Los restauradores del Centro de Restauración de la Fundación Santa María de Albarracín han reanudado los trabajos in situ
La fuente de los doce chorros recuperará su función y manará agua de todos sus caños
La acometida de agua se ha renovado y se reanudan los trabajos ‘in situ’
La fuente de los doce chorros recuperará su función y manará agua de todos sus caños. Esta semana se han reiniciado los trabajos in situ, una vez que se cambiara la canalización que suministrará a la fuente. Ahora los operarios del Centro de Restauración de la Fundación Santa María de Albarracín se afanan en reinsertar las piezas que faltaban y en limpiar la piedra para que antes de que lleguen los rigores del invierno la fuente pueda estar finalizada.
Rosana Herrero, restauradora de la Fundación, explicó que el monumento se encontraba en peor estado de lo que se pensaba en un primer momento. Cuando se pusieron a trabajar en ella se dieron cuenta de que el paso del tiempo había hecho mella en esta fuente, situada frente a la iglesia de los Franciscanos.
La actual construcción data de 1868. De hecho una incisión en la piedra así lo recuerda. Aunque levantada en piedra hay ya elementos que la ligan a la revolución industrial como los chorros de metal fundido. Se conservan todos menos uno que se ha reproducido para poder instalarlos en sus correspondientes caños. Se trata de cabezas monstruosas que se debieron colocar en una intervención posterior, porque el agua pudo manar antes directamente de los caños.
Si estas caras son un elemento característico de esta fuente no lo son menos las losas circulares de piedra o zafariches situados debajo de cada chorro. Antiguamente debían utilizarse para apoyar los cántaros, pozales o cubos con los que el vecindario recogía agua.
Una dificultad con la que se han encontrado los restauradores ha sido la necesidad de reponer sillares que habían desaparecido, que habían cambiado de sitio o que están agrietados “y ya no cumplen su función”, como indicaba Herrero.
Utilizan mortero de cal para rellenar los sillares que se mantienen y varillas de fibra de vidrio y mortero de cal para “coser” las nuevas piezas de reposición. Previamente, se trabajó con chorro de silicato de aluminio para limpiar la piedra, una vez descartado el láser que se empleó en la fuente del Deán.
Estos días trabajan en el llagueado, el sellado de juntas con mortero de cal, después de realizar pruebas con diferentes arenas y cales para la reconstrucción volumétrica y cromática del monumento, y en la colocación de los sillares de piedra de Villalba, el mismo travertino que se utilizó para reponer la columna de la fuente del Torico.
Esta actuación se inscribe dentro del convenio que hace un año firmó la alcaldesa de Teruel y el presidente de la Fundación Santa María de Albarracín, de la que forma parte como patrono la Fundación Térvalis. El acuerdo está pensado para actuar en la restauración del Patrimonio Histórico Artístico de la capital e incluía la intervención llevada a cabo en la fuente del Deán y la que se acometerá en la Escalinata.
Rosana Herrero, restauradora de la Fundación, explicó que el monumento se encontraba en peor estado de lo que se pensaba en un primer momento. Cuando se pusieron a trabajar en ella se dieron cuenta de que el paso del tiempo había hecho mella en esta fuente, situada frente a la iglesia de los Franciscanos.
La actual construcción data de 1868. De hecho una incisión en la piedra así lo recuerda. Aunque levantada en piedra hay ya elementos que la ligan a la revolución industrial como los chorros de metal fundido. Se conservan todos menos uno que se ha reproducido para poder instalarlos en sus correspondientes caños. Se trata de cabezas monstruosas que se debieron colocar en una intervención posterior, porque el agua pudo manar antes directamente de los caños.
Si estas caras son un elemento característico de esta fuente no lo son menos las losas circulares de piedra o zafariches situados debajo de cada chorro. Antiguamente debían utilizarse para apoyar los cántaros, pozales o cubos con los que el vecindario recogía agua.
Nuevos sillares
Una dificultad con la que se han encontrado los restauradores ha sido la necesidad de reponer sillares que habían desaparecido, que habían cambiado de sitio o que están agrietados “y ya no cumplen su función”, como indicaba Herrero.
Utilizan mortero de cal para rellenar los sillares que se mantienen y varillas de fibra de vidrio y mortero de cal para “coser” las nuevas piezas de reposición. Previamente, se trabajó con chorro de silicato de aluminio para limpiar la piedra, una vez descartado el láser que se empleó en la fuente del Deán.
Estos días trabajan en el llagueado, el sellado de juntas con mortero de cal, después de realizar pruebas con diferentes arenas y cales para la reconstrucción volumétrica y cromática del monumento, y en la colocación de los sillares de piedra de Villalba, el mismo travertino que se utilizó para reponer la columna de la fuente del Torico.
Esta actuación se inscribe dentro del convenio que hace un año firmó la alcaldesa de Teruel y el presidente de la Fundación Santa María de Albarracín, de la que forma parte como patrono la Fundación Térvalis. El acuerdo está pensado para actuar en la restauración del Patrimonio Histórico Artístico de la capital e incluía la intervención llevada a cabo en la fuente del Deán y la que se acometerá en la Escalinata.
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