Jesús Nazareno y la Virgen de la Soledad vuelven a reunirse en Teruel tres años después

Con cierto retraso sobre el horario previsto y en medio de la expectativa de cientos de turolenses, la virgen de la Soledad y el Cristo Nazareno volvieron a protagonizar uno de los encuentros más esperados y característicos de la Semana Santa en la capital turolense, el del Vía Crucis al Calvario y Procesión del Encuentro de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad.

La cofradía de Jesús Nazareno sale durante el Domingo de Ramo a las 15 horas desde la iglesia de San Martín, en procesión, media hora antes de que la de Nuestra Señora de la Soledad haga lo propio desde la de Santa Clara. Tradicionalmente ambas cofradías terminan juntas la procesión, subiendo los dos pasos el Calvario siguiendo las estaciones del Via Crucis.

Sin embargo el momento que mayor número de público congrega es el encuentro de ambas imágenes en la confluencias de la calle del Carrel, la calle Javalambre y el camino del Arquillo, justo bajo el arquillo que queda de la antigua traída de aguas.

Cómo sucede cada año desde 1996 cuando se inauguró esta procesión, y con la única excepción de 2020 y 2021 por culpa de la pandemia, el Nazareno llega primero por el Carrel, y espera paciente la llegada de la Virgen de la Soledad. Ésta llega sobre sus porteadores desde Dolores Romero, y acude a su encuentro doblando por Dolores Romero.

Fue entonces cuando se hizo el silencio entre los aproximadamente dos centenares de personas que habían acudido hasta el lugar, silencio que rompió el toque de corneta marcando el inicio de la marcha militar. Frente a frente las dos peanas, la virgen de la Soledad realizó las tres reverencias a su hijo mientras pétalos de rosa rojos, por parte de la Cofradía de Jesús Nazareno, y rojos por la de Nuestra Señora de la Soledad, daban color a la estampa.  Tras una cerrada ovación, los peaneros ataviados de negro dieron la vuelta a la Virgen y desandaron el camino, acompañados en esta ocasión por los que portan el Jesús Nazareno, en dirección al Calvario.

La del Encuentro es la procesión favorita de muchos turolenses y una de las más características de la capital, por lo que numerosas personas suelen acudir al Arquillo. Este año se convocaron más personas de lo que viene siendo habitual, probablemente por los dos años de ausencia por culpa de la pandemia. Tal es así que más de media hora antes de la hora a la que estaba previsto el encuentro (16.15 horas) ya había gente cogiendo un buen sitio, y todas las calles aledañas se llenaron de público.

Además del acto del Encuentro y las tradicionales reverencias de la Soledad, destacan de esta procesión los cuatro cestos de pétalos de rosa que se arrojan sobre los pasos desde el Arquillo.

Son lanzados por dos personas de cada una de las dos cofradías que participan, colocados sobre la parte central del arco. Para Fernando Catalán, de Nuestra Señora de la Soledad, es ya una tradición desde que comenzó a realizarse esta procesión que seguirá manteniendo mientras pueda encaramarse por el antiguo acueducto. Catalán bromea diciendo que “mientras no te caigas” no tiene ningún peligro, y aunque según él “no reviste ninguna dificultad”, recuerda un compañero que hace años tenía que acompañarle en el trance y el vértigo le impidió avanzar por el pequeño canal de piedra, situado a unos seis metros de altura, y cuya anchura, aunque mayor de lo que parece desde abajo, tampoco da para muchos despistes.

“No es que sea difícil, pero la altura da respeto, claro”, asegura Pilar García, otra de las veteranas del Encuentro, en su caso por parte de los Nazarenos. “Como hay mucha maleza sobre el canal, lo único que hay que hacer es andarse con ojo para que no se te enrede el hábito en las hierbas”. Pilar volvió a cubrir de rosas los dos pasos por primera vez en cuatro años, ya que a las dos suspensiones de la Semana Santa por la pandemia Pilar tiene que sumar su ausencia de 2019, por motivos laborales. En aquella ocasión fue sustituida por su hija Paula Izquierdo, y en esta la acompañó su hijo Javier, quien debutó “recogiendo el testigo familiar”.