Punto y final, o quizás sea un punto y aparte sin aún saberlo. El caso es que Miguel Rivera deja de ser el entrenador del Club más importante de nuestra provincia después de muchos años a sus espaldas. Un poco de sabor agridulce después de cuajar una mala temporada, sin títulos (algo a lo que ya parece que estábamos muy bien acostumbrados), con lesiones y múltiples problemas que han mermado el juego de los naranjas y sus resultados. Pero echando la vista atrás, mirando los más de 6 años que nuestro hasta ahora míster ha estado en Teruel, no se puede más que estar agradecido a su trabajo, que seguro ha sido duro, muy intenso, como lo requiere el deporte profesional.
Y es que llevar nuestro nombre por Europa dejando el pabellón bien alto, y además conseguir muchos títulos en todas esas temporadas no es tarea fácil, aunque a veces lo parezca, y por eso tras ver lo difícil que ha sido esta última temporada quizás podamos ver el verdadero mérito de lo que a veces parece sencillo y damos por sentado, ganar partidos y ganar títulos en la élite tiene detrás mucho trabajo, mucha dedicación, muchas horas de insomnio, es tremendamente complicado y finalmente y no siempre se consiguen los frutos.
Es por ello que toda la afición, y en realidad todo Teruel tiene que estar agradecido a Rivera, que ha hecho más grande al CV Teruel y al deporte en nuestra ciudad. Y seguro que el agradecimiento es mutuo, porque ha tenido detrás a la mejor afición. Todo un seleccionador nacional ha estado defendiendo también nuestros colores, no sé si ha pasado o pasará en algún otro deporte, pero seguro es motivo de orgullo.
Así que ahora toca mirar al futuro, un cambio de ciclo, donde el primer paso será buscar el recambio adecuado y a partir de ahí planificar la próxima temporada, en busca de esas victorias que se nos escaparon este año, de esos títulos que nos gusta tanto festejar, de volver a sentir el pabellón abarrotado vibrando con su equipo.