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Imagen de Freepick
Dicen que cuando ves a alguien leyendo un libro que te gusta es como si ese libro te recomendara una persona. Me enorgullece pensar que fue Pío Baroja quien me recomendó a mí hace unos días en un autobús. Nada más entrar, saqué el último tomo de las memorias del maestro del 98 del bolso y al señor que iba sentado enfrente de mí en el autobús se le puso una sonrisa de oreja a oreja, como si le hubieran puesto delante la fotografía perdida de alguien muy querido. Algo así fue.
Según me contó, ha sido siempre su escritor de cabecera, una de las personas a las que más admira y con las que mejores ratos ha pasado. Enseguida se lanzó a hablar conmigo; él y su mujer, otra septuagenaria encantadora y lectora voraz que asentía mientras su marido recordaba en voz alta sus inicios como lector concienzudo. Calculo que serían los años 60.
Había comprado sus primeros libros de Baroja, en Cálamo, una de las librerías con más solera de Zaragoza, pidiendo un crédito, nada menos. Entonces daban préstamos para comprarlos, me contaba como lamentando que se hubiera perdido esa saludable costumbre. “Cada vez leemos menos”, me dijo entornando los ojos dubitativo, y esperando que una joven como yo (eso es cosecha mía) se lo rebatiera. Así lo hice. Según los últimos datos de Eurostat, nuestros índices de lectura no dejan de crecer: un 54,2 % de los españoles son lectores habituales, sobre todo las mujeres, el 61% frente al casi 47% de los hombres. Pero quienes más leen son los jóvenes. Según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2023, el índice de lectores de entre 14 y 24 años es del 74 %. Le conté todo esto resumido y sin rastro de pedantería, y los tres nos congratulamos de que hoy en día el acceso a los libros sea mucho más fácil que cuando ellos eran jóvenes. Lamenté que el trayecto durara apenas quince minutos, aunque el sabio lector tuvo tiempo de recomendarme un par de novelas que por supuesto he apuntado muy arriba en mi lista. Un placer, me alegró usted la mañana, amigo lector.
Según me contó, ha sido siempre su escritor de cabecera, una de las personas a las que más admira y con las que mejores ratos ha pasado. Enseguida se lanzó a hablar conmigo; él y su mujer, otra septuagenaria encantadora y lectora voraz que asentía mientras su marido recordaba en voz alta sus inicios como lector concienzudo. Calculo que serían los años 60.
Había comprado sus primeros libros de Baroja, en Cálamo, una de las librerías con más solera de Zaragoza, pidiendo un crédito, nada menos. Entonces daban préstamos para comprarlos, me contaba como lamentando que se hubiera perdido esa saludable costumbre. “Cada vez leemos menos”, me dijo entornando los ojos dubitativo, y esperando que una joven como yo (eso es cosecha mía) se lo rebatiera. Así lo hice. Según los últimos datos de Eurostat, nuestros índices de lectura no dejan de crecer: un 54,2 % de los españoles son lectores habituales, sobre todo las mujeres, el 61% frente al casi 47% de los hombres. Pero quienes más leen son los jóvenes. Según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2023, el índice de lectores de entre 14 y 24 años es del 74 %. Le conté todo esto resumido y sin rastro de pedantería, y los tres nos congratulamos de que hoy en día el acceso a los libros sea mucho más fácil que cuando ellos eran jóvenes. Lamenté que el trayecto durara apenas quince minutos, aunque el sabio lector tuvo tiempo de recomendarme un par de novelas que por supuesto he apuntado muy arriba en mi lista. Un placer, me alegró usted la mañana, amigo lector.