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El curso de Paisajes Culturales de la Fundación Santa María aboga por preservar la zona de la huerta de Albarracín El curso de Paisajes Culturales de la Fundación Santa María aboga por preservar la zona de la huerta de Albarracín
Los participantes en el curso, durante una de las sesiones de trabajo de campo en el paseo fluvial junto al Guadalaviar

El curso de Paisajes Culturales de la Fundación Santa María aboga por preservar la zona de la huerta de Albarracín

La vega es un espacio totalmente unido al conjunto histórico y defienden su conservación
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Cruz Aguilar
La III edición del Curso Aplicado de Paisajes Culturales que este viernes concluyó en la Fundación Santa María de Albarracín y que ha prestado atención al cauce del Guadalaviar, donde los expertos plantean la necesidad de preservar las huertas que hay en la zona del Arrabal así como las estructuras, tanto acequias como edificios ligadas a ellas.  Un total de 18 investigadores tanto del ámbito de la geografía como de la gestión cultural o la arquitectura han participado a lo largo de esta semana en una actividad eminentemente práctica con un intenso trabajo de campo para obtener un diagnóstico con el que establecer posibles directrices de actuación.

Así, la arquitecta y paisajista Patricia Hernández, que es docente en la Universidad Politécnica de Madrid y directora de la Fundación Miguel Aguiló y además codirige el Curso Superior de Paisajes de la Fundación Santa María junto con la arquitecta Ana Almagro, planteó la necesidad de estudiar todo el patrimonio hidráulico que hay en la ribera del Guadalaviar como paso previo a su puesta en valor y a darlo a conocer entre los vecinos, algo primordial “para que lo sientan parte de ellos”.

Hernández matizó que en la zona de la vega hay dos acequias importantes que estructuran y vertebran el territorio. También hay muchas huertas que se mantienen, pero comenta que antes había unas estructuras parcelarias longitudinales y ahora muchas están unificadas, lo que  “cambia la visión del paisaje”.

Casas de labor

 
Otro aspecto que los expertos destacan son las casas de labor que hay en las huertas y que están asociadas a las casonas que las grandes familias tienen en el casco urbano de la ciudad. La arquitecta alerta de que hay que poner especial cuidado en no perder ni los elementos estructurales, como las acequias o el barranco, ni los huertos existentes. Recalca que el abandono de esos cultivos daría pie a nuevas construcciones y urbanizaciones que llevarían a la pérdida de la franja de la vega, “que forma parte del paisaje cultural de Albarracín”. Insistió en que así como el casco urbano es Bien de Interés Cultural, esa protección no afecta a la zona baja, un “paisaje indisolublemente unido” al conjunto histórico.

Además de la zona de la vega, el curso del Guadalaviar a su paso por Albarracín transita por otra zona más cercana al casco urbano y donde ya existe una ruta por ese paisaje fluvial. A juicio de los analistas que estos días han trabajado en Albarracín, este espacio está bastante bien conservado, aunque plantean que se podrían realizar acciones de limpieza y de mantenimiento. Otra de las propuestas que van a incluir en el informe de conclusiones es la sustitución de los vallados por “otros más armoniosos con el paisaje” así como unificar las distintas barandillas.


Abandono de huertos


Además de las cuestiones puramente estéticas, los expertos también se muestran preocupados por el abandono de esas pequeñas huertas asociadas al río, unos espacios que “tienen un carácter fundamental en la cultura de ese paisaje del agua”, aseguró Patricia Hernández. En esta zona también alertan de la importancia de catalogar y poner en valor el patrimonio hidráulico.

Todas estas cuestiones se recogieron en el diagnóstico elaborado por los alumnos y profesores y que servirá de base para las actuaciones que se puedan realizar en el entorno del cauce del Guadalaviar.

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