La Diócesis de Teruel es la primera de Aragón en tener un servicio de atención por abusos sexuales
Cinco profesionales darán a los afectados asesoramiento psicológico, jurídico y espiritualLa Diócesis de Teruel y Albarracín ha puesto en marcha el proyecto Repara Teruel, un servicio de atención a las personas que sufren o han sufrido abusos sexuales, tanto si se han producido en el seno de la Iglesia católica como si han tenido lugar en la familia o en otros ámbitos. Se trata del primero de estas características en Aragón.
El obispo de la Diócesis de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, presentó este martes por la tarde el proyecto en la sede de Cáritas y explicó que hay un equipo de cinco personas que se encargarán de la primera acogida y ofrecerá acompañamiento psicológico, jurídico y, si lo desean, espiritual. Además, dos personas más se ocupan de la formación de catequistas, monitores, sacerdotes y de cuantos trabajen con menores en el ámbito de la Diócesis.
El obispo Satué recordó que en la Comunidad hay desde 2020 una Oficina para la Recepción de Informes y Denuncias de Abusos Sexuales en las Diócesis de Aragón, con sede en Zaragoza, para cumplir con el mandato del Papa Francisco de la protección a los menores y las personas vulnerables que puedan ser víctimas de abuso. El nuevo servicio de Teruel es gratuito y actuará en colaboración con esta oficina y también recibirá apoyo del Proyecto Repara de la Archidiócesis de Madrid que cuenta con cuatro años de experiencia y ha atendido a más de 350 víctimas.
Repara Teruel dispone de una sala para la atención a las víctimas en la sede de Cáritas Teruel en la calle Hartzenbusch, un espacio acogedor y sin ningún símbolo religioso.
Contacto
Para contactar con este servicio se han establecido varios canales: el teléfono 978 61 99 57, el correo electrónico teruelrepara@planalfa.es y el whatsapp 617 20 15 53.
Para dar a conocer Repara Teruel se ha insertado un enlace directo en la web de la diócesis y se están colocando carteles en todas las parroquias, colegios católicos e instituciones.
Satué reconoció que, al principio, que la gente acuda a un servicio como éste va a costar mucho, pero confió en que poco a poco pueda ayudar a quienes hayan pasado por estas situaciones tan dolorosas. “Tenemos que ganarnos la credibilidad”, afirmó y comentó que, aunque solo se ayude a una persona, ya merecería la pena.
El obispo de la Diócesis de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, resaltó el gran sufrimiento que suponen los abusos sexuales para las víctimas y defendió que la Iglesia debe ayudar a estas personas con apoyo psicológico, jurídico y espiritual.
“Sabemos que hay casos dentro y fuera de la Iglesia y nuestra obligación es apoyar a la víctima para volver a la vida”, afirmó Satué quien insistió que el abuso no es solo un “momento fatal” sino que supone “romper de arriba a abajo” a la persona.
Una de las necesidades más importantes para las personas que han pasado por una situación de este tipo es poder explicar lo que les ha ocurrido y ser creídos.
El responsable de Repara de la Archidiócesis de Madrid, el filósofo y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y la Pontificia de Comillas Miguel García-Baró aseguró que las víctimas tienen “necesidad de ser escuchados”. “La víctima piensa que no le van a oír y a creer: ‘Pienso que nadie me está creyendo’, nos dicen. Pero la situación están cambiando”, aseguró García-Baró que recordó que ya han ayudado a 350 personas.
Sufrimiento
En la misma línea, la coordinadora de la primera atención en este servicio madrileño, Lidia Troya, afirmó que “el sufrimiento es tremendo” y que las víctimas viven “una terrible soledad y un silencio terrible” y que la incomprensión de su entorno más próximo añade “dolor al dolor”.
Los responsables de este proyecto también recordaron que los agredidos tardan mucho tiempo en querer denunciar ya que algunos sufrieron esta violencia siendo niños y hasta que no son adultos no dan el paso, pero insistieron en que es necesario hablar para poder recuperarse. “No son cosas del pasado, son cosas del presente, el dolor no prescribe”, argumentó Lidia Troya.
Los responsables del proyecto madrileño reconocieron que los inicios no fueron fáciles ya que para muchos sorprende y encuentran cierta contradicción en que la Iglesia, donde se han producido abusos, sea la que de apoyo. “Nos decían que íbamos a lavar la cara a la Iglesia”, reconoció García-Baró quien reiteró que la voz de las propias víctimas ha sido fundamental para lograr credibilidad y entender la importancia de este espacio. “Tras su proceso de sanación hay personas que ahora son acompañantes para otras víctimas en los grupos de ayuda mutua”, explicó Troya.
El obispo de Teruel señaló que algunos de los afectados son personas que tenían una vinculación muy fuerte con Dios y con la Iglesia y por ello sufren una ruptura espiritual que también les afecta mucho, por ello “la reconciliación con la Iglesia es muy sanadora”, afirmó.
José Antonio Satué recordó que ha vivido experiencias en primera persona en las que para la víctima ha sido muy importante escuchar un perdón sincero y oír “lo hemos hecho mal”.
Afectados
Precisamente, Lidia Troya comentó que la ocultación en la institución eclesial ha perjudicado mucho a los afectados. “Hay víctimas que nos dicen que no les ha dolido tanto el abuso como no saberse acompañados”, comentó y explicó que por ello es tan importante el “poder reparador” de encontrar otra Iglesia que les acompaña.
El obispo Satué se mostró convencido de que este cambio con una mayor sensibilidad hacia las víctimas promovido por el Papa Francisco “ha venido para quedarse” en parte, argumentó, porque “la mayor sensibilidad de la Iglesia refleja la mayor sensibilidad de la sociedad”, porque los casos “se han escondido en todos los ámbitos” y ahora se está despertando y “no va a haber marcha atrás”.
Miguel García-Baró se refirió también a la gravedad de lo que llamó “abuso espiritual” que muchas veces precede al sexual y aunque el segundo no se produzca, ya es muy dañino.
“Nos encontramos la figura del narciso espiritual que tiene cierto liderazgo, el gran peligro está en que se aprovecha del otro y puede ir creciendo hasta someterse enteramente, interfiere en su relación con Dios y se está roto”, comentó y aseguró que algunas de estas víctimas terminan suicidándose.
En cuanto a los casos confirmados de abusos sexuales en la Diócesis de Teruel y Albarracín, el obispo Satué recordó que hay tres documentados. En la petición de información que hizo el Defensor del Pueblos de víctimas desde 1950 hay uno público y juzgado y condenado por los tribunales eclesiástico y civil y otros dos relacionados con las publicaciones de El País. Con uno de ellos el obispo se ha dirigido a él cuatro veces, pero no ha querido formular denuncia y otro no tiene más información.
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