

Juan José Omella, cardenal y arzobispo de Barcelona: “En cada concilio quien entra papa sale cardenal, lo que seguiré siendo si Dios quiere”
El turolense rechaza influencias y dice que saldrá el más preparado para los retos de la IglesiaEl cardenal turolense Juan José Omella, entre los candidatos a suceder al papa Francisco
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El arzobispo de Barcelona, el turolense Juan José Omella (Cretas, 1946) es uno de los 135 cardenales que pueden elegir y ser elegidos nuevo papa de la Iglesia Católica esta primavera. No tiene interés en acceder al más alto cargo, si bien espera que los purpurados sepan elegir un sumo pontífice fiel al Evangelio que comulga con el Aggiornamento del Concilio Vaticano II y la doctrina establecida en el Sínodo de Francisco.
-¿Ha recibido muchas llamadas de Cretas desde que falleció Francisco? Estarían encantados en su pueblo de que usted fuera el próximo papa.
-Estos días les he respondido a los periodistas que preguntaban sobre la quiniela de los 12 posibles candidatos, según un medio italiano, que me alegra mucho estar allí, porque en cada concilio quien entra papa sale cardenal, que es lo que seguiré siendo si Dios quiere.
-Tiene pendiente desde 2021 que el Vaticano acepte su renuncia a arzobispo de Barcelona, como es preceptivo tras cumplir 75 años. Pero usted acaba de cumplir 79 y todavía puede postularse a papa.
-La renuncia está presentada y tan solo hay que esperar a que el papa la acepte. Y los nombramientos que tengo en Roma, tanto en el Dicasterio para los Obispos como el Consejo de Cardenales, son hasta los 80 años. A mí me queda un año y después tendré que dejarlo todo, así que paso a jubilarme (sonríe).
-¿Cuántos son en el Consejo de Cardenales y qué funciones tiene este organismo?
-Somos nueve, el C-9 que se llama. Se trata de un consejo asesor del papa para gobernar mejor. Salió del anterior cónclave para que el sumo pontífice no esté solo ante la toma de las decisiones más importantes que afectan a todo el mundo. Forma parte de la curia romana. Hay cardenales de América, de Europa, de África y de Asia. Somos dos españoles.
-Son ustedes los más próximos a Francisco, entonces.
-Somos los más próximos y le asesoramos. Planteamos problemas, dificultades, le damos nuestra opinión en temas como la paz, la presencia de la mujer en la Iglesia, la aplicación del Sínodo en las diferentes Conferencias Episcopales para llegar a todos los rincones con el mensaje de Jesús.
-¿Tal vez por esta cercanía a Francisco es por lo que se ha interpretado que usted es uno de los favoritos, en caso de que los cardenales elijan un perfil en la línea del argentino?
-Los periodistas ponéis los nombres que os parecen, pero las quinielas nunca aciertan. Eso es lo que la tradición cuenta: aquellos que entran muy papables, salen muy cardenales. Hay que estar abiertos siempre a las sorpresas.
-¿Qué desafíos tendrá por delante el nuevo papa?
-Aquellos que tiene la sociedad y la Iglesia en nuestro tiempo. Hay que adaptar el Evangelio para seguir evangelizando hoy al mundo, y aplicar el mensaje de Jesús a la nueva realidad. Es un mensaje de concordia, de paz, de libertades, de sanación y salvación. La Iglesia lo va aplicando según los tiempos. La sociedad de hoy no es la de hace siglos. Ya en el Concilio Vaticano II (1962) se acuñó el término del Aggiornamento para actualizar la Iglesia católica, para responder a los retos del mundo. Es lo que ha hecho Francisco con el Sínodo, que pone al día ese concilio para responder a la sociedad de hoy sobre cuestiones como familia, paz, inmigrantes, vida, pobreza y otros retos permanentes que hay que trabajar. Se busca escuchar las voces de todos los miembros de la Iglesia.
-¿Cabe desear una línea continuista en el nuevo papa?
-No es tanto continuidad como fidelidad al Evangelio de Jesucristo, al Concilio Vaticano II, al Sínodo y a continuar siendo fieles a la misión de la Iglesia. Pero siempre desde el Evangelio; si no, estamos haciendo acción social o política.
-¿Seguirán cabiendo todos en la Iglesia, como decía Francisco, después del próximo cónclave?
-Claro, es que ese es el Evangelio. El papa lo ha dicho. Caben todos, lo que traducido significa: ricos y pobres, pecadores y no, los que buscan y los que encuentran. Como en una familia. Una familia puede tener seis, siete, cuatro hijos, y uno sale más inteligente, otro nace con discapacidad... A todos se les quiere, pero de distinta manera. A algunos hay que apoyarles más, lo necesitan.
-Pidió el lunes de Pascua que Dios ilumine a los cardenales. ¿Qué requisitos deberían tener en cuenta los purpurados para la elección del nuevo jefe de la Iglesia católica?
-Como en todas las elecciones de papa, tenemos que ver cuáles son los retos de la sociedad y la Iglesia hoy, y ante estos retos elegir a la persona que podría responder mejor. En un diálogo previo que tenemos, no se postula nadie y vamos hablando. Desde una actitud orante, pidiendo al Espíritu Santo que nos ilumine para sacar entre todos al papa que queremos para estos tiempos.
-¿Y cuánto tiempo se dan para este proceso?
-Lo que haga falta. Nunca he estado en un cónclave (a Omella lo nombró Francisco), pero puede durar tres o cuatro días y, en todo caso, dos semanas podría ser suficiente. Pero no lo sé.
-¿Cómo es un cónclave? ¿Qué tiene usted que hacer en los próximos días?
-De momento voy a ir a Roma y participaré en las reuniones de los cardenales para ir preparando el entierro del papa, el próximo sábado. También empezaremos a hablar de cómo vemos las cosas de cara al cónclave.
-¿Cuánto hay de geopolítica y de presión internacional en la elección de un papa?
-Los políticos viven un ritmo y nosotros vivimos otro, y los periodistas vivís otro. No nos dejamos influir. Tenemos que escuchar quién es el mejor para este momento, desde la oración.
-¿Qué legado deja Francisco para la cristiandad y el mundo?
-Sólo ver la conmoción que ha despertado su pérdida da la medida de lo que se hizo querer, por su cercanía y por ser un hombre coherente con lo que hacía y decía. Trataba de vivir el Evangelio desde la sencillez, desde la pobreza. Nos ha dado un hilo conductor: el Evangelio hay que vivirlo con alegría. En segundo lugar, el Evangelio se encarna a través de una vida de comunión y de amor al Señor, y él rezaba mucho, todas las tardes ratos largos. Hay que tener contacto con la oración y comprometerse con los más pobres, tratando de vivir más la paz, la convivencia, la solidaridad y ayudar a los que más lo necesitan: los inmigrantes, los pobres que huyen de un país en guerra y hambre. Y tenemos que ser solidarios y los ricos no desentendernos de los pobres. Es un legado muy bonito, ojalá podamos seguir viviéndolo. Murió con las botas puestas, hasta el último momento con un mensaje contra las guerras. Sigamos su ejemplo.
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