Benito Soriano, fiscal de Menores: “Meter a los niños en una burbuja lleva a consecuencias muy graves, la vida no es rosa”
Los delitos juveniles no aumentan en Teruel, pero el acoso y la violencia de género están presentes
El fiscal de Menores de Teruel, Benito Soriano, participó el pasado miércoles en las Jornadas de interculturalidad, diversidad, solidaridad y cooperación internacional del IES Bajo Aragón con una charla para estudiantes. Invitó a las chicas a no ser sumisas, una tendencia al alza; alertó del aumento de intentos de suicidio entre adolescentes, en parte por frustraciones derivadas de la sobreprotección de sus padres durante la niñez; y destacó que la provincia de Teruel mantiene bajas las tasas delictivas entre menores, aunque el acoso escolar sigue bien presente.
-Cada año repite conferencia en Alcañiz para que los jóvenes conozcan de primera mano experiencias delictivas y aprendan a minimizar errores que puedan marcar sus vidas.
-Desde el IES se me invita y siempre que puedo vengo. Cada dos o tres años aprovecho para dar una charla con los padres, que también me preocupan mucho. Vengo a contarles experiencias, no invenciones o supuestos de laboratorio sino la realidad que yo veo a diario en la Fiscalía de Menores, y que les sirva para que, cuando tengan que tomar decisiones, recuerden estas cuestiones. Llevo 20 o 30 años viniendo y acabo siempre diciendo lo mismo, pero será porque es válido para los jóvenes de antes y los de ahora: la vida se reduce a tomar decisiones y a formarnos y prepararnos para que nos equivoquemos lo mínimo.
-Las circunstancias cambian entre generaciones. Ahora tenemos más tecnología, incluso la inteligencia artificial que unos pocos menores utilizan para simular desnudas a sus compañeras de clase. ¿Se ha dado algún caso en Teruel?
-En Teruel, no. Sí se han dado, como es normal, delitos o temas relacionados con el uso de las tecnologías. Pero se reduce a lo mismo. Hace 30 años, cuando no estaban las tecnologías de ahora, se utilizaban otros medios para hacer este daño: una fotografía, lo que sea. Sencillamente, hay que decidir poniendo en la balanza que vamos a causar un daño, que lo que estamos haciendo no es correcto y que, además, nos puede perjudicar.
-Hay empresas que se dedican a fotografiar iris a cambio de criptomonedas. En este contexto, usted recomienda a los jóvenes que se expongan lo menos posible para que en el futuro nadie pueda chantajearles.
-Está muy de actualidad el tema de la venta del iris y no se sabe muy bien qué es. Yo creo que, más que la información, lo que quiere vender esta empresa es esa forma de identificar a una persona sin ninguna duda, que puede ser con inteligencia artificial. Pero habrá que ver si no es una excusa y se esté consiguiendo una información que el día de mañana se utilice. Es otra forma de exponer a los jóvenes a un riesgo y un futuro incierto que no sabemos cuál puede ser. Y todo por 20, 80 o 100 euros, una cantidad en criptomonedas que tampoco entiendo por qué fluctúa en función de cada iris.
-¿Cómo estamos un año después en cuanto a delitos de menores en la provincia?
-No hemos visto ningún incremento, nos mantenemos más o menos en los mismos índices. Frente a otras provincias en las que ha habido un gran repunte en los delitos cometidos por menores, en Teruel no. Bien es cierto que la Fiscalía de Menores lleva dos cuestiones: delitos cometidos por menores de 14 a 18 años, que llamamos reforma, y protección de menores. Supervisamos lo que hacen los Servicios Sociales, para entendernos, con las familias que tienen problemas con menores, que no llegan a delinquir pero que tienen problemas de comportamiento, que se van de casa, con intentos de suicidio y eso nos preocupa mucho.
-¿Son muchos los intentos de suicidio?
-Ahí si que ha habido un incremento muy fuerte. He insistido mucho en mis charlas a los padres de ese excesivo proteccionismo. Meterlos en una burbuja está llevando a consecuencias muy graves. Cuando llegan a la adolescencia ven que la vida no es de color de rosa, que hay cosas que les han ocultado y no saben gestionar ese fracaso múltiple que puede darse en la adolescencia: que alguien no les quiera, que no consigan sacar las notas que sacaban... No están preparados y se están abriendo protocolos de intento de suicidio. Es un tema muy tabú que se ocultaba para no hacer un efecto llamada. Pero es que es una realidad. Tenemos muchos menores que han intentado quitarse la vida. Las redes sociales no ayudan, Internet tampoco y la fragilidad de nuestros jóvenes está llevando a eso.
-Dice que las jóvenes hoy en día son más dependientes de sus parejas que años atrás. ¿Cómo puede ser esto?
-Es una cosa que yo no me explico. En los primeros años que empecé a trabajar con menores no había mucha violencia de género dentro de los jóvenes. Las chicas reclamaban cada vez más su espacio, se empoderaban más... Y de repente, por muchas razones como por ejemplo una cultura de canciones, de imágenes, de sometimiento, la cuestión es que en la práctica se ha llegado a eso. Yo estoy viendo que la mujer ha dado un paso atrás en estas cosas. Es mucho más permisiva, las oyes en las declaraciones por agresiones que “lo hace porque me quiere”, y eso es muy grave porque, si se empieza ya en la juventud, luego es muy complicado revertir esas situaciones.
-¿Esto es algo transversal a todas las culturas o se da más en unas que en otras?
-Se da más en unas que en otras. Hay culturas donde está más permitida socialmente esa agresividad, violencia y sumisión del hombre hacia la mujer. Como aquí hace muchos años, la mujer tenía su lugar y estaba bien visto. Cuando vienen los agresores a los juzgados de guardia ellos mismos te lo dicen: “Yo creo que tengo ese derecho sobre la mujer”. Eso ha llevado a muchos jóvenes que han visto esto a asumirlo.
-¿Cómo se tratan temas tan sensibles como la violación de menores hacia menores?
-Con la misma objetividad, imparcialidad y aplicando la ley que en otros casos. Lo más difícil en este tipo de delitos es cuando tienes que apoyar solamente tu acusación en creer o no a esa persona porque no hay más prueba que la declaración de la víctima. Si tenemos indicios suficientes, acusamos. Nosotros tenemos que valorar y, si hay pruebas suficientes llevarlo ante un juez que decida. Por medio se hace daño porque hay una víctima que lo está pasando muy mal, primero porque duda si la van a creer o no. Si es cierto lo que ha denunciado, es muy injusto que acabe en absolución. En cuanto a la otra parte, si tenemos clarísimo que es un agresor sexual es fácil, pero puede ser que tengamos esa posible duda y también lo puede estar pasando mal.
-¿A qué penas se enfrenta un menor violador o, como se acaba de ver, quien ha llegado a matar a su propia madre?
-Como ocurre con las agresiones sexuales o con los homicidios, la ley obliga a imponer un internamiento cerrado. Dependiendo de si tiene entre 14 y 16 años hay una duración, y de 16 en adelante otra. Las medidas pueden llegar a diez años de internamiento cerrado, pero lo normal es entre 6 y 8 años.
-¿Hay casos en la provincia?
-Internados en este momento creo que hay dos menores pero no por agresiones sexuales sino por reiteración delictiva. Creo que uno incluso ha salido ya. Internamientos prácticamente en la provincia no se acuerdan porque prácticamente delincuencia grave no tenemos ninguna.
-¿Qué delitos son más frecuentes entre los menores?
-Lo que más hemos tenido este año pasado, y diríamos que sin intervención de Fiscalía porque eran menores de 14 años, son casos de acoso escolar. También tenemos peleas entre jóvenes, por consumos abusivos de alcohol y drogas, a veces con lesiones graves. Tráfico de drogas no tenemos tan apenas entre menores, y después están los típicos delitos contra el patrimonio: hurto, algún robo y cosas de ese tipo, pero delincuencia grave no.
-¿Esto es porque hay pocos habitantes o porque realmente el porcentaje es menor con respecto a otras provincias?
-En otras provincias que no son tantos habitantes más que en Teruel, la delincuencia sí es mayor. Quiero quedarme con lo positivo. Creo que algo estamos haciendo bien. Yo solo no podría hacer nada. Tengo detrás a profesores que hacen una labor buenísima, porque no se dedican sólo a enseñar Matemáticas. Todas las instituciones en Teruel están volcadas con la juventud. Aquí se trabaja mucho la delincuencia que se llama de bagatela, y posiblemente así evitamos que se convierta en una bola de nieve.
-Cada año repite conferencia en Alcañiz para que los jóvenes conozcan de primera mano experiencias delictivas y aprendan a minimizar errores que puedan marcar sus vidas.
-Desde el IES se me invita y siempre que puedo vengo. Cada dos o tres años aprovecho para dar una charla con los padres, que también me preocupan mucho. Vengo a contarles experiencias, no invenciones o supuestos de laboratorio sino la realidad que yo veo a diario en la Fiscalía de Menores, y que les sirva para que, cuando tengan que tomar decisiones, recuerden estas cuestiones. Llevo 20 o 30 años viniendo y acabo siempre diciendo lo mismo, pero será porque es válido para los jóvenes de antes y los de ahora: la vida se reduce a tomar decisiones y a formarnos y prepararnos para que nos equivoquemos lo mínimo.
-Las circunstancias cambian entre generaciones. Ahora tenemos más tecnología, incluso la inteligencia artificial que unos pocos menores utilizan para simular desnudas a sus compañeras de clase. ¿Se ha dado algún caso en Teruel?
-En Teruel, no. Sí se han dado, como es normal, delitos o temas relacionados con el uso de las tecnologías. Pero se reduce a lo mismo. Hace 30 años, cuando no estaban las tecnologías de ahora, se utilizaban otros medios para hacer este daño: una fotografía, lo que sea. Sencillamente, hay que decidir poniendo en la balanza que vamos a causar un daño, que lo que estamos haciendo no es correcto y que, además, nos puede perjudicar.
-Hay empresas que se dedican a fotografiar iris a cambio de criptomonedas. En este contexto, usted recomienda a los jóvenes que se expongan lo menos posible para que en el futuro nadie pueda chantajearles.
-Está muy de actualidad el tema de la venta del iris y no se sabe muy bien qué es. Yo creo que, más que la información, lo que quiere vender esta empresa es esa forma de identificar a una persona sin ninguna duda, que puede ser con inteligencia artificial. Pero habrá que ver si no es una excusa y se esté consiguiendo una información que el día de mañana se utilice. Es otra forma de exponer a los jóvenes a un riesgo y un futuro incierto que no sabemos cuál puede ser. Y todo por 20, 80 o 100 euros, una cantidad en criptomonedas que tampoco entiendo por qué fluctúa en función de cada iris.
-¿Cómo estamos un año después en cuanto a delitos de menores en la provincia?
-No hemos visto ningún incremento, nos mantenemos más o menos en los mismos índices. Frente a otras provincias en las que ha habido un gran repunte en los delitos cometidos por menores, en Teruel no. Bien es cierto que la Fiscalía de Menores lleva dos cuestiones: delitos cometidos por menores de 14 a 18 años, que llamamos reforma, y protección de menores. Supervisamos lo que hacen los Servicios Sociales, para entendernos, con las familias que tienen problemas con menores, que no llegan a delinquir pero que tienen problemas de comportamiento, que se van de casa, con intentos de suicidio y eso nos preocupa mucho.
-¿Son muchos los intentos de suicidio?
-Ahí si que ha habido un incremento muy fuerte. He insistido mucho en mis charlas a los padres de ese excesivo proteccionismo. Meterlos en una burbuja está llevando a consecuencias muy graves. Cuando llegan a la adolescencia ven que la vida no es de color de rosa, que hay cosas que les han ocultado y no saben gestionar ese fracaso múltiple que puede darse en la adolescencia: que alguien no les quiera, que no consigan sacar las notas que sacaban... No están preparados y se están abriendo protocolos de intento de suicidio. Es un tema muy tabú que se ocultaba para no hacer un efecto llamada. Pero es que es una realidad. Tenemos muchos menores que han intentado quitarse la vida. Las redes sociales no ayudan, Internet tampoco y la fragilidad de nuestros jóvenes está llevando a eso.
-Dice que las jóvenes hoy en día son más dependientes de sus parejas que años atrás. ¿Cómo puede ser esto?
-Es una cosa que yo no me explico. En los primeros años que empecé a trabajar con menores no había mucha violencia de género dentro de los jóvenes. Las chicas reclamaban cada vez más su espacio, se empoderaban más... Y de repente, por muchas razones como por ejemplo una cultura de canciones, de imágenes, de sometimiento, la cuestión es que en la práctica se ha llegado a eso. Yo estoy viendo que la mujer ha dado un paso atrás en estas cosas. Es mucho más permisiva, las oyes en las declaraciones por agresiones que “lo hace porque me quiere”, y eso es muy grave porque, si se empieza ya en la juventud, luego es muy complicado revertir esas situaciones.
-¿Esto es algo transversal a todas las culturas o se da más en unas que en otras?
-Se da más en unas que en otras. Hay culturas donde está más permitida socialmente esa agresividad, violencia y sumisión del hombre hacia la mujer. Como aquí hace muchos años, la mujer tenía su lugar y estaba bien visto. Cuando vienen los agresores a los juzgados de guardia ellos mismos te lo dicen: “Yo creo que tengo ese derecho sobre la mujer”. Eso ha llevado a muchos jóvenes que han visto esto a asumirlo.
-¿Cómo se tratan temas tan sensibles como la violación de menores hacia menores?
-Con la misma objetividad, imparcialidad y aplicando la ley que en otros casos. Lo más difícil en este tipo de delitos es cuando tienes que apoyar solamente tu acusación en creer o no a esa persona porque no hay más prueba que la declaración de la víctima. Si tenemos indicios suficientes, acusamos. Nosotros tenemos que valorar y, si hay pruebas suficientes llevarlo ante un juez que decida. Por medio se hace daño porque hay una víctima que lo está pasando muy mal, primero porque duda si la van a creer o no. Si es cierto lo que ha denunciado, es muy injusto que acabe en absolución. En cuanto a la otra parte, si tenemos clarísimo que es un agresor sexual es fácil, pero puede ser que tengamos esa posible duda y también lo puede estar pasando mal.
-¿A qué penas se enfrenta un menor violador o, como se acaba de ver, quien ha llegado a matar a su propia madre?
-Como ocurre con las agresiones sexuales o con los homicidios, la ley obliga a imponer un internamiento cerrado. Dependiendo de si tiene entre 14 y 16 años hay una duración, y de 16 en adelante otra. Las medidas pueden llegar a diez años de internamiento cerrado, pero lo normal es entre 6 y 8 años.
-¿Hay casos en la provincia?
-Internados en este momento creo que hay dos menores pero no por agresiones sexuales sino por reiteración delictiva. Creo que uno incluso ha salido ya. Internamientos prácticamente en la provincia no se acuerdan porque prácticamente delincuencia grave no tenemos ninguna.
-¿Qué delitos son más frecuentes entre los menores?
-Lo que más hemos tenido este año pasado, y diríamos que sin intervención de Fiscalía porque eran menores de 14 años, son casos de acoso escolar. También tenemos peleas entre jóvenes, por consumos abusivos de alcohol y drogas, a veces con lesiones graves. Tráfico de drogas no tenemos tan apenas entre menores, y después están los típicos delitos contra el patrimonio: hurto, algún robo y cosas de ese tipo, pero delincuencia grave no.
-¿Esto es porque hay pocos habitantes o porque realmente el porcentaje es menor con respecto a otras provincias?
-En otras provincias que no son tantos habitantes más que en Teruel, la delincuencia sí es mayor. Quiero quedarme con lo positivo. Creo que algo estamos haciendo bien. Yo solo no podría hacer nada. Tengo detrás a profesores que hacen una labor buenísima, porque no se dedican sólo a enseñar Matemáticas. Todas las instituciones en Teruel están volcadas con la juventud. Aquí se trabaja mucho la delincuencia que se llama de bagatela, y posiblemente así evitamos que se convierta en una bola de nieve.
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