Uno de los elementos constructivos más relevantes de la Casa Lucías es la escalera imperial que hay en su interior para comunicar las diferentes plantas
La Casa Lucías de Báguena no corre riesgo de ruina, según los expertos en arquitectura
Abogan por realizar trabajos de emergencia para su conservación, más barata que una demolición
La Casa Lucías de Báguena o de los Ascoz-Sancho no corre riesgo de derrumbe y su derribo no está justificado en ningún caso, tanto porque no existe peligro de colapso total como por su gran valor y por tratarse de un bien protegido. Así lo señalan expertos en patrimonio de diversos ámbitos, quienes plantean que la realización de una actuación de emergencia resultaría mucho más económica que una demolición, al tratarse de un edificio de grandes dimensiones que generaría toneladas de escombros.
Desde la Asociación Fuset para el Patrimonio Rural, que opera principalmente en la zona del Campo de Daroca el Jiloca, indican que solo plantear su demolición constituye “una salvajada”. Así, para el arquitecto de esta asociación, Alberto Sánchez, resulta incomprensible que en el pueblo no se le da valor a este edificio porque “es valiosísimo y en un buen estado de conservación”, dice, para añadir que destruirlo sería “un atentado patrimonial”.
Con palabras en este mismo sentido se manifiesta Javier Ibáñez, que es arqueólogo y miembro de la Comisión Provincial de Patrimonio en Teruel, quien añade que es “el elemento más emblemático de la arquitectura civil del municipio y sería lamentable que se perdiera”.
Ibáñez asegura que la opción de su derribo “no es admisible bajo ningún concepto” y recuerda que en la fachada principal hay un escudo heráldico que, como todos los elementos de este tipo, está protegido de forma genérica por la Ley 3/1999. “La protección que corresponde a este escudo se extiende a todo el bien”, relata.
El alcalde, Arturo Galindo, argumenta que no tienen “intención” ni “especial empeño” en derruirla, sino que lo que han hecho es “informar a la propiedad de que eso no puede seguir así porque puede causar daños”, pero, lamenta, los propietarios les ignoran. “Se escudan en una ley que dice que el Ayuntamiento se tiene que hacer cargo, pero yo no puedo empeñar al ayuntamiento para que unos señores no se vean en nada”, comenta el edil.
Según describe Galindo, el techo del edificio “está prácticamente hundido” y “si cae hacia adentro no sería un problema, pero sí lo será si lo hace a las calles que rodean el edificio”. El responsable municipal comenta que este año el baile de las fiestas patronales de Báguena no se podrán celebrar en la plaza, como se hacen tradicionalmente.
Sin embargo, el arquitecto de la Asociación Fuset manifiesta que el edificio no está tan mal como plantea el Ayuntamiento. Detalla que los desprendimientos de la fachada son de las molduras de yeso porque no se ha actuado en ellas en 60 años, pero sería muy económico retirar aquellas que están sueltas. En cuanto a las cubiertas, precisa que el tejado que está en mal estado es el de la parte trasera, concretamente en la crujía de la parte de detrás, donde se ubica la zona de servicio, que ya está caída y, por tanto, no entraña riesgo.
Describe que el edificio interiormente tiene un gran valor, con una escalera imperial que ocupa tres plantas de alto, ventanas de alabastro, suelos de yeso y puertas originales. Alberto Sánchez reconoce que hay alguna gotera “pero la casa no está para tirar”.
Aseguran que con el coste de su demolición se puede de sobra consolidar todo el edificio para evitar que continúe deteriorándose. “Esa tendencia al derribo es incomprensible, y más cuando se trata del edificio civil principal”, asegura. Desde Báguena han recibido escritos planteándoles el riesgo que supone para los vecinos, pero los integrantes de la asociación Fuset les han respondido “que no existe tal peligro”.
El alcalde asegura que el Ayuntamiento no tiene presupuesto para llevar a cabo ni la demolición ni la consolidación y adelanta que no va a endeudar al pueblo para acometer una obra que responde a un propietario privado.
Se trata de una intervención que la administración local o autonómica podrían acometer de urgencia y luego debería pagar el propietario o el bien sería embargado, pero el consistorio no cuenta con fondos para adelantar esas obras, dice el alcalde.
Al parecer, los actuales dueños compraron el edificio para llevar a cabo una remodelación que finalmente no se hizo. Lo que sí construyeron es un chalé nuevo que ahora utilizan en lo que antiguamente era el huerto de la finca.
Javier Ibáñez plantea que el edificio, debido a sus grandes dimensiones, tiene muchas potencialidades y, precisamente su puesta en uso y funcionalidad es, a juicio del arqueólogo, la única forma de garantizar su pervivencia.
Desde la Asociación Fuset para el Patrimonio Rural, que opera principalmente en la zona del Campo de Daroca el Jiloca, indican que solo plantear su demolición constituye “una salvajada”. Así, para el arquitecto de esta asociación, Alberto Sánchez, resulta incomprensible que en el pueblo no se le da valor a este edificio porque “es valiosísimo y en un buen estado de conservación”, dice, para añadir que destruirlo sería “un atentado patrimonial”.
Con palabras en este mismo sentido se manifiesta Javier Ibáñez, que es arqueólogo y miembro de la Comisión Provincial de Patrimonio en Teruel, quien añade que es “el elemento más emblemático de la arquitectura civil del municipio y sería lamentable que se perdiera”.
Ibáñez asegura que la opción de su derribo “no es admisible bajo ningún concepto” y recuerda que en la fachada principal hay un escudo heráldico que, como todos los elementos de este tipo, está protegido de forma genérica por la Ley 3/1999. “La protección que corresponde a este escudo se extiende a todo el bien”, relata.
El alcalde, Arturo Galindo, argumenta que no tienen “intención” ni “especial empeño” en derruirla, sino que lo que han hecho es “informar a la propiedad de que eso no puede seguir así porque puede causar daños”, pero, lamenta, los propietarios les ignoran. “Se escudan en una ley que dice que el Ayuntamiento se tiene que hacer cargo, pero yo no puedo empeñar al ayuntamiento para que unos señores no se vean en nada”, comenta el edil.
Según describe Galindo, el techo del edificio “está prácticamente hundido” y “si cae hacia adentro no sería un problema, pero sí lo será si lo hace a las calles que rodean el edificio”. El responsable municipal comenta que este año el baile de las fiestas patronales de Báguena no se podrán celebrar en la plaza, como se hacen tradicionalmente.
Sin embargo, el arquitecto de la Asociación Fuset manifiesta que el edificio no está tan mal como plantea el Ayuntamiento. Detalla que los desprendimientos de la fachada son de las molduras de yeso porque no se ha actuado en ellas en 60 años, pero sería muy económico retirar aquellas que están sueltas. En cuanto a las cubiertas, precisa que el tejado que está en mal estado es el de la parte trasera, concretamente en la crujía de la parte de detrás, donde se ubica la zona de servicio, que ya está caída y, por tanto, no entraña riesgo.
Describe que el edificio interiormente tiene un gran valor, con una escalera imperial que ocupa tres plantas de alto, ventanas de alabastro, suelos de yeso y puertas originales. Alberto Sánchez reconoce que hay alguna gotera “pero la casa no está para tirar”.
Aseguran que con el coste de su demolición se puede de sobra consolidar todo el edificio para evitar que continúe deteriorándose. “Esa tendencia al derribo es incomprensible, y más cuando se trata del edificio civil principal”, asegura. Desde Báguena han recibido escritos planteándoles el riesgo que supone para los vecinos, pero los integrantes de la asociación Fuset les han respondido “que no existe tal peligro”.
El alcalde asegura que el Ayuntamiento no tiene presupuesto para llevar a cabo ni la demolición ni la consolidación y adelanta que no va a endeudar al pueblo para acometer una obra que responde a un propietario privado.
Embargo
Se trata de una intervención que la administración local o autonómica podrían acometer de urgencia y luego debería pagar el propietario o el bien sería embargado, pero el consistorio no cuenta con fondos para adelantar esas obras, dice el alcalde.
Al parecer, los actuales dueños compraron el edificio para llevar a cabo una remodelación que finalmente no se hizo. Lo que sí construyeron es un chalé nuevo que ahora utilizan en lo que antiguamente era el huerto de la finca.
Javier Ibáñez plantea que el edificio, debido a sus grandes dimensiones, tiene muchas potencialidades y, precisamente su puesta en uso y funcionalidad es, a juicio del arqueólogo, la única forma de garantizar su pervivencia.
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