Playas tropicales con dunas eólicas afloran en las sierras del sudeste de Teruel
Un estudio estratigráfico muestra cómo fueron los paisajes turolenses hace 150 millones de añosLa excepcional riqueza de la geología turolense permite viajar por las sierras de Teruel y encontrarse de repente con espectaculares dunas eólicas de zonas costeras cuando la provincia tenía un clima tropical y estaba junto al mar. Esos paisajes han quedado grabados en las rocas de los mismos sedimentos donde aparecen los fósiles de los grandes dinosaurios como Turiasaurus, que poblaron este territorio hace 150 millones de años. Un estudio geológico ha permitido reconstruir con una gran exactitud cómo eran esos ambientes costeros, en lo que hoy son montañas, cuando el clima de Teruel no arrojaba temperaturas bajo cero sino mucho más cálidas, de tipo tropical, y a consecuencia de ello se veía afectada por lluvias torrenciales de tipo monzónico.
El estudio, liderado por la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid y en el que ha participado también la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis junto con otros grupos de investigación de varios países, acaba de ser publicado en la revista científica Sedimentology, una publicación de referencia mundial en lo que a estudios en sedimentología y estratigrafía se refiere.
A veces, cuando los científicos llegan a conclusiones sobre cómo eran las faunas y los paisajes del pasado a partir del registro fósil y sedimentario, los legos en la materia no pueden evitar cierto escepticismo, pero cuando los investigadores muestran los vestigios que se conservan en las rocas como si fueran ventanas abiertas al ayer, no hay lugar a dudas.
Geología de Teruel
Y la geología de Teruel posee esa riqueza sedimentaria que hace que pasear por sus montes sea como asomarse a ventanas del pasado. Aunque su interpretación requiere de horas de estudio meticuloso de los diferentes estratos que afloran, tanto en el campo como en el laboratorio, en ocasiones hay estratos que aparecen en el paisaje como si hubiesen quedado congelados en el tiempo.
Ese es el caso de unas rocas sedimentarias que hay en el área de Riodeva y que al verlas es como si se estuviese contemplando el paisaje costero que vieron hace 150 millones de años los dinosaurios gigantes cuyos restos han aparecido en ese mismo lugar. Se trata de depósitos de antiguas dunas eólicas de entonces, pero es que afloran en los estratos como si siguiesen ahí, tal como puede verse en la fotografía superior de esta página. Es “impresionante”, reconoce la Doctora en Geología por la Universidad Complutense de Madrid, Sonia Campos Soto, que actualmente se encuentra trabajando en la Universidad de Caen en Francia.
Campos es la autora principal del artículo científico publicado en Sedimentology en el que se describe cómo eran los paisajes que había en el sureste de la provincia de Teruel y en el norte de Valencia entre hace 154 y 145 millones de años. Parte de ese trabajo pertenece a la investigación de su tesis doctoral, defendida en 2019, y sobre la que insiste que es fruto de años de estudio del grupo de investigación al que pertenece.
El artículo describe, como si se tratase de una foto fija, cómo era el paleoambiente de aquel periodo geológico con sus paisajes costeros y el clima tropical que había en lo que hoy es la península Ibérica, que en esa era se denomina Iberia.
Lo que hoy son montañas era costa y el clima era tropical marcado por dos estaciones, una más seca y la otra caracterizada por lluvias torrenciales de tipo monzónico. Esa característica es lo que contribuyó a que hoy día los sedimentos que se depositaron entonces sean tan ricos en fósiles de dinosaurios, directos e indirectos. En el primer caso porque las lluvias torrenciales contribuyeron al arrastre de los huesos de estos gigantes y a su depósito en terrenos que facilitaron su fosilización, y en el segundo porque las zonas costeras y lacustres contribuyeron a que los dinosarios dejaran impresas sus huellas y hayan perdurado en el tiempo.
Corroborar la antigüedad
Además, la investigación ha corroborado como venía apuntando la Fundación Dinópolis, que tras la primera datación que se hizo de Turiasaurus y de otros dinosaurios gigantes en lo que se creía el tránsito Jurásico-Cretácico, hay que situarlo definitivamente en el Jurásico Superior, en contra de la opinión mostrada por otros paleontólogos, y que estos estudios geológicos corroboran.
Conversar con Sonia Campos es como abrir los ojos para mirar las rocas de otra manera, penetrando en su esencia y visualizando así cómo eran los paisajes turolenses y del norte de Valencia en el Jurásico Superior. Detrás hay muchas horas de trabajo, puesto que se ha hecho una cartografía de 2.000 kilómetros cuadrados de superficie, y un estudio sedimentológico de más de 5.000 metros de estratos.
A ello hay que sumar el análisis en el microscopio de más de 800 muestras de roca a partir de láminas muy finas de 30 micras de espesor para conocer el alma de esos materiales depositados hace 150 millones de años.
Sonia Campos cuenta que inició su tesis doctoral en el año 2014 a propuesta de su supervisora, María Isabel Benito Moreno, que es coautora del artículo publicado en Sedimentology. “Ella es la investigadora principal de varios proyectos de investigación nacionales que han financiado este trabajo y todo el desarrollo de la tesis en las zonas de Teruel y Valencia”, precisa.
Fundación Dinópolis
La científica explica que la Fundación Dinópolis lleva trabajando en los yacimientos de fósiles de estos niveles desde principios de este siglo, y que ante la sospecha de que su datación fuera más antigua de lo que se creía, contactaron con el equipo de investigación de la Complutense de Madrid, ya que uno de sus miembros, el geólogo Ramón Mas, había hecho en los años 80 del pasado siglo su tesis doctoral sobre las rocas donde aparecían los dinosaurios. El objetivo era determinar la edad y los paleoambientes donde vivieron estos animales del Mesozoico.
Alcanzar las conclusiones a las que se ha llegado es fruto de “muchas horas de estudio, porque ha llevado una tesis doctoral entera, pero hay muchos más años de trabajo y hay todo un equipo entero detrás, en el que yo me he especializado en el estudio estratigráfico y sedimentológico”, aclara Campos.
La estratigrafía consiste en estudiar con sumo detalle cada estrato del terreno para ver de qué rocas está formado, su composición, las estructuras que tiene y los fósiles, y con todo ello los geólogos son capaces de saber en qué ambiente se formaron y cómo era el paisaje de ese lugar.
Campos explica que en algunas de las rocas estudiadas al mirarlas con el microscopio se observan “oolitos, que son unas partículas carbonáticas que hoy en día se forman en las playas de Bahamas”. También aparecen fósiles marinos como ostreidos, que son moluscos bivalvos. “Gracias a que podemos ver estas características sabemos que el mar se encontraba en las zonas de Teruel y Valencia por el Jurásico Superior”, precisa la científica.
Estudiar las rocas
Al estudiar otras rocas vieron que por allí circulaban ríos “con periodos en los que llevaban una gran cantidad de agua a gran velocidad, que incluso se podían desbordar y arrastrar todo lo que encontrasen, desde troncos de árboles a dinosaurios”. A la vez, en los mismos estratos aparecen dunas eólicas formadas por el viento similares a las que existen hoy en zonas costeras como en el noreste de Brasil.
“Sin embargo también veíamos que a veces esos ríos llevaban poca agua y que incluso se podían secar”, detalla la investigadora. “Eso nos ha permitido inferir que había dos estaciones muy marcadas, una más húmeda con el desarrollo de lluvias torrenciales y otra más seca donde los ríos se podían llegar a secar y los sedimentos arenosos se podían transportar y acumular en dunas eólicas”, argumenta.
Por ello los geólogos saben ahora que el clima de entonces era tropical, de tipo monzónico. “Gracias al estudio de estas rocas hemos podido ver que se desarrollaban extensas zonas costeras donde había llanuras de inundación muy, muy extensas con abundante vegetación, que estaban surcadas por los ríos que desembocaban en el mar y que podían formar pequeños lagos someros de agua dulce”, relata Campos.
El clima era tropical puesto que entonces Iberia estaba en una latitud más baja de lo que está ahora la península, a alrededor de 30 grados norte. “Las temperaturas serían más cálidas que en la actualidad”, señala la científica, lo que unido a la abundante vegetación por las lluvias conformaba un ambiente idóneo para el desarrollo de los grandes dinosaurios herbívoros.
“La vegetación era abundante, hay señales de raíces en el registro y aparecen fósiles de troncos y ramas, además de restos de hojas”, comenta. “Pensamos que tenía que ser un ambiente en el que hubiese abundante agua y vegetación; había dinosaurios tan grandes que requerían de fuentes permanentes de agua dulce para poder beber y vegetación para alimentarse”, añade.
Ese paleoambiente explica también por qué afloran yacimientos de icnitas. “Las llanuras de inundación, que son más arcillosas, se humedecían y al pasar por allí los dinosaurios podían dejar sus huellas en el sustrato húmedo”, concluye.
Zonas estudiadas
Para realizar el estudio se ha tenido que hacer una cartografía detallada de los lugares que han recorrido los geólogos. En la provincia de Teruel se han centrado en las áreas de Cedrillas, El Castellar, Formiche Alto, Mora de Rubielos y Riodeva, mientras que en la de Valencia han estudiado las zonas de Losilla, Alpuente, Benagéber y Villar del Arzobispo.
“El mapa que hicimos abarca más de 2.000 kilómetros cuadrados de superficie y una vez que reconocimos las rocas que aparecen en el terreno, los estratígrafos las estudiamos mediante el levantamiento de columnas estratigráficas, que es una representación en vertical de los estratos ordenados en el tiempo”, explica. La geóloga comenta que es un trabajo manual, “en el que vas con metros de carpintero y vas midiendo capita a capita y reconociendo la litología, las estructuras y los fósiles”. En total llegaron a realizar el estudio sedimentológico de más de 5.000 metros de estratos. Hasta 80 días de campo, distribuidos en distintas campañas, tuvieron que hacer para completar la investigación.
Dentro de ese estudio se recogieron rocas y se diseccionaron para conocer su composición mirándolas por el miscroscopio. El resultado permitió reconstruir el paleoambiente que había en ese momento a pesar de haber pasado 150 millones de años desde entonces.
Sistemas actuales
Los científicos se valen además del estudio de sistemas actuales para poder comparar, como está haciendo ahora Sonia Campos en la bahía del Monte Saint Michel en Francia con sus llanuras de marea. “A mí me está abriendo un gran abanico de posibilidades porque estoy viendo cómo se forman actualmente los sedimentos en los sistemas costeros, y esto me puede ser útil a la hora de estudiar y comprender el registro fósil de cómo funcionaban estos ambientes en el pasado”, afirma.
El resultado de combinar estas técnicas de estudio es “como hacer una fotografía del paisaje del pasado”, explica Campos, para quien los sedimentos de la provincia de Teruel son especialmente ricos para poder hacerlo. Conocía de antes la provincia porque hizo un curso de Geología práctica de la Universidad de Verano de Teruel cuando ni se podía imaginar que acabaría haciendo su tesis doctoral en ella.
“No lo digo porque haya sido mi zona de tesis, pero tanto para mi directora María Isabel Benito como para mí, Teruel es de las provincias más interesantes de España desde el punto de vista geológico, paisajístico y cultural”, afirma la investigadora. Y no es de extrañar porque no es nada frecuente pasear por los montes y encontrarse de repente con inmensas dunas costeras de playas tropicales, salvo que ese sitio sea Teruel, cuya geología y paleontología la convierten en un auténtico parque Jurásico.
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