Los castillos de Teruel reciben 127.310 visitantes en 2022, un 13,5% más que el año anterior

Los castillos de la provincia de Teruel constataron en el año 2022 que siguen siendo un importante gancho de atracción para los turistas a tenor de las 127.310 personas que pagaron la entrada en alguna de las nueve fortalezas con venta de tiques que hay distribuidas por el territorio provincial.

En cinco de los monumentos defensivos de Teruel hubo mejores registros en 2022 que en el ejercicio anterior, y eso que 2021 fue un año muy bueno para el turismo de interior puesto que las restricciones en los viajes al extranjero y las ganas de salir de la gente tras el confinamiento hicieron que las cifras fueran muy buenas pese a que se concentraron entre los meses de mayo y diciembre, ya que los anteriores estuvieron cerrados.

El castillo más visitado el pasado año fue el de Valderrobres, con 36.265 turistas, una cifra un 4% superior a los casi 35.000 de 2021 y que queda muy cerca –a 450 personas– de los 36.713 de 2019. Hay que matizar que esta fortaleza ha llevado a cabo un proceso de restauración que concluyó en 2021 y que ha supuesto la apertura de nuevos espacios.

También incrementó los usuarios el de Mora de Rubielos más de un 15% al pasar de los 31.174 de 2021 a los casi 36.000 del pasado ejercicio. Cifras que, sin embargo, siguen lejos del máximo de 2019, situado en más de 43.000 visitantes.

Mejores números

Precisamente fue en ese año cuando se lograron los mejores números para el conjunto de las fortalezas de Teruel, que rozaron los 140.000 visitantes. “La sensación es que vamos hacia lograr esas cifras”, plantea el presidente de Arcatur, la Asociación para la Recuperación de los Castillos Turolenses, Rubén Sáez, quien recuerda la buena línea que mantenían y que se rompió en 2020: “Fue un desastre y, aunque en 2021 se recuperó, y en 2022 creció, hay que insistir en la promoción porque los castillos son un producto turístico de referencia”, dice.

Las nueve fortalezas que cobran entrada en Teruel suman 127.000 visitantes frente a los 161.000 que registró Dinópolis y sus siete sedes en el mismo año. No obstante, como destaca Sáez, la cifra sería todavía mayor si se contabilizaran los visitantes que atraen otras fortalezas de acceso libre donde, por tanto, sus visitas no están contabilizadas, como Castellote, Aliaga o las murallas de Mirambel. Por eso, desde Arcatur se han marcado como objetivo la realización de un informe que muestre la repercusión económica que tienen los castillos en el territorio turolense.

Impacto en seis comarcas

Las nueve fortalezas que suman más de 127.000 visitas se localizan en seis comarcas distintas, que son la Comunidad de Teruel (murallas de la capital); el Jiloca, donde está el Castillo de Peracense; Bajo Martín (Albalate); Matarraña (Valderrobres); Sierra de Albarracín, en la que se ubica el castillo de Albarracín; Bajo Aragón, con el castillo calatravo de Alcañiz, y Gúdar-Javalambre, en la que se concentran los monumentos defensivos de Mora de Rubielos, Puertomingalvo y Alcalá de la Selva.

“El impacto está repartido por diferentes territorios”, refrenda Rubén Sáez, quien matiza que hay castillos con muchas potencialidades pero con problemas de gestión al no contar con personal específico para atenderlos.

El presidente de Arcatur reclama más promoción a nivel provincial y regional puesto que se traduciría en un incremento de las cifras ya que con la difusión que hacen desde la propia asociación y las entidades locales no es suficiente.

Hay castillos que forman parte de lugares con otros recursos turísticos, como la nieve en el caso de Mora de Rubielos y Alcalá de la Selva, o el rico patrimonio del Matarraña, en el caso de Valderrobres. Sin embargo, recuerda Sáez, hay otros, como Peracense, donde el castillo es el único recurso de la localidad y, sin embargo, es capaz de atraer a casi 23.000 personas.

El responsable de la red de castillos matiza que una fórmula que se podría utilizar para reactivarlos e incrementar las visitas es la realización de actividades en ellos, como las visitas tematizadas o las jornadas de recreación histórica.