María del Carmen Martínez, al fondo, durante la ponencia que impartió este viernes en la Fundación Santa María de Albarracín
Implicar a los habitantes del territorio es crucial en la protección patrimonial patrimonio
El caso de la Ribeira Sacra, en Galicia, sirve de ejemplo en Albarracín
La Ribeira Sacra de Galicia es un ejemplo de paisaje cultural donde la actividad vitivinícola comparte espacio con la turística y todo ello con dos ríos, el Miño y el Sil, como escenario en el que proliferan construcciones con interés histórico y artístico. Los pasos realizados por esta zona gallega para formar parte de la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco –logro que todavía está pendiente– y la importancia de contar con los habitantes del territorio e involucrarles fue el tema central de la mañana de este viernes en Albarracín, donde la directora general de Patrimonio Cultural en la Consellería de Cultura, Educación, Formación Profesional y Universidades de la Xunta de Galicia, María del Carmen Martínez Insua, explicó de forma detallada todo el proceso. La experta tomó parte en el Curso Aplicado de Paisajes Culturales, que en esta tercera edición se centró en el paisaje del agua y el curso del Guadalaviar.
Martínez Insua puso el acento en que lo fundamental no es el reconocimiento en sí, que planteó les colocaría “en un estatus diferente”, sino todo lo que ha aportado el proceso para llegar a él. Aseguró que iniciar el proceso, ya en la década de los 90, les ha permitido “tener un conocimiento importante y una cohesión entre todas las administraciones. Todo ello ha impulsado que se transmita al mundo entero y, sobre todo a los propios lugareños, que la Ribeira Sacra “es un paisaje excepcional, independientemente de que alcance o no el reconocimiento de la Unesco”.
Se trata de una proyección hacia el exterior pero, sobre todo, dijo, hacia el interior porque “los habitantes deben ser conscientes de que tienen la fortuna de vivir en un paisaje con unas condiciones, un patrimonio y una cultura excepcionales y esa forma de ver su vida les beneficiará a la hora de afrontar su día a día”, dijo.
Desarrollar la propuesta ante la Unesco supuso un enorme trabajo multidisciplinar y numerosas reuniones tanto con las distintas administraciones que operan en el territorio como con las empresas, el obispado, los viticultores y resto de agricultores y, sobre todo, la población en general. “Procuramos que antes de que se iniciase la incoación del expediente todo ese territorio fuera consciente de lo que suponía esa propuesta para ese paisaje cultural”, argumentó.
En esas reuniones, los asistentes tuvieron la oportunidad de plantear todas las dudas y también salieron a la palestra algunos de los bulos que se habían generado entre la sociedad gallega que habita entre los cauces del Sil y el Miño. Una de las cuestiones que plantearon es si se podría seguir podando las viñas, una práctica común a la que por supuesto el expediente de la Unesco no ha afectado en absoluto.
María del Carmen Martínez Insua argumentó que uno de los aspectos en los que tuvieron que hacer más énfasis es que era la actividad agrícola vinculada al cultivo de las vides una de las que imprimía carácter y configuraba el paisaje cultural de la Ribeira Sacra y, por tanto, no iba a verse alterada en absoluto. “Lo que pretendíamos trasladarles es que esta declaración lo que permitiría era que siguieran haciendo su actividad y mantener el paisaje vivo”, dijo la responsable en su ponencia en Albarracín.
También aclararon todas las actividades que, si se incoaba el expediente, iban a requerir autorizaciones por parte de patrimonio y las que no, para que la ciudadanía tuviera clara la nueva situación, aunque Martínez Insua aseguró que lo más importante era que no causaba afección ni condicionaba el día a día de los habitantes de la zona.
En el expediente que realizaron aglutinaron la inmensa mayoría de las peticiones formuladas por la población local. Con ese documento buscaban “una vinculación completa entre el patrimonio construido, el inmaterial y el paisaje” dijo la responsable de Patrimonio de la Xunta, porque “si no existe esa transversalidad es muy difícil de entender”.
Otro de los escollos que mencionó fue el informe que emitió el Icomos en el año 2021 y que la Xunta recibió con pesimismo. María del Carmen Martínez Insua comentó en Albarracín que entre los aspectos que valoraba como negativos era la despoblación del territorio pero, por otro lado, criticaba que el monasterio de Santo Estevo hubiera evolucionado hacia una instalación con una finalidad turística.
Esa negativa de la Unesco a la Ribeira Sacra supuso un “mazazo tremendo” para la población porque, como apuntó la ponente, “en el momento en que entras en la terna para ser patrimonio mundial es difícil de explicar al territorio que, aunque no lo consigas, ese paisaje cultural continua teniendo un valor extraordinario”. Precisamente esa situación fue la que les hizo ver aún más claramente que la declaración no debe ser el objetivo definitivo. Actualmente la Ribeira Sacra está de nuevo propuesta para ser patrimonio mundial.
Otro aspectos donde hizo hincapié es en la importancia que tiene que la gestión “esté perfectamente ensamblada con la gestión de ese territorio y ese paisaje”, aseguró. En su opinión, “la protección en si misma, sin una buena gobernanza, es un instrumento inútil”.
Martínez Insua también habló de otros aspectos durante el turno de preguntas que despertaron un gran interés entre los asistentes, como la afección que puede causar el turismo en el territorio. “La población no ven en el turismo un riesgo” y añadió que actualmente está equilibrada la cifra de visitantes con la de alojamientos”. No obstante planteó la necesidad de contar con un diseño de cómo se debe desarrollar el turismo par que sea sostenible porque “sino se corre el riesgo de que te devore y pierdas los valores y virtudes” de ese territorio, y detalló que la Ribeira Sacra es actualmente lo que es precisamente por estar apartada de la civilización.
Además de Martínez Insua, desde Galicia también participó en el Curso de Paisajes el coordinador de la candidatura a Patrimonio Mundial y arquitecto Mario Crecente.
Martínez Insua puso el acento en que lo fundamental no es el reconocimiento en sí, que planteó les colocaría “en un estatus diferente”, sino todo lo que ha aportado el proceso para llegar a él. Aseguró que iniciar el proceso, ya en la década de los 90, les ha permitido “tener un conocimiento importante y una cohesión entre todas las administraciones. Todo ello ha impulsado que se transmita al mundo entero y, sobre todo a los propios lugareños, que la Ribeira Sacra “es un paisaje excepcional, independientemente de que alcance o no el reconocimiento de la Unesco”.
Se trata de una proyección hacia el exterior pero, sobre todo, dijo, hacia el interior porque “los habitantes deben ser conscientes de que tienen la fortuna de vivir en un paisaje con unas condiciones, un patrimonio y una cultura excepcionales y esa forma de ver su vida les beneficiará a la hora de afrontar su día a día”, dijo.
Desarrollar la propuesta ante la Unesco supuso un enorme trabajo multidisciplinar y numerosas reuniones tanto con las distintas administraciones que operan en el territorio como con las empresas, el obispado, los viticultores y resto de agricultores y, sobre todo, la población en general. “Procuramos que antes de que se iniciase la incoación del expediente todo ese territorio fuera consciente de lo que suponía esa propuesta para ese paisaje cultural”, argumentó.
En esas reuniones, los asistentes tuvieron la oportunidad de plantear todas las dudas y también salieron a la palestra algunos de los bulos que se habían generado entre la sociedad gallega que habita entre los cauces del Sil y el Miño. Una de las cuestiones que plantearon es si se podría seguir podando las viñas, una práctica común a la que por supuesto el expediente de la Unesco no ha afectado en absoluto.
María del Carmen Martínez Insua argumentó que uno de los aspectos en los que tuvieron que hacer más énfasis es que era la actividad agrícola vinculada al cultivo de las vides una de las que imprimía carácter y configuraba el paisaje cultural de la Ribeira Sacra y, por tanto, no iba a verse alterada en absoluto. “Lo que pretendíamos trasladarles es que esta declaración lo que permitiría era que siguieran haciendo su actividad y mantener el paisaje vivo”, dijo la responsable en su ponencia en Albarracín.
También aclararon todas las actividades que, si se incoaba el expediente, iban a requerir autorizaciones por parte de patrimonio y las que no, para que la ciudadanía tuviera clara la nueva situación, aunque Martínez Insua aseguró que lo más importante era que no causaba afección ni condicionaba el día a día de los habitantes de la zona.
En el expediente que realizaron aglutinaron la inmensa mayoría de las peticiones formuladas por la población local. Con ese documento buscaban “una vinculación completa entre el patrimonio construido, el inmaterial y el paisaje” dijo la responsable de Patrimonio de la Xunta, porque “si no existe esa transversalidad es muy difícil de entender”.
Otro de los escollos que mencionó fue el informe que emitió el Icomos en el año 2021 y que la Xunta recibió con pesimismo. María del Carmen Martínez Insua comentó en Albarracín que entre los aspectos que valoraba como negativos era la despoblación del territorio pero, por otro lado, criticaba que el monasterio de Santo Estevo hubiera evolucionado hacia una instalación con una finalidad turística.
Esa negativa de la Unesco a la Ribeira Sacra supuso un “mazazo tremendo” para la población porque, como apuntó la ponente, “en el momento en que entras en la terna para ser patrimonio mundial es difícil de explicar al territorio que, aunque no lo consigas, ese paisaje cultural continua teniendo un valor extraordinario”. Precisamente esa situación fue la que les hizo ver aún más claramente que la declaración no debe ser el objetivo definitivo. Actualmente la Ribeira Sacra está de nuevo propuesta para ser patrimonio mundial.
Otro aspectos donde hizo hincapié es en la importancia que tiene que la gestión “esté perfectamente ensamblada con la gestión de ese territorio y ese paisaje”, aseguró. En su opinión, “la protección en si misma, sin una buena gobernanza, es un instrumento inútil”.
Martínez Insua también habló de otros aspectos durante el turno de preguntas que despertaron un gran interés entre los asistentes, como la afección que puede causar el turismo en el territorio. “La población no ven en el turismo un riesgo” y añadió que actualmente está equilibrada la cifra de visitantes con la de alojamientos”. No obstante planteó la necesidad de contar con un diseño de cómo se debe desarrollar el turismo par que sea sostenible porque “sino se corre el riesgo de que te devore y pierdas los valores y virtudes” de ese territorio, y detalló que la Ribeira Sacra es actualmente lo que es precisamente por estar apartada de la civilización.
Además de Martínez Insua, desde Galicia también participó en el Curso de Paisajes el coordinador de la candidatura a Patrimonio Mundial y arquitecto Mario Crecente.
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