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Sebastián Fernández deja buena sensación en una tarde marcada por la polémica con el palco Sebastián Fernández deja buena sensación en una tarde marcada por la polémica con el palco
Sebastián Fernández poniendo una banderilla. Antonio García / Bykofoto

Sebastián Fernández deja buena sensación en una tarde marcada por la polémica con el palco

Los toros José Antonio Alonso deslucen un festejo en el que el público le estuvo recordando constantemente a la presidencia el ganado de Murube
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Con el grito de “presidente sinvergüenza” por parte del público, enfadados por el cambio de hierro propiciado por una bascula que pesa por debajo de la realidad, y que echó para atrás la corrida de Murube, rompía el paseíllo de la corrida de rejones de la tarde del jueves. También con la entrada Roberto Armendáriz en puesto de Moura Caetano, que presentó un parte médico, en un festejo en el que se lidiaban reses de José Antonio Alonso, con las que se remendó la corrida.

Salió el primer toro a la plaza, parado desde el principio. Tuvo que hacer todo Galán para meterle el primer rejón de castigo, entre los improperios de un enfadadísimo público, que protestaba contra la autoridad. Calentó el ambiente Galán, que consiguió hacer todo por que el toro rompiera a bueno. No acabó de romper el descastado primero, y Galán tiró de alardes de doma para entretener a la gente, que ocupaban más de media plaza, y que no se fuese enfriando. Tres emocionantes banderillas cortas, con el toro parado y el caballista poniéndolo todo. Fue a peor el animal, vencido y rajado en tablas, y el rejoneneador toreando muy en corto para meter el acero de muerte. Como siempre, volvió a erigirse en protagonista el presidente. Se hurtó (parece que no le gusta que digan que roba) la primera oreja, que pertenece al pueblo, y que en su mayoría la pidió. Otra vez bronca para la autoridad, y aplausos para Galán. En este democrático espectáculo, el público es quien manda, le pese a quien le pese, y no corresponde a la presidencia juzgar si se merece o no el primer trofeo.

Salió con el mismo son el segundo, tampoco llegó a romper de salida con el rejón de castigo. Tras el primer rejonazo, Armendáriz perdió la cara al toro, en un error de principiante, y el toro agarró al caballo, a punto de estamparlo contra las tablas. Sin consecuencias para el animal, cambió de montura para el tercio de banderillas, y tuvo otro par de sustos, errores grabes del caballista, que comprometieron de nuevo al caballo que montaba. Acelerado se le vio durante toda la lidia al navarro, que metió dos bajonazos, uno por rejón. Fue a echarse el toro a la puerta de los chiqueros. Silencio tras el arrastre al caballista, mientras que el astado fue silbado a la hora de que las mulillas lo sacaran del albero. 

A puerta gayola se fue, en el tercero de la tarde, y armado con una garrocha, Sebastián Fernández. Metido en el pasillo de los toriles con el caballo, el de Atarfe no pudo lucirse, con la consiguiente bronca del publico, pues el toro salio andando, sin atender en ningún momento al caballista. “Presidente, la de Murube!” se oía desde el tendido, al tiempo que Fernández se fue a por el toro, y tocándolo con la garrocha en la testuz, consiguió la embestida del animal, metiendo un buen rejón de castigo, luciendo un largo galope en la cara del toro, repitiendo de nuevo en el segundo. Torero estuvo Fernández en el tercio de banderillas, metiendo al publico desde el primer par, templando las embestidas del cornúpeta, que buscaba carne a base de tirar derrotes duros y secos, pero siempre encontraba el espacio vacío que el caballo había dejado décimas de segundo antes. Aguantando mucho con los caballos para provocar una embestida del toro, que cada vez tardaba mas en llegar, aún consiguió poner una banderilla al quiebro, arriesgando y tragando de manera soberbia. Muy cerca se lo paso en las banderillas cortas, cuatro, que le puso entre el calor de un publico ya entregado a estas horas. Al salir de la cara del toro, reverenció el caballo, en un torero desplante que arrebató al tendido. Con el toro ya parado, pinchó con el rejón de muerte en su primer intento. No así en el segundo, que cayo en lo alto. Tardaba en echarse el animal, y Fernández tomó la determinación de ir a por el descabello, con el que pinchó dos veces y, finalmente, el toro se echó por su propia voluntad. Saludó en los medios una fuerte ovación el rejoneador granadino.

Saludó al cuarto de la tarde un grito desde el respetable: “era mas grande el de la charlotada”. Y, aunque seguramente entraba en la romana, estaba falto de cara. Continuó la bronca desde el tendido, con la reprochadora mirada de la autoridad a quienes ejercían tal castigo. Trotón, sin ningún tipo de emoción, se fue desarrollando la lidia. No transmitía nada rival de Galán. Quiso poner el rejoneador de su parte, pero la ausencia de materia prima hizo que el tendido no entrara de lleno en la faena. Para pintar cuadros hace falta pintura. Para torear, toro. Medio rejón, otra entrada en la que el acero resbalo en una banderilla, y un rejón de muerte traserisimo, a mitad del lomo, fueron el triste epilogo de una faena en la que Galán quiso, pero no pudo, fallando estrepitosamente en la suerte suprema. Saludó, en el tercio, una ligera ovación.

 
Sergio Galán poniendo banderillas cortas. Antonio García / BykofotoSergio Galán poniendo banderillas cortas. Antonio García / Bykofoto




Lució más en la salida de su segundo Armendáriz, templando las embestidas del toro en el recibimiento con el caballo, y poniendo un buen rejón de castigo. Puso el navarro buenos pares al quiebro, metiendo a un tendido que se había quedado frío con la poca emoción del toro anterior. Se cayó redondo el toro en mitad de las banderillas, lo que supuso una nueva bronca, con el mismo destinatario que las anteriores. Volvió a pecar del mismo error que antes Armendáriz, cuando, tras poner tres meritorias banderillas, perdió la vista al toro, que volvió a prender contra las tablas, otra vez sin consecuencias, a la montura. Dos pinchazos y un rejonazo acaban con la vida de un quinto que vuelve a ser prácticamente intranscendente. Saludó una leve ovación el navarro, que se vino arriba, dando una inmerecida vuelta al ruedo, la única de la tarde hasta el momento, entre algunas protestas del público turolense.

Buen recibo con el rejón de castigo al cierraplaza, que volvió a adolecer de falta de transmisión. Pero puso de todo por su parte Sebastián Fernández, que en banderillas volvió a meter al público, poniendo buenos palos, y realizando cabriolas en la cara del astado al salir del encuentro. La plaza de toros estaba con él, que supo lidiar a un animal que tendía a mansear. Toreó al astado Fernández con la marsellesa con la que realizó el paseíllo, para buscar el embroque y colocar, en la misma cara del animal, cuatro banderillas cortas, rematadas con un desplante apoyando la mano en el mismo morrillo del toro, y su cara en la testuz. Esa misma mano que izó, llena de sangre brava, en un galope que agradeció el aplauso del tendido alrededor del ruedo. Metió el de Atarfe un bajonazo, que rauda la cuadrilla saco de las carnes del toro. Rectificó rapido, y puso un rejón en lo alto, del que no dobló. Un aviso y tres descabellos privan al granadino, como en el primer toro, de sumar trofeos.

Quede clara una cosa. Un servidor es unicamente un cronista de lo que este jueves se vivió en la plaza de toros. Con sus enfados y sus protestas. Las cuentas, a quien hay que pedírselas.
Teruel

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