Las Bodas de Isabel: Besos de paz bajo los colores azul y amarillo de Ucrania para que cesen las guerras

Teruel lanzó besos de paz al aire, bajo los colores amarillo y azul de la bandera de Ucrania, para que cesen las guerras, con la historia de los Amantes como metáfora del mal que causa la intolerancia en el mundo. Fue el final de una edición de Las Bodas de Isabel de Segura que estuvo impregnada de aires de renacimiento tras el paréntesis del año pasado por la pandemia. De hecho, la alcaldesa anunció que en 2023 se celebrarán como merecen los veinticinco años de esta recreación, que no pudo conmemorarse en 2021 debido a las restricciones de la covid.

Los turolenses y quienes han visitado la ciudad durante el fin de semana volvieron a emocionarse con el final de la historia de Isabel y Diego, que por más que sea el mismo año tras año en un bucle sin fin, es la seña de identidad de un Teruel “donde el amor se siente vivo más allá de la existencia”, como reza el Romance del ciego que se recitó una vez más en la plaza del Seminario.

La novedad de este año, aparte de montarse un escenario ante la puerta de la Biblioteca y que sustituyó al balcón del Seminario para finalizar los actos, fue la presencia en el imaginario de todos de la barbarie de la guerra de Ucrania, que no es sino una expresión más de la iniquidad de quienes recurren a ella movidos por la intolerancia y la ambición. Los besos al aire que se lanzaron este año fueron un grito de vida tras dos años de pandemia para pedir paz en Ucrania y el cese de las guerras en el mundo.

Así lo expresó Sagrario Belenguer antes de la Rompida por el beso, que interpretaron los tambores y bombos, al ir ataviada con un traje que llevaba los colores de la bandera de Ucrania, el azul y el amarillo. Y a su lado, varios miembros del equipo de Las Bodas de Isabel de Segura lucieron también colores del emblema nacional ucraniano, que envolvía además la guirnalda que adornaba el escenario.

“No dejemos nunca de besar a quien más queremos y ahora, mandemos besos al aire, besos de paz desde la ciudad de los Amantes, para que cesen las guerras y viva el amor, ¡que vivan, por siempre, Isabel y Diego!”, proclamó Belenguer en el momento del beso antes de que retumbaran los tambores y bombos como metáfora de latidos de vida al representar el amor eterno de los Amantes.

Minutos antes, la comitiva de los funerales de Isabel y Diego había llegado a una plaza del Seminario que estaba a rebosar de público, una imagen que transmitió también la esperanza del regreso a la normalidad tras dos años de covid. El Romance del ciego volvió a escucharse en la calle, al igual que la Oda a los Amantes interpretada por Mari Carmen Torres. Un fallo técnico al irse el sonido cuando estaba acabando amenazó con deslucir el momento, pero la rápida reacción de la cantante y la ovación del público le pusieron un broche de emoción añadido.

Finalizaba así la vigésimo sexta edición de Las Bodas de Isabel de Segura, las del regreso tras la covid y la vuelta a la normalidad, que se han celebrado un mes más tarde de lo previsto por motivos sanitarios y que contaron con menos visitantes de fuera que antes de la pandemia, pero que han puesto de manifiesto las ganas de los turolenses de volver a ser dueños de las calles ante la implicación que han mostrado durante estos días.

Que llegase menos gente de fuera no impidió que la plaza del Seminario volviese a estar a rebosar de gente. No se pudo entrar en esta ocasión al edificio del Seminario, por motivos de seguridad sanitaria, para que el Romance del ciego, la Oda a los Amantes y el saludo final de los actores que han encarnado a Isabel y Diego pudieran dirigirse al público. Como alternativa se montó un escenario que simulaba un balcón, desde el que la pareja se dio finalmente el beso que todos querían ver.

Las fiestas medievales se han desarrollado sin incidentes y la lluvia caída el sábado no impidió que los actos se celebrasen, incluso el toro nupcial. Entre los empresarios hosteleros esta edición ha dejado un sabor “agridulce”, según manifestaban, porque si bien a nivel de restauración ha sido todo un éxito, la ocupación hotelera no ha llegado a ser del cien por cien como lo era antes de la covid, pero como contrapartida destacaron la “esperanza” que supone para ellos y la sociedad en su conjunto que puedan volver a hacerse este tipo de actos multitudinarios.

La lluvia que se anunciaba para el fin de semana, unido a que la pandemia todavía no se ha dado por concluida todavía en su totalidad, y la incertidumbre por las crisis energética y la guerra en el este de Europa, además de la celebración el pasado fin de semana de las Fallas en Valencia, de donde procede buena parte del turismo que acude a las Bodas, ha restado público, pero las calles se han vuelto a impregnar de vida durante estos días.

La alcaldesa de Teruel, Emma Buj, dijo que esta edición había sido “absolutamente extraordinaria” por las fechas y las circunstancias en que se ha celebrado al tener que pelear también contra el tiempo, a pesar de lo cual manifestó que habían sido “un éxito rotundo”.

“Teruel ha lanzado un mensaje claro, los turolenses hemos dicho que hemos vuelto, Teruel está aquí, otra vez, como la ciudad turística que es y llena de vida, y con esta edición hemos vuelto a llenar nuestras calles del siglo XIII de turistas”, valoró la alcaldesa, quien incidió en el éxito de público al estar abarrotadas de gente todas las escenas. Incidió, eso sí, en que se habían garantizado las medidas de seguridad y un ambiente “en el que todos los turolenses y los turistas se han podido sentir seguros”.

Próxima edición especial

La alcaldesa indicó que a partir de hoy se empezará a preparar la edición de 2023, la vigésimo séptima, que será especial y que dará continuidad a algunas novedades que ha habido este año, como la utilización del parque de Los Fueros para ampliar espacios, algunas de las redistribuciones que se han hecho, o el autobús nocturno a Los Planos para facilitar los desplazamientos a la carpa.

Anunció que lo que no se pudo hacer en 2021 al cumplirse el veinticinco aniversario de la recreación se hará el próximo año. “El Ayuntamiento tiene un compromiso”, dijo, “que los veinticinco años de las Bodas que no pudimos celebrarlos como todos hubiéramos querido, y esta edición tampoco era la más apropiada”, se celebren en 2023. “Sin ninguna duda vamos a hacer esa celebración pendiente”, manifestó Buj, quien avanzó que se va a preparar una edición “absolutamente extraordinaria”.

Belén Royo, responsable de Comunicación de la Fundación Bodas de Isabel, comentó que la edición de este año se había vivido “con mucha emoción” por el regreso de la recreación a las calles “contra viento y marea”, pese a las complicaciones de la pandemia y el reto que habían supuesto las inclemencias meteorológicas. Destacó esa “alegría de volver a la calle” y de “emocionar” al público.

En cuanto al hecho de haber repetido los actores por primera vez en Las Bodas, aunque procedentes de dos cástines de años distintos, Royo aseguró que había dado “seguridad” a la recreación por la incertidumbre que existía cuando se plantearon los ensayos, porque con la incidencia de la covid no se sabía lo que sucedería.

Alba Sánchez, que ya interpretó a Isabel de Segura en 2020, reconoció que había vivido la recreación, a pesar de su experiencia, “mucho más nerviosa”, pero “igual de emotiva”. Admitió que el hecho de recuperar la fiesta en la calle tras el paréntesis del año pasado por la covid también podría haber influido en los nervios que había vivido en esta ocasión, además del hecho de saber “lo que se siente en cada momento y en cada escena”.

El actor que dio vida a Diego, Juan Esteban, que ya lo hizo el año pasado en la edición virtual, aseguró que había sido “muy emocionante” y confesó que había “llorado como una Magdalena”. Sobre la diferencia de haber grabado las escenas el año pasado y en esta ocasión actuar en vivo ante la gente, dijo que había sido “super bonito” y que pese a los nervios que se pasan, “el público te anima y te lo da hecho”.

Respuesta turística

Entre el público había parejas de otras ciudades que son incondicionales a las Bodas y que acuden todos los años, como Isabel y Jordi, de Zaragoza, que no se han perdido una sola edición desde 2017, y que la del año pasado por Internet no quisieron seguirla porque les daba nostalgia. La pareja zaragozana, que acude también vestida del siglo XIII porque les gusta participar activamente como lo hace toda la ciudad, aseguró que este era uno de los aspectos que más valoraban de esta celebración.

Ángela y Bohavid viajaron también desde Ciudad Real para no perderse esta edición de vuelta a la normalidad. Ella ya conocía la celebración porque en 2020 trabajaba en Teruel. Este año vino con su pareja y ambos destacaron que nunca antes habían visto que “una ciudad entera se vista y se implique de esta manera”.

Las dos parejas reconocieron no haber tenido problemas para reservar hotel, y es que como comentó el presidente de la Asociación Provincial Teruel Empresarios Turísticos, Roche Murciano, este año no se han llenado los alojamientos. El viernes se tuvo una ocupación en torno al 80% y el sábado entre el 93 y el 95%. Se han quedado por ello con un sabor “agridulce”, ya que al menos la restauración ha estado llena y con dos turnos tanto de comidas como de cenas.

La cercanía de las Fallas, ser fin de mes y la incertidumbre por la crisis podrían haber sido otros aspectos que hayan influido, aparte del tiempo, reconoció Murciano, quien celebró por otra parte que este regreso a la normalidad y la cercanía de la Semana Santa devuelven la “esperanza” al sector.

Entre los puestos del mercado la sensación general era idéntica, al haber notado menos gente pero ver que empieza a recuperarse la normalidad. En este sentido, en varios de los puestos consultados incidieron en que habían echado en falta a la gente de Valencia y de Castellón, tal vez por la cercanía de las Fallas o por la lluvia, pero aseguraron que los turolenses habían respondido “muy bien”.

Un indicador de la menor presencia de turistas fue el flujo de visitantes al Conjunto Amantes entre el viernes y el domingo, con un saldo de 1.042 personas los tres días frente a las 3.149 de la exitosa edición de 2020. La cifra de este fin de semana fue muy inferior también a las de 2019 con los 2.901 turistas que visitaron el Mausoleo, y los 2.259 del año 2018.

Este año, el 23,87% de los visitantes al Conjunto Amantes procedieron de Madrid, seguidos de Valencia (14,07%) y Zaragoza con un porcentaje similar. La presencia de turistas extranjeros fue simbólica este año al contabilizarse solo 12 personas de otros países.