Una vez conocido el resultado de las cuatro elecciones que se han celebrado este año en nuestro país, uno podría pensar que ahora sí, ahora ya es el momento de hablar de los ciudadanos. No se precipiten.
Hoy mismo se constituye la mesa del Parlament de Cataluña y semanas después el debate de investidura para elegir el President; el primero. Total, que desde el 18 de febrero, día en el que se celebraron los comicios gallegos, hasta finales de agosto, fecha límite para elegir al máximo responsable del gobierno catalán, ha pasado medio año en el que los candidatos a gobernantes han corrido una maratón electoral. Mucho me temo que en la carrera vamos a acabar todos agotados: los que se presentan y los que no.
Desde aquel “Si el PP gana, Feijóo se convertirá en presidente del Gobierno a la espera” (publicado por un diario nacional el 16 de febrero), hasta el plebiscito contra el gobierno de Sánchez que pidieron/vaticinaron muchos candidatos opositores los días previos a las europeas, nos hemos tapado la nariz y seguimos buceando en un mar de estrategias, negociaciones y pactos. Les parecerá mentira, pero no recuerdo ninguna tertulia política sobre la atención sanitaria, la educación de nuestros hijos o la mejora del transporte que vamos a usar unos y otros. En honor a la verdad, tengo que reconocer que las protagonizamos los periodistas y no los propios políticos, así que igual hemos perdido legitimidad para protestar, y no ha sido lo único.
En este mar agitado por la conveniencia y la estrategia, hemos perdido, por ejemplo, unos presupuestos generales. El gobierno renunció a presentarlos en marzo. No era ni mucho menos la primera vez que esto pasa, los de 2018 se prorrogaron dos años. Pero creo que nunca este hecho ha sido más insignificante. Con lo que quedaba por delante de carrera/travesía electoral, ¿a quién le importaba? Supongo que a los cientos de miles de ciudadanos afectados, pero con ellos no había que cerrar ningún pacto pensando en las siguientes elecciones…¡Ven como se han precipitado al contestar!
Hoy mismo se constituye la mesa del Parlament de Cataluña y semanas después el debate de investidura para elegir el President; el primero. Total, que desde el 18 de febrero, día en el que se celebraron los comicios gallegos, hasta finales de agosto, fecha límite para elegir al máximo responsable del gobierno catalán, ha pasado medio año en el que los candidatos a gobernantes han corrido una maratón electoral. Mucho me temo que en la carrera vamos a acabar todos agotados: los que se presentan y los que no.
Desde aquel “Si el PP gana, Feijóo se convertirá en presidente del Gobierno a la espera” (publicado por un diario nacional el 16 de febrero), hasta el plebiscito contra el gobierno de Sánchez que pidieron/vaticinaron muchos candidatos opositores los días previos a las europeas, nos hemos tapado la nariz y seguimos buceando en un mar de estrategias, negociaciones y pactos. Les parecerá mentira, pero no recuerdo ninguna tertulia política sobre la atención sanitaria, la educación de nuestros hijos o la mejora del transporte que vamos a usar unos y otros. En honor a la verdad, tengo que reconocer que las protagonizamos los periodistas y no los propios políticos, así que igual hemos perdido legitimidad para protestar, y no ha sido lo único.
En este mar agitado por la conveniencia y la estrategia, hemos perdido, por ejemplo, unos presupuestos generales. El gobierno renunció a presentarlos en marzo. No era ni mucho menos la primera vez que esto pasa, los de 2018 se prorrogaron dos años. Pero creo que nunca este hecho ha sido más insignificante. Con lo que quedaba por delante de carrera/travesía electoral, ¿a quién le importaba? Supongo que a los cientos de miles de ciudadanos afectados, pero con ellos no había que cerrar ningún pacto pensando en las siguientes elecciones…¡Ven como se han precipitado al contestar!