José Luis Simón aboga por un cambio de paradigma ante el consumo de recursos
Argumenta que la situación climática no justifica el daño con las renovablesEl catedrático de Geología de la Universidad de Zaragoza, José Luis Simón, ve necesario un cambio de paradigma en el consumo de los recursos naturales y argumenta que la situación climática actual no justifica el daño que se está haciendo a los paisajes y la biodiversidad con el despliegue de las energías renovables. El científico manifestó en una charla impartida en Teruel que el cambio climático parece constatado como sostienen los expertos que se dedican a su estudio, si bien se mostró “muy reticente” con que la situación sea de “emergencia”. Opinó que expresiones de ese tipo son las que sirven de “coartada” para que el despliegue de las renovables se esté haciendo sin una ordenación y destruyendo recursos como el paisajístico.
El Premio Aragón Medio Ambiente de 2022 se pronunció así en la charla que acogió el Casino de Teruel con el título ¿Emergencia o cambio? ¿Climático, global o civilizatorio? Estas fueron solo algunas de las preguntas que se hizo Simón, que reconoció al principio de su intervención que no hablaba como experto en la materia, aunque sí desde el punto de vista del científico que se hace preguntas sobre lo que está pasando en la sociedad.
Simón expresó sus “dudas” sobre muchas de las cosas que se vienen afirmando y que “machaconamente” se repiten en todos los ámbitos. “No de que haya cambio climático”, precisó, sino que de verdad la situación sea de “emergencia”, como se asegura, lo que está provocando otras situaciones.
Argumentó que emergencia significa que “hay que actuar rápido” y que “se nos va de las manos en muy poco tiempo”, algo sobre lo que discrepó. Opinó que estas afirmaciones lo que hacen es “justificar” o servir de “coartada” para que se produzca un “despliegue de energías renovables como única solución en lo que se llama la descarbonización”.
Ese pensamiento impulsa el desarrollo de las energías renovables y “entonces nos vamos como locos, como pollos sin cabeza, a llenar todos los paisajes de parques eólicos y solares”, afirmó el geólogo. Apuntó que es en ese punto donde surge la “paradoja”, puesto que al final hace que “queramos salvar el planeta de un problema que existe, pero que no es el único a nivel global, y lo hagamos fastidiando, estropeando e hipotecando su biodiversidad y sus paisajes, e incluso los modos de vida tradicionales en muchos sitios, particularmente en Aragón y Teruel, que se nos van totalmente al garete”.
Lamentó que detrás de estos discursos esté el “reduccionismo” centrado en los combustibles fósiles, cuando hay una “degradación” y “deterioro” de “muchos aspectos del planeta”.
Puso como ejemplo lo recogido en el último informe del año pasado del Centro de Resiliencia de Estocolmo, que sitúa como primer elemento de ese deterioro la “contaminación”, junto con la pérdida de la biodiversidad y el deterioro de los suelos y el agua por la dinámica del nitrógeno y del fósforo. El cuarto sería el cambio climático.
Argumentó que eso significa que son “muchos los factores” que están influyendo en ese deterioro, pero si la tendencia de los humanos es “reducir” y “simplicar”, eso es lo que está pasando con el CO2, que se ve “como el gran enemigo” sin atender al resto de factores. Por ello discrepó con que descarbonizar sea lo único que se pueda hacer.
Esa simplificación sería la causa del despliegue “a mansalva” de las renovables, que Simón dijo que está “viniendo muy bien al capitalismo especulativo porque está haciendo el agosto”. Criticó que este desarrollo no se esté planificando y que quien lo está moviendo libremente son “fondos de inversión extranjeros” que “buscan la mejor oportunidad”. Precisó que no es que fuese algo programado, sino que se lo han encontrado y lo han aprovechado “para hacer caja”.
El geólogo insistió en que no estamos ante una emergencia, que sí hay que descarbonizar pero “de una manera planificada”. YâÂÂtan importante como eso es que el ciudadano lo asuma, algo que requiere de un cambio de paradigma y de pensamiento, al que hay autores que se refieren como “decrecimiento” con una vida “más austera” y sin derrochar tanta energía como se hace.
Sobre cómo hacerlo, apuntó que debe ser a través de decisiones políticas y ciudadanas. “No hay que volver a las cavernas para cambiar el modelo”, dijo, sino hacer un consumo “más comedido” y acabar con el “derroche”.
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