidos y seleccionar objetos que luego le permitieran trasladar allí su mente desde el taller. “Es un trabajo que no puedes hacer solo al natural, necesitas llevarte la esencia para dedicar horas en el estudio”, comenta.
Entre sus obras no solo hay óleos o pasteles, sino también tejidos e hilos con los que ha elaborado miniaturas que apenas llegan a los 7 centímetros pero en los que no falta la minuciosidad.
Lidia Fernández, que es licenciada en Bellas Artes y está realzando un master de grabado en la Casa de la Moneda, reconoce que la beca ha supuesto “un cambio radical” en su manera de afrontar un cuadro ya que nunca había dedicado tanto tiempo al mismo proyecto. Esto le ha permitido “avanzar” tanto en la forma de trabajar como a la hora de plantearse nuevos retos.
Por su parte Beatriz Ortega ha realizado obras en diferentes soportes, desde el óleo a los pasteles y también ha utilizado papeles pintados. En su estancia generó mucha documentación fotográfica y bocetos y estudios preparatorios que luego desarrolló en su taller. Además, se llevó un caballete portátil a diferentes lugares en el que, aunque no pudo terminar ningún cuadro, sí creó una buena base que luego terminó en el taller.
“Para mí poder trabajar directamente al natural es muy importante por la forma en la que concibo la pintura”, especifica. El hecho de que el plazo para la entrega de los materiales se alargara le ha permitido experimentar con técnicas nuevas y evolucionar a la hora de afrontar un paisaje. “He notado una gran evolución desde as primeras obras a las últimas”, reconoce la artista plástica.
Las becas corresponden al año 2019 ya que en 2020 no hubo Curso de Paisaje
Las becarias del Curso de Paisaje han tenido dos años para la preparación de su obra a consecuencia de la pandemia sanitaria. Eso les ha permitido madurarla mucho más y crear numerosos cuadros, tantos que no ha sido posible mostrarlos todos en la Torre Blanca.
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