Monforte de Moyuela cumple el sueño de reconvertir el Museo de la Escuela en un aula infantil con seis alumnos
El año pasado nació el primer niño en tres décadas y en este curso han estrenado guardería con seis pequeñosLos lloros de Hugo, Néstor, Aaron, Macarena, Darío y Thiago, los seis niños que esta semana empezaron el curso escolar en Monforte de Moyuela, son la esperanza de los vecinos, muchos de ellos ancianos, que allí viven. El Ayuntamiento ha cerrado el Museo de la Escuela, en lo que reconvirtió las antiguas dependencias del colegio, para abrir una Escuela Infantil que da servicio a los cuatro bebés que ahora hay en el pueblo y a dos más que llegan desde Mezquita de Loscos, que es una pedanía de Loscos, y Plenas, un municipio de la provincia de Zaragoza.
La escuela cerró hace justo ahora dos décadas y sustituir los pupitres antiguos de madera por mesitas bajas y alfombras blandas es un gran balón de oxígeno para un pueblo que fue noticia hace apenas un año por el nacimiento de Hugo, el primer bebé en 30 años. Ahora el pequeño tiene cinco amigos con los que jugar y el milagro ha sido posible gracias al tesón de su propia madre, Paula Delmás, que es a su vez la alcaldesa de Monforte de Moyuela y que impulsó el proyecto Poblar Monforte con el fin de captar a dos familias con niños que quisieran tejer un futuro allí. “Nos sorprendió porque recibimos más de mil solicitudes”, explica la alcaldesa, quien matiza que lo que ellos ofrecían era trabajo para uno de los miembros de la pareja y una vivienda en alquiler por 150 euros. A cambio, pedían familias “dinámicas, con ganas de hacer cosas por el medio rural” y con niños pequeños.
Un colegio en 40 kilómetros
Monforte de Moyuela está situado en una zona en la que no existen escuelas infantiles y el colegio de Moyuela, en Zaragoza, que es el más cercano, se sostiene con dos niños. Uno de ellos pertenece a una de las familias de nuevos pobladores de Monforte, donde ya tienen listo el proyecto para construir una nueva Escuela Infantil y un colegio para cursar también Primaria en el pueblo.
El Ayuntamiento quiere tener todo listo para el curso que viene y trasladar allí la guardería. Para abrir el colegio necesitan el apoyo del Gobierno de Aragón y todavía no saben si lo pondrán en marcha en el curso 2023-2024 o preferirán esperar a que haya un mayor número de alumnado. De todas formas, Delmás se muestra confiada porque todos los niños del pueblo, salvo uno, pueden asistir a la Escuela Infantil hasta los 6 años.
Raúl Andreu es el padre de Hugo y marido de Paula Delmás y fue de los últimos alumnos del colegio de Monforte. “Yo me fui en el curso 1999-2000 y duró un par de años”, recuerda. Reconoce que cuando se cerró el colegio “quedó una gran tristeza, parece que se moría el pueblo”, dice. Ahora los seis bebés le han devuelto la vida y es que, como plantea Jesús, que es albañil y aunque vive en Zaragoza tiene muchos tajos por la zona, “si está la escuela y el bar abierto, ya está el pueblo arreglado”.
Las dependencias escolares que se construirán están junto a las que ocupan ahora los niños, en lo que antiguamente era el trinquete del pueblo y del que solo se conservan los dos arcos de acceso porque el resto fue derruido hace unos años. Tendrán cuatro aulas, dos destinadas al colegio y dos a la escuela infantil, una de ellas se usará como comedor, ya que esta infraestructura también contará con una cocina porque así lo exige la normativa.
Maestra de Loscos
La apertura de la Escuela Infantil no solo ha supuesto una oportunidad de asentamiento en el medio rural para los niños que asisten a ella y sus familias, sino también para la maestra, Vera Balbera, una joven recién titulada que vive en Loscos y que conoce muy bien la problemática rural: “Mi familia llegó de Colombia para mantener el colegio de Loscos abierto. Yo tenía ocho años”, recuerda. Se formó como maestra y regresó este año al pueblo, tras opositar, con el fin de esperar una vacante que, con un poco de suerte, pudiera cubrir sin moverse del pueblo, por eso está muy contenta de hacerse cargo de la guardería del municipio de al lado.
El espacio que ocupan los niños ahora estaba totalmente reformado y acondicionado, solo hubo que comprar los muebles y la inversión apenas ha superado los mil euros. Cada niño pagará una cuota de 80 euros con los que se comprará material y se cubrirán algunos de los gastos derivados, aunque no el sueldo de la profesora, porque para ello han solicitado el apoyo del Gobierno de Aragón.
187.000 euros para construir un edificio educativo en la plaza Mayor
Monforte de Moyuela apuesta fuerte por asentar población y ya tiene el proyecto para la construcción de una escuela. Será la única en casi 40 kilómetros a la redonda puesto que las más cercanas ahora son la de Moyuela (que tiene solo dos alumnos y uno es de Monforte), Calamocha, Muniesa y Azuara. Todas ellas –salvo Moyuela– están a 30 kilómetros y más “por una carretera malísima”, recalca la alcaldesa, Paula Delmás, quien matiza que precisamente la idea de meter a su hijo en un coche durante 40 minutos cada día para ir al colegio es lo que más le tiraba para atrás de ser madre en el medio rural turolense. Fue eso lo que le movió, como alcaldesa y como madre, a buscar una solución no solo para su situación, sino también para la de Ana, que vive en Monforte de Moyuela y tiene un niño, y para otras parejas jóvenes que residen en la zona. “La mamá de Monforte pidió que lo aceptaran con dos años en Moyuela con el fin de salvar la escuela, pero le dijeron que no”, dice. La construcción del nuevo colegio costará 187.000 euros que el Ayuntamiento ya tiene, aunque espera recibir alguna ayuda del Fondo Especial para Teruel (Fite). El proyecto no acaba ahí puesto que la idea es que el pueblo siga creciendo y, para ello, construirán otras dos viviendas en la planta superior del colegio.
Un cambio radical de vida en busca de tranquilidad, salud o mejorar la conciliación familiar
Todas las familias de los niños que ahora asisten a la Escuela Infantil de Monforte de Moyuela son nuevos pobladores. Algunos de ellos se han criado en esta zona a medio camino entre el Jiloca y las Cuencas Mineras y Teruel y Zaragoza, pero otros se han desplazado recientemente desde lugares como Madrid o Alicante. Ahora viven en la zona cero de la despoblación de una de las provincias con menos densidad poblacional de España y aseguran estar felices, porque han encontrado lo que buscaban.
El cambio responde a motivos diversos, pero siempre en busca de una mejor calidad de vida. Laura Lázaro es de Plenas (Zaragoza) y trabajaba de peluquera en la capital aragonesa, pero decidió mudarse junto a su marido, Hubo Sánchez, que es de Cortes, en Navarra, para dedicarse a la agricultura. “Me he criado en el pueblo y estoy muy acostumbrada, pero para Hugo sí es un cambio, a veces echa de menos dar una vuelta y comprar algo”, dice la mujer. “O ver gente”, añade el marido, quien, no obstante, dice estar contento con la nueva vida que emprendieron hace año y medio. Su hijo Thiago ya ha nacido en Plenas, al igual que Hugo, el de Paula Delmás y Raúl Andreu, que es de Monforte y regresó hace unos años con su mujer, que está tan integrada que es la alcaldesa.
Carmen Pérez fue una de las mujeres que encontró trabajo a través de Poblar Monforte, el proyecto para atraer a dos familias hasta la localidad. Ella es la agente de desarrollo local del Ayuntamiento y asegura que el traslado es fruto de un interés por “ganar tiempo en familia”. Es madre de tres niños, entre ellos una bebé de apenas año y medio con un cáncer muy poco común –lo padece un niño de cada 40 millones–. La enfermedad de Macarena les llevó a pasar muchos meses en el hospital y a valorar mucho más el tiempo en familia. “Teníamos empleo fijo mi marido y yo, pero trabajábamos mucho, era el aspecto principal de nuestra vida, mientras que la familia estaba en un segundo plano y decidimos cambiar eso”, relata. Decidieron mudarse hasta Monforte de Moyuela, a una casa con patio y una gran estufa de pelets en el salón: “A ver cómo nos va el invierno, porque venimos de Alicante y allí no hace falta calefacción”, dice con gran expectación la mujer.
Macarena, al igual que sus dos hermanos, de 3 y 6 años, está feliz en Monforte y el hecho de que haya solo seis niños en la Escuela Infantil del pueblo y solo dos en el colegio de Moyuela, al que va Sebastián, el hijo mayor, supone una gran tranquilidad para la familia, ya que el riesgo de virus para la bebé, que está inmunodeprimida, es mucho menor.
Pesó lo emocional
Carmen Pérez precisa que la mayor parte de la personas que participa en programas de repoblación lo hace por las ventajas económicas que ofrecen, pero en su caso “pesó lo emocional” porque, asegura, su vida era la de cualquier familia normal en Alicante, con empleo estable pero “con poco tiempo juntos”, que es lo que ahora han ganado en Monforte de Moyuela.
Ana Maturana también llegó a través del programa Poblar Monforte, que ofrecía un puesto para llevar el albergue. Sin embargo, la instalación aún está cerrada y su marido, Daniel González, se ha convertido en el alguacil de Huesa del Común, situado a muy pocos kilómetros. Ellos vivían en Madrid, aunque recalaron en esta zona a medio camino entre el Jiloca y las Cuencas Mineras desde Pancrudo, donde regentaron durante un tiempo el bar.
Maturana comenta que la tranquilidad de los pueblos de Teruel resulta atractiva para ellos y plantea que se decantaron por Monforte porque preferían trabajar por cuenta ajena, al menos de momento, porque entre los planes de la mujer está poner en marcha una panadería para “hacer pan como el de antes”. Comenta que lleva desde la pandemia formándose y recalca que la vocación surgió cuando se dio cuenta de que el pan de masa madre, elaborado de forma natural, con el que ella quería alimentar a su hijo no era tan fácil de encontrar. Plantea que vivir en el pueblo es más barato que en Madrid.
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