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Un libro recopila los diseños en forja de 177 farolas de Rubielos de Mora a través de las fotografías de Juan Carlos Leguey Un libro recopila los diseños en forja de 177 farolas de Rubielos de Mora a través de las fotografías de Juan Carlos Leguey
Leguey con el libro publicado por la editorial Media Vaca dentro de la colección Mi hermosa ciudad

Un libro recopila los diseños en forja de 177 farolas de Rubielos de Mora a través de las fotografías de Juan Carlos Leguey

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Cruz Aguilar

El escritor Ramón Gómez de la Serna dijo que las farolas debían “inaugurarse con un discurso de apertura con mucha más razón que los monumentos, que no tienen ninguna luz y a veces están dedicados a espíritus apaga luces”. Y eso lo afirmó sin conocer las de Rubielos de Mora, que son pequeñas obras de arte dedicadas a los oficios y las costumbres, pasadas y presentes, de esta localidad de Gúdar-Javalambre.

Ahora un libro recopila todas esas farolas y muestra la evolución tanto de las creaciones como de los temas. La obra se enmarca en una colección de libros titulada Mi hermosa ciudad, de la editorial Media Vaca, que incluye urbes de la talla de Tokio, Buenos Aires y Varsovia. El impulsor del libro, Vicente Ferrer Azcoiti, justifica la incorporación del pueblo turolense diciendo que “Rubielos es una pequeña ciudad muy hermosa y a lo largo de su reciente historia se ha hecho merecedora de premios y reconocimientos internacionales que lo acreditan oficialmente, así que no le demos más vueltas”, sentencia.

El alumbrado público llegó a Rubielos en 1883, solo cinco años antes de que naciera Gómez de la Serna, pero en ese momento las farolas no eran de forja, sino de petróleo. El alumbrado eléctrico en la población no se instaló hasta el año 1961 y las farolas con diseños de José Gonzalvo no tardarían mucho en llegar puesto que en 1963, en una entrevista publicada en el diario de Bilbao La Gaceta del Norte, el artista relata que en la herrería de Manolo Baselga van “haciendo poco a poco faroles graciosos para todas las calles del pueblo” y detalla que ya han hecho 74 para medio centenar de calles.

Actualmente hay contabilizadas un total de 177, que es el número que ha plasmado con su objetivo Juan Carlos Leguey, fotógrafo y autor del libro. Al artista le llamaron la atención las luminarias durante el recorrido guiado que hizo en su primera visita al pueblo, en el año 2015, aunque fue en 2018 cuando, ya residiendo en el municipio, sacó la cámara para capturarlas y lo hizo animado por un pájaro que se posó sobre el carro que decora una de ellas. “Al editar me di cuenta de que el pájaro, con unos retoques, parecía que formara parte de la farola”, relata Leguey, quien reconoce que esa farola y la imagen que tomó de ella son sus favoritas.

Siguió tomando fotos para su colección particular y el libro llegó de forma casual. “Le comenté a Manuel Górriz, el del Hotel Los Leones, que tenía más de un centenar y me puso en contacto con un amigo suyo que tenía en mente sacar un libro sobre las farolas”, relata.

Primera imagen que tomó de las farolas Leguey, con un pájaro real posado sobre el carro de forja. Juan Carlos Leguey

Es la primera publicación de Leguey, aunque constituye el octavo de la colección Mi hermosa ciudad, de la editorial Media Vaca. A partir de la idea de crear la obra se puso a recorrer el pueblo una y otra vez hasta recopilar todas las luminarias. Aunque reconoce que hay algunas que se han quedado fuera puesto que están en fincas privadas “y no se han incluido porque no se pueden visitar”, comenta.

En la publicación se hace un repaso por las farolas y hay algunas que repiten el mismo motivo, aunque el diseño es totalmente diferente. También las hay muy curiosas, como las que iluminan la calle Salvador Victoria, donde se han colocado reproducciones de algunas de sus obras pero en tres dimensiones. Además, una de las peculiaridades de estas farolas es que son dobles y hay dos en cada poste a lo largo de toda la calle.

Todas las farolas están fotografiadas a pie de calle y desde el mejor ángulo para su observación, según relata el artista.  Además, algunas de ellas incluyen retoques fotográficos para que visualmente el conjunto sea más atractivo.

Otro de los elementos que destaca el autor es que la publicación incluye los planos que permiten buscar cada una de las luminarias para verlas en su ubicación original. Estos callejeros posibilitan, dice Juan Carlos Leguey, que los turistas recorran los barrios adyacentes al centro, “se muevan por todo el pueblo y conozcan zonas chulas que se pueden visitar”, dice. El autor comenta que también hay farolas ilustradas en alguna de las masías que rodean el pueblo.

Se han editado mil ejemplares, que salieron a la calle justo antes de Navidad. De momento la acogida ha sido muy buena y muchos vecinos “lo han comprado para regalar estas fiestas”, detalla el autor.

Agricultor con azada. Juan Carlos Leguey

El alcalde de Rubielos de Mora, Ángel Gracia, destaca el “cuidado trabajo editorial” y asegura que va a contribuir a “poner en valor un aspecto de la estética” del municipio que, además, “es singular y único”. En este sentido, precisa que de las farolas ya se habla en las visitas guiadas y “los turistas quedan impresionados cuando las ven en detalle”. Estas luminarias son un elemento singular que se suma al rico patrimonio rubielano.

Las temáticas que se recogen en las creaciones en forja son variadas y van desde la Semana Santa, a la Edad Media o la tauromaquia, con la tradición del toro jubillo y el ensogado, así como sus corredores representadas en varios rincones. También aparecen otros elementos referentes a la profesión o el origen de los habitantes de las casas cercanas, como una Torre Eiffel, un herrero, un peregrino o un músico.

En este sentido el autor del libro plantea la necesidad de seguir creando esculturas en las farolas para representar aspectos actuales, como las nuevas tecnologías. A su juicio sería necesario reflejar temas como la trufa, el turismo o la riqueza astronómica y que para ello se podrían usar “las muchas farolas que aún no tienen motivos”, comenta.

Leguey es de Elche, donde también el libro ha gustado. El símbolo de  Mi hermosa ciudad es una palmera, que en el caso de las otras ciudades incluidas en la colección se ha elegido de las propias ciudades. “Pero como en Rubielos no hay, hemos puesto la Palmera Imperial de Elche, que es la más importante, en un guiño a que es la ciudad del autor”, relata el fotógrafo.

El libro pretende por un lado dejar constancia de este singular patrimonio que, en muchos casos, pasa desapercibido. Por otro, busca recopilar las historias que hay detrás de estas farolas porque no hay apenas información sobre ellas. Aspiran a que, a raíz del libro, las personas del pueblo aporten datos sobre las luminarias ya que hay “un gran desconocimiento”, indica el autor. Con ese fin se ha creado una cuenta de Instagram para contar historias en torno a las farolas, “a ver si la gente se Anima a interactuar y conocemos más cosas”, dice el fotógrafo.

En este sentido, en el libro el editor y autor del texto, Vicente Ferrer, relata que en un principio se plantearon “documentar la historia de todas las farolas”, aunque pronto se dieron cuenta de que iba ser imposible comentar algo de cada una.

Reo y verdugo representados en forja. J. C. L.

Leguey está emocionado con el resultado puesto que “la obra aúna todas las farolas del pueblo y cuenta las historias de algunas de ellas”. Confía en que ayude a dar visibilidad a un elemento patrimonial muy singular y diferente. Contribuirá sin duda a completar la visita guiada puesto que constituye “un buen recuerdo” para llevarse a casa. Por otro lado, señala que la propia edición “fue toda una sorpresa” ya que él había capturado las imágenes para su propia colección.

Si un pájaro marcó el inicio del trabajo de recopilación, otro se posó casualmente en la última farola que quedaba por fotografiar. Era una luminaria que está rota, porque tenía un gallo que desapareció y, en su lugar, en el libro, aparece un pájaro que, al igual que el primero, está colocado como un elemento más de la decoración en forja.

No todas son de la misma mano o de la misma cabeza

El modelo de las farolas está inspirado, según el herrero José Baselga, en las que puso José Igual en su casa de la Huerta, según explica Vicente Ferrer Azcoiti en el libro. José Gonzalvo fue sin duda el impulsor de la iniciativa en colaboración con el herrero José Baselga. Sin embargo apenas existen referencias en los escritos del escultor sobre las farolas.

Las luminarias han sido realizadas en todos los casos de forma artesanal por las empresas de forja locales Baselga, Ros y La Zarza. “Viéndolas con detalle se aprecia que no todas son obra de una misma cabeza ni de una misma mano”, relata Ferrer. Las primeras son fruto de la colaboración entre Baselga y Gonzalvo. El artista dibujaba sobre una servilleta de papel o directamente encima de la plancha “y el herrero seguía el modelo” o proponía soluciones. Esta apuesta por decorar las farolas se perdió durante unos años, hasta mediados de los 80 y fue el electricista Miguel Florencia quien las retomó contó con la colaboración de la cooperativa La Zarza.  La tradición ha llegado hasta hoy y las farolas ilustradas se han convertido en todo un símbolo de la localidad, donde ya hay muchas voces que plantean ampliar las creaciones en aquellas luminarias que ahora no incluyen elementos decorativos en forja.

Reo y verdugo representados en forja. J. C. L.
 

 

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