

Tanto tiempo luchando para erradicar la figura de los abusones del patio, esos niños más grandes y más brutos, pero no más listos, que nos amedrentaban en el cole (a nosotros y/o a nuestros hijos) y a ahora se plantan en la Casa Blanca.
No han llegado solos. Son los estadounidenses los que les han votado (a Trump), pero como mi máxima en la vida es no echar nunca balones fuera, reparto entre todos un poquito de la responsabilidad de que estos matones hayan acampado en uno de los principales centros de poder del mundo. Niños pequeños, problemas pequeños; niños grandes, problemas grandes…y ahora habría que añadir: líderes sin escrúpulos gobernando Estados Unidos, problemas planetarios.
Seguro que Trump y Musk amenazaban con pegar a sus compañeros si no les daban sus mejores cromos o les quitaban el bocata si no les dejaban colarse en la fila para salir primeros de clase. Y, a la vista de los acontecimientos, debió de salirles bien, porque siguen haciéndolo. Solo que ahora advierten a Ucrania de que la dejarán sola frente a Rusia si no les da a cambio sus tierras raras (minerales imprescindibles para el desarrollo de las nuevas tecnologías) y amenazan con desatar el infierno en Gaza, si los gazatíes no la abandonan para que ellos puedan construir al lado del mar hoteles y casinos de lujo. Como si 47.000 muertos y un país devastado no se pareciera ya bastante al infierno. Y esto es solo lo más llamativo de la lista de extorsiones.
En poco más de un mes en el gobierno, a base de amenazas, Trump ha conseguido que los europeos aumenten su gasto en defensa, que los mexicanos extraditen a veinte narcotraficantes y que los rusos acaricien su sueño imperialista de quedarse con el Dombás ucraniano, además de prepararle una encerrona televisada a Zelenski porque no le parecía suficiente hacerle firmar un acuerdo para explotar sus minerales más preciados.
Afortunadamente, a los abusos de los matones se les da por fin la importancia que tienen y se les llama acoso escolar; lo otro, se denomina ahora nuevo orden mundial.