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Tiendas de campaña inundadas y barro en la zona de acampada por las lluvias Tiendas de campaña inundadas y barro en la zona de acampada por las lluvias
Un joven deambula entre un mar de tiendas de campaña el domingo por la mañana en la zona de acampada. Javier Escriche

Tiendas de campaña inundadas y barro en la zona de acampada por las lluvias

El espacio acondicionado en el barrio de San León en La Vaquilla vuelve a quedarse pequeño
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José Luis Rubio

La zona de acampada habilitada por el Ayuntamiento en el barrio de San León se convirtió el sábado en una ciénaga de agua y barro. La intensa tormenta que descargó desde mediodía sobre Teruel transformó la explanada de tierra en una trampa de fango, inundó las tiendas de campaña y carpas y condenó a los campistas a dormir chapoteando en sus colchonetas mientras buscaban algo seco de entre sus pertrechos para protegerse del relente de la madrugada.

Con cerca de 2.500 personas acomodadas en la explanada, la tranquilidad fue la nota dominante en las noches del fin de semana. Los encargados de la limpieza del recinto cuantificaron en cerca de tres toneladas la basura que se genera en este espacio en los dos primeros días de fiesta.

Desde primera hora, la explanada se convirtió en un trajín de gente desmontando sus campamentos y tratando de sacudirse el barro de manos y pies.

Para Samuel Torres, de Zaragoza, esta ha sido su segunda Vaquilla “sin padres”. Acompañado de dos amigas trataba de lavarse las manos en una fuente mientras reconocía que los había “pasado muy bien, a pesar de la lluvia, de los huracanes y de embarrarnos enteros”.

El temporal quiso descargar antes de que este grupo hubiera empezado siquiera a levantar su tienda de campaña. “Empezó a caer muy fuerte. Cuando estuvimos ya dentro (de la primera capa de la tienda) acabamos de montarla” y se quedaron dentro de la lona para tratar de protegerse de la lluvia (...) dos o tres horas porque la tienda no estaba ni terminada de montar”, así que tuvieron que sujetarla para que no se volase. Incluso acogieron a otros campistas a los que ni siquiera les había dado tiempo a desplegar sus tiendas para ponerse a cubierto.

Sentado en una silla de piscina y con un gorro de tela calado en la cabeza, Andrés Fuertes , de Cabañas de Ebro, apuraba las últimas horas de la fiesta en el centro de un corro de tiendas de campaña con sus amigos. La intendencia de su campamento delataba una dilatada experiencia vaquillera. “Llevamos viniendo muchos años”, confirmó.

A este grupo la tormenta le pilló con el las tiendas montadas porque ellos llegaron entre el viernes y el sábado por la mañana, y cuando se desató la tormenta ya estaban en el centro y se pudieron resguardar bajo unos soportales. Pero al llegar se encontraron “las tiendas de campaña llenas de agua” y todo lo que habían dejado dentro, empapado.

Con todo recogido y dispuestas a empaquetarlo todo en su coche para desayunar con calma emprender el viaje de vuelta, Laura Tudela y sus dos amigas recordaron cómo ya habían montado su vivac desde el viernes por la tarde.

Esta fue su primera Vaquilla. Conocían la fiesta “de voz, pero no habíamos venido nunca. Nos habían dicho que estaba muy guay, que vale la pena, y este año nos hemos iniciado en ello”, dijo Laura Tudela, que aseguró que el próximo año volverán.

Dormir húmedo

La llegada a la zona de acampada fue escalonada. A la intensidad de las primeras hors de la fiesta de la Vaquilla se sumaron las incomodidades del agua y el frío.

Samuel Torres y sus amigas reconocieron que habían dormido “como se pudo” por el barro porque “donde pones el cuerpo (al tumbarse para dormir) era una tarta de barro”.

La frágil resistencia al agua de muchas de las tiendas de campaña desplegadas por estos vaquilleros foráneos no aguantó el chaparrón y el agua terminó entrando e el interior de la gran mayoría.

La débil columna de agua de estas carpas hizo que dormir no resultara tan reparador. “Mojados”, reconoció Fuertes que habían dormido él y sus amigos.

Laura Tudela y Carmen Tudela, ambas de La Pobla Larga (Valencia), pudieron dormir a salvo de la humedad porque habían dejado una manta “de las que te regalaban en el banco por abrir una cuenta” bajo los colchones y absorbió el agua “y gracias a eso no se nos ha inundado la tienda”, se felicitaron, aunque dentro “todo estaba mojado” por lo que apostaron por darle la vuelta a los sacos de dormir para buscar la parte más seca. “Llegamos a la una porque ya estamos muy cansados de estar todo el día. Entonces nos dormimos heladísimas. Con el saco por la parte de dentro”, explicó Laura.

Y por si el frío y la humedad fuera poco, estas amigas lamentaron que mientras dormían les robaron unas sillas plegables que tenían en la puerta de su tienda de campaña.

Las duchas, que este año habían cambiado su ubicación, también fueron objeto de críticas. Carmen Tudela explicó que “no hemos llegado ni a ir porque nos han dicho que había muchísima cola (...) más de 40 minutos” y también lamentó el horario porque “por la mañana, sí, te viene bien ducharte pero no te hace tanta falta como a las 10 de la noche llena de vino y llena de todo”.

Conductor sobrio

En cada uno de los grupos con los que pudo hablar DIARIO DE TERUEL había uno o varios conductores que o no había bebido alcohol o había dejado de hacerlo varias horas atrás.

Torres aseguró que había dejado de beber a medianoche, “por si acaso”.

En el grupo de Fuertes, uno de los conductores se retiró a intentar dormir poco después de medianoche “porque conduce”, reconoció resignado.

Tampoco Laura Tudela estaba preocupada por los controles de alcoholemia. En previsión, hacía horas que había tenido su última ingesta alcohólica, aunque “por si acaso nos vamos a esperar un poco, voy a hacerme un café, una tostadita y ya está”.

Basura

Desde primera hora, un equipo de la empresa Limpomar se encargó el domingo de recoger bolsas y bolsas de basura abandonada por los usuarios tras su salida.

José Pomar, del equipo de limpieza de la empresa, explicó que el camping este está muy bien porque está muy bien organizado (..) hay mucha gente en el campamento que deja recogido todo y nosotros vamos repasando” hasta recoger cerca de 3.000 kilos de residuos.

Sin embargo, y a pesar de las dificultades a las que se tuvieron que sobreponer los campistas, los encargados de la limpieza del recinto reconocieron que “este año no ha habido tanta basura”.

No obstante, eso no significa que la cantidad de residuos sea baladí. “¿Que cuanta basura sacamos? Buah ... ¡Toneladas!”, aseguró uno de los operarios que señaló que la cifra se acerca a las tres toneladas, “sobre todo plástico y vidrio”.

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