Los expertos indican que una metalografía podría ayudar a precisar la edad de la pieza del Torico
El análisis químico contribuiría a localizar algún metal que permitiese su datación cronológicaEl análisis químico del material con el que está hecho el Torico resultará transcendental para fijar su cronología. En esa metalografía o estudio de la materia se determinarán los componentes con los que está hecha la aleación de hierro fundido, aspecto sobre el que no hay ninguna duda, y puede haber alguno que ayude a ponerle fecha de nacimiento con una base científica al emblema de la capital turolense.
En este sentido el director del Museo de Teruel, Jaime Vicente, comentó que, si se hace una restauración llevada a cabo por profesionales, ésta llevara consigo sin duda analíticas, radiografías y metalografías, que contribuirán a mostrar la composición química de la pieza. Además, planteó que “esos análisis son imprescindibles para conocer la materia de la que está hecho el bien para saber cómo abordarlo” a la hora de su restauración. El responsable del Museo concretó que el análisis de la aleación puede mostrar “componentes que determinen la fecha a partir de la cual se puedo fundir”, lo que ayudaría a ponerle edad al Torico, dijo.
En este sentido la restauradora del Museo de Teruel, Pilar Punter, que es hasta el momento la única experta en restauración que ha analizado la pieza e intervenido en ella, puntualizó que para realizar los análisis es necesaria una parte de la escultura muy pequeña. Indicó además que un estudio en profundidad de este calibre nunca antes se ha realizado. Así, aunque ella ha trabajado sobre la escultura, su intervención fue para realizar un informe en el año 1994, basado en un análisis visual, y para la realización de una actuación de emergencia con el fin de dar una pátina protectora y de color en el año 2003.
Rebaje de las pupilas
A tenor de las fotografías de detalle del Torico, la imagen que el pasado domingo se desplomó tiene la misma morfología que la que está sobre el tablón y que fue tomada en la Guerra Civil española. Sí hay algunas modificaciones que se aprecian en las imágenes tomadas a partir de 2003 y que fueron realizadas en la intervención llevada a cabo en ese año, cuando el técnico Antonio Arangoncillo, trabajó sobre el Torico a la vez que se restauraba la columna en los talleres de Mármoles Llorens.
Entre los cambios que, comparando las imágenes, se observan, está el rebaje de las pupilas del animal. En este sentido, Punter concretó que en esa intervención –que aclara que “no realizó un técnico en conservación”– se modificaron “algunos detalles” y que fueron ellos los que luego se encargaron de darle una pátina que asegurara su conservación y le diera un aspecto similar al que tenía.
Pilar Punter incide en que entre las fotos tomadas en la guerra y las de las décadas actuales la morfología es similar. Jaime Vicente va más allá y plantea que esa volumetría coincide también con las imágenes generales de la plaza pero en las que aparece la escultura que son de finales del siglo XIX y principios del XX. Precisamente en el informe del Museo se hace referencia a que “según todas las apariencias se trata del mismo toro de 1909 y del mismo que hay en 1994”.
El incidente de 2003 no trascendió a la prensa, aunque precisamente los expertos del Museo observaron los cambios que se habían hecho en el Torico a través de las imágenes de los periódicos y las noticias que salieron en la televisión, puesto que la escultura aparecía con unos inverosímiles brillos plateados. Se pusieron en contacto con el ayuntamiento alertándoles de que los cambios en el Torico podían no ser los más adecuados y la figura se trasladó hasta sus talleres, donde se colocó una pátina que, además de proteger la pieza de la intemperie, mantenía el aspecto con el que se conocía al toro hasta la fecha.
Fue el primer momento en el que la restauradora Pilar Punter vio al Torico bajado del pedestal porque en el año 1994 realizó un informe en colaboración con el arquitecto del Ayuntamiento pero analizaron la escultura subidos a una grúa. Precisamente en ese documento ya aparece claramente que la escultura no es de bronce, sino de hierro fundido, aunque conservaba restos de pintura verde procedentes de una pátina que le dieron para que se asemejara a ese metal, de más valor que el hierro. La restauradora del Museo plantea que, pese a que no había dudas de que era de hierro y que así figuraba en el estudio técnico realizado, “se ha seguido diciendo hasta ahora que era de bronce”.
En el imaginario colectivo de los turolenses el Torico siempre ha sido de bronce, e incluso en la visita guiada que se hace en el tren turístico se describe así. Sin embargo, esta idea, que los medios de comunicación han contribuido a asentar, puede tener su origen en un documento de un autor anónimo que en el siglo XVIII describe la fuente realizada en el XVI –posiblemente por Pierres Vedel, el ingeniero que se ocupó de la traída de aguas a la ciudad– y habla de la escultura que hay en ella como “un pequeño y hermoso toro de bronce dorado con una estrella entre las astas”.
En ese documento de 1994 realizado por los expertos también hablan de “líneas de unión entre piezas en el pecho y a ambos lados de la falda”, aunque aclara que “para definir con cierta precisión la técnica de fabricación se aconseja realizar un examen más directo y solicitar una peritación experta”. Además, aconseja análisis radiográficos realizados de forma puntual.
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