El decaimiento forestal por sequía afecta a masas de árboles de toda la provincia
La falta de agua y las altas temperaturas provocan la desecación de ramas e incluso la muerteLos técnicos del Servicio Provincial de Medio Ambiente han detectado decaimiento por sequía en masas forestales de toda la provincia. Los primeros síntomas se descubrieron a la salida del invierno de 2023 y desde entonces en algunas zonas, como la de la Sierra de Gúdar o el Maestrazgo, se han incrementado sustancialmente. En otras, como la Sierra de Albarracín, las precipitaciones han propiciado una recuperación en los rodales afectados.
El fenómeno, que algunos denominan la seca, se produce debido a un doble estrés para la vegetación. Por un lado el provocado por la falta de precipitación, que causa estrés hídrico, a lo que se suman las elevadas temperaturas que causan estrés fisiológico. Todo ello hace que en algunos árboles, sobre todo aquellos que se encuentran en las laderas con mayor insolación, en suelos más pedregosos o en zonas con gran densidad arbórea, se sequen parte de las ramas e incluso puedan llegar a morir, un hecho que han constatado muchos vecinos de prácticamente todos los pueblos del Maestrazgo.
El responsable de Sanidad Vegetal en el Servicio Provincial de Medio Ambiente de Teruel, Felipe Rosado, concretó que los problemas derivados de la sequía no son nuevos, sino han tenido lugar antes, en otros ciclos registrados durante los años 80 y 90 del pasado siglo, pero reconoce que nunca de forma tan intensa. “Los efectos que hemos visto a partir del año 2023 han sido más fuertes que los años anteriores”, dijo, y matizó que influye no sólo la falta de lluvia, sino las elevadas temperaturas que se han registrado.
Concretó que la mortalidad en algunos corros comenzó a detectarse en el inicio de la primavera de 2023 y en un principio fue en áreas muy reducidas, pero luego comprobaron que se extendía a rodales más amplios. En algunas zonas se han localizado hasta 80 hectáreas forestales afectadas. En ellas, aunque no todos los árboles están muertos, sí tienen un gran porcentaje de marchitamiento o decoloración en algunas o muchas de sus ramas.
El origen
Felipe Rosado detalló que 2020 fue un año con un nivel de lluvias superior al normal, pero 2021 ya fue poco lluvioso en primavera, que es el momento en el que empiezan a crecer las plantas, mientras que 2022 y 2023 fueron extremadamente secos, aunque reconoció que la precipitación de junio “calmó un poco el tema de incendios”. En este 2024 las precipitaciones han sido de nuevo escasas “y nos hemos enfrentado a un verano muy seco”, argumentó el experto en Sanidad Vegetal, quien añadió que el agua disponible en el suelo es insuficiente y provoca debilitamiento por sequía y estrés hídrico en las plantas.
Los árboles sobrepasan la generación humana y, aunque en la provincia es difícil encontrar masas con una longevidad de más de dos siglos, muchos de ellos sufrieron ya las sequías de las décadas de 1980 y 1990, así como la posteriores, ya en el presente siglo, y “esto produce como un efecto acumulativo”, concreta el experto, de forma que, aunque son capaces de tolerar sequías, no toda una serie.
A ello se suma el cambio climático global que ha provocado récords de temperatura tanto por acumulación de días con más de 35ºC en el termómetro como, sobre todo, por las mínimas, que “ahora son más altas que años atrás”. Este aumento del calor provoca que la vegetación deba transpirar más para poder sobrevivir y mantenerse viva, algo difícil en superficies secas.
“Los vegetales absorben el agua del suelo y, sino la hay, se produce una rotura de los vasos y empiezan a marchitarse”, describió el experto forestal.
El comportamiento de las plantas es diferente según su especie, las coníferas y los pinos tienen acículas, que son hojas muy estrechas para minimizar la evaporación que, además, se caen cuando hay sequía y no tienen posibilidad de crecimiento. Además, si se secan por la sequía no se recuperan. También las frondosas pierden la hoja, pero su capacidad de recuperación tras un periodo de estrés es mayor, al igual que la de las arbustivas.
Los casos por zonas
En toda la provincia se han detectado casos de mortalidad de masas forestales desde la primavera de 2023 y desde el Servicio Provincial están llevando a cabo un seguimiento de las afecciones, tanto para conocer qué porcentaje de árboles se han secado con respecto al total, como para analizar la decoración o la defoliación de los que han sobrevivido. Felipe Rosado detalló que son datos que sirven para documentar ese decaimiento y cada año se actualiza el informe con el fin de conocer si se ha estabilizado, se ha recuperado o ha ido a peor.
Los primeros indicios de decaimiento forestal por sequía se detectaron a la salida del invierno de 2023 en las localidades de Villahermosa del Campo, Fuenferrada Bádenas o Cucalón, entre el Jiloca y las Cuencas Mineras, donde algunos corros de árboles y rodales de varias hectáreas se decoloraban y llegaban a secarse.
El Rebollar en Cantavieja
Fue en junio cuando también se detectó en Cantavieja, concretamente en la zona del Rebollar, esa sequía de árboles cuyos daños se ha ido extendiendo a consecuencia de la sequía.
En mayo y junio notaron de forma súbita el mismo efecto en la zona de Gargallo, Estercuel y Torre de las Arcas, donde algunas zonas con Pinus pinaster natural y otras repobladas con Pinus nigra se secaban. El fenómeno continuó por la zona de Castel de Cabra, La Zoma y Palomar de Arroyos, con importantes repoblaciones de laricio en julio y agosto. Ya en septiembre el decaimiento llegó al entorno del embalse de Calanda, en el Bajo Aragón.
Este 2024 la zona más afectada por este debilitamiento de la masa arbórea es el valle del Mijares y entre las localidades están Gúdar, Albentosa, Formiche, Puertomingalvo y Allepuz. En este territorio Rosado argumentó que hasta las coscojas, que son arbustivas, perdían las hojas y se marchitaban, aunque se trata de una especie con capacidad de rebrotar, algo que se produjo en algunas zonas gracias a una fuerte tormenta que descargó hasta 60 litros por metro cuadrado.
Por otro lado, en el caso de los pinos carrascos, el muérdago es una planta hemiparásita que le quita el agua que el propio pino reduce para sobrevivir y acaba causándole la muerte.
Palomar de Arroyos
La sequía puede matar a los árboles de manera directa o provocar un debilitamiento que favorece que enfermen a causa de otros agentes. Es el fenómeno que se ha producido en Palomar de Arroyos, donde hay rodales que lo están pasando mal por la sequía, han perdido el vigor y son más vulnerables al ataque de un pequeño coleóptero, Tomicus minur.
Otros factores que afectan es la propia orientación de las masas y también la falta de gestión, ya que las elevadas densidades hacen que todos los individuos no se puedan desarrollar y colapsan la masa, produciéndose mortalidades muy extendidas.
Por otro lado, Rosado concretó que algunas zonas antes muy favorables para el pino silvestre ahora no lo resultan tanto y se está viendo cómo mueren ejemplares de esta especie y son sustituidas por otras de forma natural. “Necesita 250 milímetros en primavera y verano y un año igual puede aguantar sin ellos, pero más, no”, aseguró.
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