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El Castellar invoca al oráculo para dar a conocer la herencia grecolatina  que ha llegado hasta hoy El Castellar invoca al oráculo para dar a conocer la herencia grecolatina  que ha llegado hasta hoy
Los asistentes durante el taller en el que se invocó al oráculo

El Castellar invoca al oráculo para dar a conocer la herencia grecolatina que ha llegado hasta hoy

Medio centenar de personas se familiarizan con la medicina que ha llegado de Grecia o los mitos romanos
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Cruz Aguilar
La esencia de rosas o la crema de aceite de oliva que hoy se pueden encontrar en cualquier comercio de cosméticos eran ya habituales en la antigua Grecia, donde convivían con la cicuta y recibían, todos ellos, el nombre de fármacos, que tiene tanto el significado de remedio como el de veneno. Las plantas medicinales, los oráculos y las creencias fueron los temas elegidos en las III Jornadas de Cultura Clásica que se celebraron este sábado en El Castellar y que concentraron a medio centenar de personas.

Varios profesores de latín y griego se ocuparon de explicar algunas cosas de los clásicos que eran desconocidas para la mayoría del público pese a que forman parte de su día a día. Así, el símbolo de la mujer, tan utilizado para reivindicar el feminismo, representa realmente el espejo de Afrodita y responde a la visión de la mujer que había en la antigüedad, donde una de sus funciones era estar guapa para agradar al hombre, según explicó este sábado Esteban Berchez, que es profesor de latín en IES La Morería de Mislata e impulsor de las jornadas en El Castellar, su pueblo de veraneo.

Los asistentes no sólo aprendieron muchas cosas del mundo grecorromano, sino que fabricaron sus propios amuletos de la felicidad ­­–con nueces, arroz y lentejas, que simbolizan también la fecundidad–; elaboraron ungüentos y degustaron platos con ingredientes de la antigua Grecia que han llegado hasta hoy.

Entre el medio centenar de personas que asistieron a las Jornadas Clásicas, organizadas por la Asociación El Castellar en Acción, había vecinos de la localidad y propietarios de segundas residencias que acuden asiduamente, pero también personas de municipios cercanos y de otros más alejados que se desplazaron expresamente.

Desde niños a personas ya jubiladas, las edades eran muy variadas pero todos acudieron para familiarizarse con la cultura grecorromana, que dejó a Hispania en herencia gran parte de los inventos, vocablos y formas de proceder que se utilizan hoy. “Aquí mostramos algunas de esas curiosidades que han llegado hasta nuestros días”, explicó Berchez, quien añadió que las actividades están enfocadas de forma lúdica para que resulten más atractivas para el público en general.

El profesor de latín y griego Víctor Caño se ocupó del taller dedicado a los remedios medicinales y en él mostró algunos de los que todavía se emplean como el jabón de Alepo, hecho con aceite de laurel y aceite de oliva, o la piedra selenita, a la que se atribuyen poderes para evitar el mal de ojo.

Habas afrodisíacas


También habían habas, que los egipcios y algunos griegos no comían porque las asociaban con la ultratumba al tratarse de vainas huecas que albergan un fruto en su interior. Sin embargo, había quienes les atribuían poderes afrodisíacos porque el grano tiene forma de testículo, descubrió Caño a los asistentes.

“En esta mesa están los principios de la medicina, se hacían sus propios remedios”, detalló el profesor. Ser médico se consideraba un oficio como cualquier otro y cobraban a sus pacientes por los servicios. “Había algunos remedios que funcionaban y otros que no”, reconoció Víctor Caño, quien añadió que “el propio Hipócrates dice en sus textos que si al noveno día no hay respuesta se tiene que cambiar de remedio”.
Junto con los elementos vegetales y los productos cosméticos industriales similares a los que elaboraban los médicos griegos, en la mesa había también algunos elementos curiosos, como un frasco de perfume comprado mismo con forma de manzana y dorado: “Es el mito de la manzana de oro, como símbolo de femineidad y perversión, que sigue hoy vivo”, especificó el docente.

“Muchas veces no somos conscientes de nuestros orígenes y no entendemos el uso de ciertas palabras o costumbres que se mantienen”, explicó Elisa Lluch, que es profesora de griego y una de las docentes de la jornada.

Los símbolos de la farmacia, la medicina o el arroz de las bodas proceden del mundo clásico. “El arroz es el símbolo de la felicidad y la fecundidad y por eso se echa sobre los novios”, dijo Berchez, quien añadió que antes también se tiraban nueces, otro alimento con esa simbología.

Los oráculos son habituales en la literatura griega y a ellos acudían los guerreros para conocer su suerte en las guerras. Pero el mensaje era indirecto y tenía múltiples interpretaciones, de forma que la decisión siempre la tomaba el protagonista de la acción. A modo de ejemplo, explicaron que a  Filipo II el oráculo de Delfos le dijo que debía luchar con “lanzas de plata”, y el consejo le fue bien puesto que lo interpretó como un soborno a los enemigos que le valió la victoria.

Además del oráculo, en la Edad Antigua también contaban con adivinos, normalmente hombres que gozaban de gran prestigio entre la población ya que su misión era interpretar las señales de los dioses, según matizó Lluch. La profesora describió que de la magia se solían ocupar las mujeres, que estaban muy mal vistas porque, en su caso, sí pretendían cambiar el curso de los acontecimientos, ayudadas a veces por plantas medicinales, y “cuantos más conocimientos tenían era peor porque generaban envidia”, dijo.

Se trata de la tercera edición de las Jornadas Clásicas que se celebran en El Castellar y mientras que las dos primeras se dedicaron a aspectos generales de esta cultura, estas terceras se han centrado en la adivinación y la medicina. Esteban Berchez planteó que en próximos años también apostarán por abordar un tema monográfico y entre los que barajan está el deporte, los viajes, la psicología, la botánica, la fauna, la astronomía y la física o las matemáticas, campos todos ellos en los que la sociedad actual debe mucho al mundo clásico.


Aprender historia de forma divertida y práctica


A lo largo de los talleres desarrollados en El Castellar se desgranaron múltiples datos y anécdotas, siempre con gran rigor histórico, con el objetivo de que los 50 participantes aprendieran historia pero de forma más divertida y accesible. Es el tercer año que la Asociación El Castellar en Acción organiza esta actividad cultural y la participación demuestra que genera mucho interés y no sólo en la propia localidad.

Esperanza Benedicto, vecina de la localidad, lleva asistiendo los tres años en lo que para ella es “una reunión entre amigos en la que ves cosas de otras culturas que no sabes”. También su compañera, María Ángeles Guillén, destacó la convivencia y lo mucho que aprendió. Carmen Biel, que se desplazó desde Villalba Baja y es profesora alabó la “información bien contrastada” que se lanzó durante los diferentes talleres. Aseguró que es una forma óptima de llegar a la gente y subrayó la importancia que tiene realizar este tipo de actividades en los pueblos para “dinamizarlos y darlos a conocer”. Su amiga Ana Gil, que acudió ex profeso desde La Puebla de Arenoso aseguró que se trataba de una actividad de mucho nivel: “No me esperaba una transmisión de conocimiento tan interesante y lúdico”, argumentó.

Las jornadas, que los docentes realizaban en sus institutos, se han extrapolado a varios municipios de la Comunidad Valenciana, según explicaron los organizadores.
 

Almuerzo a la griega


Portokalópita, o pastel de naranja, tirópita, que es una especie de pizza de queso, o la típica salta tzatziki, que no falta en ninguna mesa griega, fueron los platos elegidos para el almuerzo helénico que disfrutaron los participantes de las III Jornadas Clásicas de El Castellar.  

Los ingredientes utilizados para su elaboración, como la masa filo, el pepino, la naranja o el yogur, son habituales en muchas cocinas españolas, pero la combinación realizada en El Castellar sorprendió a los asistentes. También degustaron los figatells, unas bolas hechas con hígado y magro de cerdo y cocinadas al horno.

“El aceite de oliva está en todo”, explicó la profesora de griego y cocinera de algunos de los platos Elisa Lluch, al igual que la masa filo, que aunque no existía en la Edad Antigua, sí usaban el pan. Tampoco sería igual el tzatziki, comentó Lluch, pero todos los ingredientes que se utilizan sí los conocían ya, porque está hecho a base de pepino, yogur, menta fresca, sal y pimienta, que es una especia muy presente en la comida griega.

Todas las actividades se realizaron en la plaza y el pórtico de El Castellar, donde se instalaron diversas mesas y paneles. Además, el recital poético con música con el que se cerró el acto se llevó a cabo en el salón de actos del consistorio.



 
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