Imagen de archivo de la casa cuartel de la Guardia Civil de Rubielos de Mora
Piden más de 6 años de prisión para el hombre que se coló desnudo en el cuartel de Rubielos de Mora
Saltó la valla, causó cuantiosos daños en varios vehículos y acabó metiéndose en una de las viviendas
La acusación particular ha pedido más de seis años de prisión para el joven que en mayo de 2021 se coló desnudo en la casa cuartel de la Guardia Civil de Rubielos de Mora, dañó varios vehículos y se metió en la vivienda de un agente para acabar dormido en el sofá del salón. El juicio contra el acusado, R. E. L., que manifestó en la vista no recordar nada de lo que había ocurrido, quedó este martes visto para sentencia en el Juzgado de lo Penal de Teruel por los presuntos delitos de daños y robo con fuerza.
Nadie vio a esta persona cómo se colaba en el cuartel. Las cámaras de seguridad tampoco lo registraron debido a un fallo técnico, aunque en la valla se observaron indicios de que alguien había trepado por ella.
Actuó solo y bajo los efectos de una gran borrachera, después de haber ido en su vehículo desde Sarrión a Mora de Rubielos con unos amigos, donde cenaron y consumieron abundante alcohol. Después cogieron el coche, conducido también por el acusado, y se fueron a Rubielos de Mora para seguir tomando copas. Allí, según relataron los amigos, perdió el control por completo y se tiró a una fuente vestido. Al salir se desnudó e intentaron controlarlo, pero se revolvió contra ellos e incluso llegó a morder a uno de ellos para zafarse, echándose a correr fuera de sí y desapareciendo de la vista.
Aunque el acusado manifiesta no recordar nada, los indicios apuntan a que llegó a la casa cuartel, trepó por la valla, empezó a causar daños en los vehículos particulares allí estacionados y cogió la llave de una de las viviendas que estaba en el interior de uno de ellos. Entró en el bloque de las casas de los agentes y fue probando puerta por puerta si abría, hasta que consiguió entrar en una de ellas tras seis intentos fallidos en las anteriores.
Allí rebuscó por varios cajones y fue descubierto tumbado en el sofá a la mañana siguiente por la mujer del agente, que avisó a su esposo. Estaba dormido, desnudo y cubierto con una manta, el guardia lo despertó y le pidió explicaciones. Avisó en el rellano al resto de los compañeros de lo que estaba pasando por si podía ser alguna visita de otro piso, y allí le puso las esposas y fue detenido tras leerle sus derechos.
El joven, de 21 años de edad y vecino de Sarrión, no ha llegado a ser juzgado por allanamiento de morada, pese a que se coló en el cuartel de madrugada. Durante la instrucción del caso se resolvió no juzgarlo por este delito debido a que se encontraba “incapacitado” penalmente por el consumo de alcohol y no ser consciente de lo que había hecho. Tal es así que en el juicio el acusado manifestó no recordar absolutamente nada de lo ocurrido, después de haber estado esa noche de copas con sus amigos.
Ese mismo argumento sirvió al abogado de la defensa, Eugenio Ponz, para pedir en el juicio la libre absolución por los delitos de los que se le acusa al plantear la eximente completa de embriaguez, puesto que no había sido consciente de lo que estaba haciendo.
En cambio, la acusación particular por parte del abogado Jorge Piedrafita, en representación de la asociación profesional Independientes de la Guardia Civil (IGC) y en nombre de los dos agentes que sufrieron daños en sus coches particulares estacionados dentro del cuartel, modificó al alza sus calificaciones al incorporar un nuevo delito por conducir bebido.
Piedrafita solicitó 3 años de prisión por el delito de robo con fuerza, al entender que se apropió de la llave del domicilio que uno de los agentes guardaba en la consola de su coche, a su vez cerrada con llave y que reventó. El letrado argumentó que la jurisprudencia considera también delito de robo con fuerza apropiarse de las llaves y entrar en una vivienda, además de haberse constatado que rebuscó por varios cajones tras acceder a ella, aunque no se llevó nada.
Aparte, pidió otros tres años de prisión por un delito de daños en tres vehículos. Los más dañados fueron los dos de los agentes que estaban estacionados dentro del cuartel, en uno de los cuales rompió puertas, bisagras, aletas y retrovisores entre otras cosas, según los peritajes practicados, y en otro hizo ralladuras de pintura, abolladuras y le fracturó el retrovisor. En un tercero rompió el retrovisor y la luna.
Este letrado modificó su calificación inicial y pidió otros seis meses de prisión más cuatro años de retirada del carné por conducir bajo los efectos del alcohol. Fue él quien condujo entre Mora y Rubielos, y el abogado pidió que en caso de no contemplar esta pena al no figurar inicialmente en las calificaciones, se dedujera testimonio para su procesamiento también por esta causa.
Piedrafita, que también solicitó indemnizaciones por los daños causados a los vehículos, indicó que había pedido la máxima pena porque los hechos eran “suficientemente graves” ya que “se puso en peligro la seguridad de los agentes y de sus bienes”.
El fiscal modificó las penas inicialmente solicitadas por un delito de daños continuados, al no quedar claro si los daños causados al tercer vehículo, estacionado fuera del recinto, los pudo cometer el acusado. Pidió finalmente un año de prisión y una multa de 3.240 euros.
Este asunto llamó mucho la atención cuando ocurrieron los hechos en la madrugada del 22 de mayo de 2021 por la facilidad con la que el intruso se coló en el acuartelamiento, causó considerables daños a dos vehículos estacionados dentro sin que nadie se enterase, intentase entrar en varias viviendas y finalmente se colase en una de ellas sin que los ocupantes se enterasen hasta la mañana siguiente.
En la vista el acusado mostró amnesia total. “No sé lo que pasó esa noche”, dijo, tras asegurar que solo recordaba lo ocurrido hasta Mora, después de haber bebido en Sarrión cubos de cerveza con sus amigos, y en Mora cuatro o cinco cubatas y otros tantos chupitos de cazalla. Dijo que
después de Mora lo único que recordaba ya es cuando se encontró desnudo en la vivienda del guardia civil y le despertaron, le dejaron ropa y se lo llevaron a la Comandancia de Teruel.
Su abogado explicó que en el análisis de sangre no aparecieron evidencias de alcohol porque se lo hicieron 18 horas después, y que tampoco hay pruebas de orina a pesar de que su representado aseguró que se las hicieron.
Los agentes que declararon como testigos indicaron que las cámaras de seguridad sufrieron algún tipo de problema y no registraron el acceso del intruso al cuartel, que la cerradura de la puerta de los pabellones donde están las viviendas de los agentes no cerraba bien, por lo que se pudo colar dentro e ir probando puerta por puerta con la llave que había cogido en uno de los vehículos, y que alguno de los agentes que llegó a oír ruidos en el exterior pensó que era algún compañero que marchaba a esas horas.
Nadie vio a esta persona cómo se colaba en el cuartel. Las cámaras de seguridad tampoco lo registraron debido a un fallo técnico, aunque en la valla se observaron indicios de que alguien había trepado por ella.
Actuó solo y bajo los efectos de una gran borrachera, después de haber ido en su vehículo desde Sarrión a Mora de Rubielos con unos amigos, donde cenaron y consumieron abundante alcohol. Después cogieron el coche, conducido también por el acusado, y se fueron a Rubielos de Mora para seguir tomando copas. Allí, según relataron los amigos, perdió el control por completo y se tiró a una fuente vestido. Al salir se desnudó e intentaron controlarlo, pero se revolvió contra ellos e incluso llegó a morder a uno de ellos para zafarse, echándose a correr fuera de sí y desapareciendo de la vista.
Aunque el acusado manifiesta no recordar nada, los indicios apuntan a que llegó a la casa cuartel, trepó por la valla, empezó a causar daños en los vehículos particulares allí estacionados y cogió la llave de una de las viviendas que estaba en el interior de uno de ellos. Entró en el bloque de las casas de los agentes y fue probando puerta por puerta si abría, hasta que consiguió entrar en una de ellas tras seis intentos fallidos en las anteriores.
Allí rebuscó por varios cajones y fue descubierto tumbado en el sofá a la mañana siguiente por la mujer del agente, que avisó a su esposo. Estaba dormido, desnudo y cubierto con una manta, el guardia lo despertó y le pidió explicaciones. Avisó en el rellano al resto de los compañeros de lo que estaba pasando por si podía ser alguna visita de otro piso, y allí le puso las esposas y fue detenido tras leerle sus derechos.
El joven, de 21 años de edad y vecino de Sarrión, no ha llegado a ser juzgado por allanamiento de morada, pese a que se coló en el cuartel de madrugada. Durante la instrucción del caso se resolvió no juzgarlo por este delito debido a que se encontraba “incapacitado” penalmente por el consumo de alcohol y no ser consciente de lo que había hecho. Tal es así que en el juicio el acusado manifestó no recordar absolutamente nada de lo ocurrido, después de haber estado esa noche de copas con sus amigos.
Ese mismo argumento sirvió al abogado de la defensa, Eugenio Ponz, para pedir en el juicio la libre absolución por los delitos de los que se le acusa al plantear la eximente completa de embriaguez, puesto que no había sido consciente de lo que estaba haciendo.
En cambio, la acusación particular por parte del abogado Jorge Piedrafita, en representación de la asociación profesional Independientes de la Guardia Civil (IGC) y en nombre de los dos agentes que sufrieron daños en sus coches particulares estacionados dentro del cuartel, modificó al alza sus calificaciones al incorporar un nuevo delito por conducir bebido.
Petición de penas
Piedrafita solicitó 3 años de prisión por el delito de robo con fuerza, al entender que se apropió de la llave del domicilio que uno de los agentes guardaba en la consola de su coche, a su vez cerrada con llave y que reventó. El letrado argumentó que la jurisprudencia considera también delito de robo con fuerza apropiarse de las llaves y entrar en una vivienda, además de haberse constatado que rebuscó por varios cajones tras acceder a ella, aunque no se llevó nada.
Aparte, pidió otros tres años de prisión por un delito de daños en tres vehículos. Los más dañados fueron los dos de los agentes que estaban estacionados dentro del cuartel, en uno de los cuales rompió puertas, bisagras, aletas y retrovisores entre otras cosas, según los peritajes practicados, y en otro hizo ralladuras de pintura, abolladuras y le fracturó el retrovisor. En un tercero rompió el retrovisor y la luna.
Este letrado modificó su calificación inicial y pidió otros seis meses de prisión más cuatro años de retirada del carné por conducir bajo los efectos del alcohol. Fue él quien condujo entre Mora y Rubielos, y el abogado pidió que en caso de no contemplar esta pena al no figurar inicialmente en las calificaciones, se dedujera testimonio para su procesamiento también por esta causa.
Piedrafita, que también solicitó indemnizaciones por los daños causados a los vehículos, indicó que había pedido la máxima pena porque los hechos eran “suficientemente graves” ya que “se puso en peligro la seguridad de los agentes y de sus bienes”.
El fiscal modificó las penas inicialmente solicitadas por un delito de daños continuados, al no quedar claro si los daños causados al tercer vehículo, estacionado fuera del recinto, los pudo cometer el acusado. Pidió finalmente un año de prisión y una multa de 3.240 euros.
Este asunto llamó mucho la atención cuando ocurrieron los hechos en la madrugada del 22 de mayo de 2021 por la facilidad con la que el intruso se coló en el acuartelamiento, causó considerables daños a dos vehículos estacionados dentro sin que nadie se enterase, intentase entrar en varias viviendas y finalmente se colase en una de ellas sin que los ocupantes se enterasen hasta la mañana siguiente.
En la vista el acusado mostró amnesia total. “No sé lo que pasó esa noche”, dijo, tras asegurar que solo recordaba lo ocurrido hasta Mora, después de haber bebido en Sarrión cubos de cerveza con sus amigos, y en Mora cuatro o cinco cubatas y otros tantos chupitos de cazalla. Dijo que
después de Mora lo único que recordaba ya es cuando se encontró desnudo en la vivienda del guardia civil y le despertaron, le dejaron ropa y se lo llevaron a la Comandancia de Teruel.
Su abogado explicó que en el análisis de sangre no aparecieron evidencias de alcohol porque se lo hicieron 18 horas después, y que tampoco hay pruebas de orina a pesar de que su representado aseguró que se las hicieron.
Los agentes que declararon como testigos indicaron que las cámaras de seguridad sufrieron algún tipo de problema y no registraron el acceso del intruso al cuartel, que la cerradura de la puerta de los pabellones donde están las viviendas de los agentes no cerraba bien, por lo que se pudo colar dentro e ir probando puerta por puerta con la llave que había cogido en uno de los vehículos, y que alguno de los agentes que llegó a oír ruidos en el exterior pensó que era algún compañero que marchaba a esas horas.
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