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María Loreto Charro Santos: un viaje a la clase, condición y el temple del toro bravo María Loreto Charro Santos: un viaje a la clase, condición y el temple del toro bravo
Panorámica de toros de Loreto Charro en el campo

María Loreto Charro Santos: un viaje a la clase, condición y el temple del toro bravo

Los toros de esta ganadería se enfrentarán a Roca Rey, Juan Ortega y Pablo Aguado, que sustituye a Morante
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La pequeña expedición partía de Teruel a las cinco de la mañana. El sueño del madrugón quedaba relegado a un rincón del pensamiento a sabiendas del día que estaba por venir. Como nos sobraba el tiempo hasta la cita, a las doce de la mañana, decidimos cruzar el puerto de Guadarrama por la vieja N-VI. La sinuosidad de la subida al puerto contrasta con la rectitud de una carretera que recorre el altiplano, arrebujada entre dehesas verdes que se extienden hasta los pies de la sierra. El paisaje, moteado de cabezas de ganado, recorre el tiempo que tardamos en llegar desde la provincia de Ávila hasta el campo charro.

En aquel, hacemos la primera parada, en Narros de Matalasyeguas, donde tomamos un rápido café en ese típico bar de pueblo que parece anclado en los mediados del siglo pasado. Desde allí, telefoneo a Fernando López, ganadero y esposo de Loreto Charro, quien nos da las ultimas indicaciones para llegar hasta Peña de Cabra, la finca donde pastan los toros de esta casa. Aproximadamente son unas trescientas cabezas las que cuentan con este hierro.

Juan Mari, el mayoral, nos enseña los toros en el corral, a rebosar de una hierva que ha brotado exuberante con las últimas aguas. La corrida, muy entipada y pareja, descuelga la cara cuando se levanta del sestero. La clase se le presupone a un lote que viene abierto de sementales, con varios padres ya con producto contrastado en temporadas anteriores, y un nuevo semental que “está muy medido, y al que ya le hemos visto hijas”.

Al volver a la casa, Samuel Navalón, joven novillero valenciano, está vistiéndose una calzona. Vamos a tener la suerte de ver torear al joven aspirante, que aun no ha debutado con caballos, lo hará el próximo agosto, lidiar el primer toro de su vida. Un enrazado cuatreño que, con muchas teclas que tocar, apretó la cabeza de un Navalón que demostró tener el valor necesario para medrar en esta profesión.

Vacas del Torreón

Tras el arrastre del astado, Fernando López nos recibe en la coqueta casa que preside una ganadería que “tiene orígenes en vacas del Torreón y sementales de Garcigrande, y se dirige hacia un toro enclasado, que permita a los toreros expresarse, y para eso necesita un toro humillador, franco y con nobleza”. Porque como el ganadero dice, “con la humillación hay emoción” que permite al torero entregarse, tanto como al público.

Con tres corridas preparadas, la de Teruel y otra por anunciar todavía, la tercera iba a ir para Bayona, pero los problemas del campo hicieron que tuviesen que declinar la oferta. Francia ha sido una espoleta para el hierro, donde hasta quince toros de la divisa han permitido el triunfo de sus contrincantes, “y este año era un paso más en una plaza de primera, pero así lo ha querido el destino y hay que acatarlo”.

No es de extrañar esos triunfos, ya que la ganadería charra el año pasado consiguió que cuatro toros, de diecisiete que se lidiaron, diesen la vuelta al ruedo, un porcentaje altísimo que hizo que “la temporada fuese que ni en tus mejores sueños puedes imaginar.

Las circunstancias permitieron que los toreros pudiesen expresarse y sentirse con ellos”. Toreros que se enfrentan a “toros bravos, a los que es difícil enfrentarse, pero cuando eso se domina y se somete, la satisfacción es mayor. Y a otro tipo de toros más enclasados, que embisten despacio, que humillan mucho, y les permite torear más despacio”. Por ello, para enfrentar un animal de Loreto Charro, hay que entender que piden, que necesitan unos “animales muy seleccionados, muy definidos, que en ocasiones pueden quedarse cortos, pero que tienen una gran regularidad, como se ha demostrado en las temporadas anteriores”.

En ese trabajo estarán  Roca Rey, Juan Ortega y Pablo Aguado, sustituto de última hora de Morante, la terna que comparte cartel con los animales salmantinos. Una terna de lujo, de máximo relumbrón, “y que es un cartel que hace diez años ni me imaginaba que podría estar acartelado en él”. Absoluta responsabilidad y compromiso porque “son las máximas figuras del toreo en la actualidad, un cartel soñado. Así que ojalá embistan los seis, que den juego y consigan que el público se emocione”.

En María Loreto Charro Santos, el tiempo se para en una mañana de verano. Con el sol en lo más alto, empezando a apretar, los toros braman en la lejanía. Nuestra pequeña expedición sigue su camino siendo conscientes de que la ganadería “también es temple, para que haya conjunción entre el torero y el toro, entre el toro y el torero. Que el toro se meta dentro del torero, y el torero dentro del toro. Que haya una permeabilidad entre ambos, para que eso fluya, sea bonito y tenga emoción”.
La vida en el campo. La vida en Loreto Charro.

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