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En Teruel hay más de 70 puentes de tipología antigua, pero ninguno de ellos es romano En Teruel hay más de 70 puentes de tipología antigua, pero ninguno de ellos es romano
El puente de Calamocha es de origen medieval, como queda patente por sus características, pero en el pueblo se conoce como “el puente romano”. Calamocha TV

En Teruel hay más de 70 puentes de tipología antigua, pero ninguno de ellos es romano

En el Jiloca hay tres que Martín Almagro atribuyó a Roma y aún hoy ‘se resisten’ a ser medievales
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Cruz Aguilar

De los más de 70 puentes que hay en la provincia de Teruel de los denominados sin ingeniero, es decir, de piedra y tipología medieval, ninguno fue construido por los romanos. El ingeniero de caminos, canales y puertos Carlos Casas, que ha investigado y catalogado muchos de los puentes turolenses, explica que la mayor parte de los antiguos son de tipología medieval, lo que no quiere decir que se construyeran en esa época, puesto que algunos se levantaron incluso después del siglo XVIII. Aunque la creencia popular atribuye a los romanos buena parte de los más antiguos, la realidad es que en todo Teruel no hay actualmente un solo puente levantado durante la época de ocupación de Roma.

Hay un dato en este sentido que es clave, como apunta Carlos Casas, que precisa que todos los diseñados por los romanos tienen una anchura mínima de 4,5 metros, dato que no encaja con ninguno de los existentes en la provincia. Sin embargo, el experto asegura que ha tenido que preguntar “por el puente romano” en varias localidades como única forma de llegar hasta esa construcción de piedra que nadie conoce por otro nombre. En algunos casos el arraigo ha sido tan fuerte que incluso se han señalizado de forma errónea, como aún se puede comprobar en la zona del Jiloca.

Atribuciones erróneas

Es habitual en el medio rural atribuir a los moros y romanos todo aquel resto o construcción del que no se tiene constancia de la fecha de construcción.

El arqueólogo e historiador Julián Ortega explica en un artículo publicado en el año 2000 en el número 26 de la revista Xiloca el motivo por el que las “sólidas construcciones públicas”, como los puentes o fuentes, se adscriben a los romanos. Alude tres causas principales, la primera porque las fechas son más recientes, la mayoría se construyeron a partir del siglo XVI, lo que permite una mejor conservación, “a diferencia de los restos generalmente medievales o premedievales que son adscritos a los moros”, especifica. El segundo motivo es que no existe memoria familiar sobre la construcción de estas obras, pese a que están erigidas un siglo o dos antes. En tercer lugar, continua Ortega, “por la influencia de la erudición de origen urbano”.

Documento original de 1934 que acredita que el puente es de origen medieval

Ortega en este artículo de la revista Xiloca matiza sobre el de Calamocha que “hubo un tiempo en el que su puente no fue romano sino árabe” y así aparece en un mapa anexo al estudio técnico sobre la variante del trazado de Caminreal a Zaragoza a su paso por la localidad del año 1930.“No está del todo claro cuando el puente dejó de ser moro para convertirse en romano, aunque todo parece indicar que este proceso pudo estar ya avanzado en los años cuarenta”, apunta Julián Ortega.

El arqueólogo matiza que fueron los discursos de “especialistas” foráneos los que dieron total legitimidad a la romanización del puente, algo que se convirtió en definitivo de la mano de Martín Almagro Basch y Antonio Beltrán, pesos pesados del mundo de la arqueología que en 1940 y 1954, respectivamente, realizaron descripciones tipológicas atribuyendo a Roma la construcción de los puentes de Calamocha, Entrambasaguas, en Luco del Jiloca, y Lechago.

El prestigio del Imperio

Los criterios científicos están basados, comenta Ortega, “en estudios morfotipológicos y en la idea, todavía extendida en ese momento entre parte de los investigadores, de que cualquier infraestructura sólida tenía un origen romano”.

También influyó, destaca el investigador del Centro de Estudios del Jiloca Emilio Benedicto que en los años 50, con el nacionalcatolicismo como ideología predominante, “ser romano daba enjundia a un puente y a una localidad, mientras que ser árabe no daba ningún prestigio”, por eso los eruditos locales los atribuían a los romanos, para dar un valor histórico al bien.

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Con este caldo de cultivo, el que bautizó realmente los puentes de Calamocha fue el arqueólogo Martín Almagro Basch, que en 1940 escribió un artículo en la revista especializada en arqueología Ampurias, donde calificaba el puente de Luco como “uno de los más bellos ejemplares de España y el mejor resto que nos queda de aquel camino imperial”. En ese artículo fechaba el bien en el siglo I antes de Cristo, una cronología que se mantiene a fecha de hoy incluso en la página web oficial de Patrimonio Cultural de Aragón del Gobierno de Aragón. Estos puentes están declarados Bien de Interés Cultural (BIC).

Falsa romanización aún viva

El interés por mantener viva la falsa romanización de este puente llega hasta el año 2010, cuando la propia Comarca del Jiloca en su colección El patrimonio cultural de la Comarca del Jiloca, publica, bajo la coordinación del CEJ, un tomo dedicado a los caminos y puentes, a cargo de Pascual Crespo y mantiene intacto el discurso de Martín Almagro de hace 75 años.

Más rigor aplican los investigadores Mercedes Rubio y Emilio Benedicto, que en su artículo Los caminos y puentes medievales en la Comunidad de aldeas de Daroca. Los ejemplos de Entrambasaguas (Luco del Jiloca) y Almada (Villareal de Huerva), publicado en la revista Xiloca 44 actualizan la cronología y justifican esos errores a que los principales caminos reales se identificaron en el Jiloca con antiguas vías romanas y, por tanto, “todas las infraestructuras localizadas sobre ellos han sido adscritos a esta cronología, obviando que durante la Edad Media la reparación y la construcción de puentes fue muy intensa”.

En ese artículo se hace además referencia al documento hallado en el que se encarga la construcción del puente en el año 1434 y se incluye la traducción del legajo, donde incluso se detalla lo que se pagó por él, que fueron algo más de 6.000 suelos, “una cantidad muy importante para el momento, con los que se pretendía realizar una intervención muy potente arquitectónicamente”, señalan los autores en la publicación.

Ni en la página web oficial del Gobierno de Aragón ni la del Ayuntamiento de Calamocha, del que depende el que hay sobre el Jiloca en la localidad y también el de Luco, pedanía calamochina, se ha cambiado la cronología de ambos puentes pese a que no hay ningún investigador riguroso que la mantenga pero, además, hace unos años se localizó el documento que fija en el siglo XV el encargo del de Luco.

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