Vicente Jiménez reivindica en Teruel una Semana Santa que "no pierda su alma religiosa"
El arzobispo emérito de Zaragoza pronunica el pregón en la CatedralEl arzobispo emérito de Zaragoza y Administrador Apostólico de Huesca, monseñor Vicente Jiménez Zamora, reivindicó este sábado una Semana Santa que aúne cultura y turismo, pero que nunca pierda su “alma religiosa”, porque con ello perdería también su esencia espiritual. Así se expresó durante la lectura del pregón de la Semana Santa de Teruel que pronunció en la Catedral.
“La Semana Santa es un acontecimiento esencialmente religioso y espiritual, pero también es un fenómeno social, cultural y turístico”, dijo el pregonero, al aunar arte e imaginería, literatura y música, con costumbres y ritos “para ensalzar el misterio pascual de Cristo”.
Lo definió como “la sinfonía teológica con variaciones sobre el mismo tema: la Pascua florida, el paso de la muerte a la vida con la primera Luna llena de primavera”, y reconoció su importancia cultural y el peso turístico que tiene, pero recalcó que todo eso no puede ocultar la religiosidad de esta celebración.
“Una celebración de la Semana Santa que perdiera su alma religiosa y su entraña espiritual y quisiera convertirse en simple manifestación cultural, estética, turística, sería un empobrecimiento para la fe e incluso para la cultura y el arte”, observó monseñor, quien precisó que las imágenes y los pasos que desfilan en las procesiones “tienen alma y tienen vida, porque han nacido de la fe de un pueblo creyente, que a través de sus imágenes expresa su fe, sus sentimientos y creencias; de un pueblo que sufre y goza, reza y canta, muere y resucita”.
Pregonero
El pregonero de este año, monseñor Vicente Jiménez Zamora, cuenta con una larga trayectoria pastoral en la que ha sido obispo de las diócesis de Osma-Soria primero y de Santander después, antes de ser nombrado arzobispo de Zaragoza, cargo que ejerció hasta 2020.
En enero de este año fue nombrado Administrador apostólico de la Diócesis de Huesca y en la actualidad es también coordinador del Equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española para el Sínodo de los Obispos y Padre Sinodal.
Durante su intervención se refirió al contexto internacional al volver a celebrarse una Semana Santa “en medio de guerras”, la de la “martirizada Ucrania, que casi estamos olvidando”, advirtió; la guerra de Gaza en “la Tierra del Señor”, recordó; y “las guerra silenciadas en tantas partes del mundo”.
Por ello dijo que la Semana Santa de este año debe llevar a “solidarizarnos con tantos hermanos que sufren en sus carnes los horrores de la guerra, que siempre es una derrota para la humanidad”. Aseguró que “Cristo sigue sufriendo en las víctimas de las guerras, son su carne sufriente”, e invitó a los fieles a orar “al Dios de la Paz, que nos quiere hermanos y no enemigos, para que la humanidad cese el odio y venza el amor, para que triunfe el sentido común y se respete el derecho internacional”.
El arzobispo emérito centró el resto de su alocución en la cruz exaltada y transfigurada que llamó Por la Cruz a la luz”, como una invitación a seguir a Cristo.
“La auténtica Semana Santa es la de la cruz, que se alza como la gran señal del Dios del cielo, como el único camino del Hijo de Hombre y como reto desafiante para los hombres y mujeres de todos los tiempos”, dijo monseñor, que recalcó que “nada purifica y salva como la cruz” al referirse a la cruz exaltada.
Misterio
La Resurrección, añadió, “es el misterio que lo resume todo, la luz que lo ilumina todo, el aroma que lo perfuma todo, la seguridad que lo invade todo”.
“La cruz nos lleva a la luz. El Calvario no es sólo el monte santo de la cruz, sino también y, sobre todo, el jardín de la Resurrección, la montaña sagrada de la luz y de la vida”, afirmó el pregonero, que invitó a los feligreses a entrar en los días “grandes e inefables” de la Semana Santa mirando “al Cristo de la cruz y de la luz”.
Para acabar, animó también a quienes asistieron al acto en la Catedral de Teruel, “a volver la mirada y el corazón a la Virgen María, nuestra Madre, la Virgen de los Dolores que sufre con su Hijo, el Varón de dolores”.
Monseñor Jiménez aseguró que “nunca comprenderemos suficientemente la inmensidad del amor de la Virgen Madre y de su intenso dolor, porque el corazón siempre sangra por donde ama”. Por ese motivo afirmó que la liturgia aplica a la Virgen de los Dolores, como al mismo Jesús, las palabras del profeta Jeremías: “Oh vosotros, los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta”.
Antes de desear a los asistentes una feliz Semana Santa y Pascua de Resurrección, apuntó que el amor verdadero “nunca es infecundo”, que “el amor siempre es vida” y “la cruz es ya luz”, después de que al alba del tercer día, “la cruz reventó en vida y en resurrección”.
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