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El Torreón de Ambeles proyectó a Ramiro López  a los escenarios bélicos  de los Reyes Católicos El Torreón de Ambeles proyectó a Ramiro López  a los escenarios bélicos  de los Reyes Católicos
Torreón de Ambeles

El Torreón de Ambeles proyectó a Ramiro López a los escenarios bélicos de los Reyes Católicos

La torre de Teruel cambió el paradigma entre la arquitectura militar bajomedieval y la renacentista
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Por Rubén Sáez, Javier Ibáñez González y José F. Casabona
 

Ramiro López fue el más destacado ingeniero militar hispano de la última década del siglo XV y la primera del XVI. Considerado un renovador en el campo de la ingeniería militar europea del momento, sus aportaciones fueron muy valoradas, desde Durero hasta Vauban, pasando por Leonardo da Vinci.

La vinculación de Ramiro López con la ciudad de Teruel fue trascendental para su vida profesional; y el Torreón de Ambeles, el verdadero trampolín que le proyectó a algunos de los principales escenarios bélicos del reinado de los Reyes Católicos.

De probable origen aragonés, hasta hace poco tiempo tan sólo se conocía su brillante trayectoria profesional entre 1483 y 1510, que le llevó por numerosos escenarios de la Península Ibérica, el Norte de África y el Sur de Francia. La primera mención conocida a Ramiro López era de 1482 y se refería a él como “lombardero” (especialista en el manejo de las piezas de artillería de pólvora). Durante los años siguientes, y en el marco de la Guerra de Granada, participó en los asedios de Ronda (Málaga) en 1485 y de Málaga en 1487. En el lapso que medió entre ellos, estuvo presente también en el asedio de Ponferrada (1486), plaza implicada en un conflicto de carácter nobiliario.

Fue en el asedio de Málaga donde se consolidó como uno de los principales artilleros del ejército real, tan sólo por debajo de Fernando Rejón y Francisco Ramírez de Madrid (con el que en ocasiones se confunde). A partir de ese momento su ascenso será meteórico, recibiendo cada vez encargos reales de mayor importancia, favorecidos por la muerte de Rejón y el desplazamiento de Ramírez hacia otros asuntos de Estado.

Ya en 1492, Ramiro López pasó a asumir el mando operativo de la artillería de la Corona, recibiendo a partir de entonces los títulos de Artillero Mayor, Maestro Mayor y Capitán de la Artillería. Coincidiendo con este momento, también comenzó a despuntar como brillante ingeniero, aunque, como ya veremos, no era un campo nuevo para él, pues ya lo había puesto en práctica durante sus inicios en Teruel.

Principales centros de actividad profesional Ramiro López (numeración en el cronograma). Base cartográfica: Description Nouvelle du país D’Espaigne, ca. 1552, BNE)

Un año antes, en 1491, había diseñado unos protobaluartes para la defensa del Real de Santa Fe, construido para asediar la plaza de Granada. De 1492 a 1495 se dedicó a modernizar las defensas granadinas de los Siete Suelos y de Las Cabezas en la Alhambra. Ambas fortificaciones contaban con complejos sistemas arquitectónicos, que las sitúan entre las obras más avanzadas del reinado de los Reyes Católicos en la Península.

En colaboración con Juan Rejón, acometió también la tarea de organizar la artillería que se encontraba dispersa por el Reino de Granada, además de supervisar la puesta en marcha de una fundición de cañones en Baza (Granada) en 1493 y otra en Medina del Campo (Valladolid) en 1496. En paralelo, también dirigió diferentes obras en las fortalezas del territorio granadino. Quizás sea obra suya el durmiente artillado del foso de Almuñécar (Granada), considerado la primera caponera conocida de Europa.

En octubre de 1495, Ramiro López fue enviado por Fernando el Católico al Rosellón para evaluar el estado defensivo de la frontera con Francia. Allí acometió obras de mejora en las fortificaciones de Colliure o Perpiñán, además de poner en marcha una fundición de cañones en esta última plaza en 1499. Precisamente, en el Rosellón levantaría desde 1497 la que es su fortificación más emblemática: el Castillo de Salses.

Mientras avanzaban los trabajos en esta fortificación, Ramiro López también atendió otros asuntos peninsulares. El III duque de Medina Sidonia requirió de sus servicios para la conquista de Melilla en 1497. López diseñó unos baluartes portátiles y prefabricados que permitieron asegurar la playa de desembarco y que contribuyeron al éxito de la empresa. Su mano también resultó determinante en el proyecto de toma de Mazalquivir de 1498. Aunque no ha podido ser constatado documentalmente, quizás sus vínculos con la Casa de Medina Sidonia, le puedan adjudicar la autoría los castillos de Santiago en Sanlúcar y de Niebla (Huelva).

Su periplo por la geografía española le llevaron a participar en 1500 en las operaciones de sitio sobre Velefique (Almería), en el contexto de la rebelión de las Alpujarras. Pero, su papel más determinante lo desempeñaría en la defensa del Castillo de Salses, cuando fue atacado por el ejército de Luis XII de Francia en septiembre de 1503. Su exitosa defensa incluyó la voladura de una de las barbacanas que había sido ocupada por los franceses. Para ello recurrió a la construcción de una mina pirobalística, en lo que supone uno de los primeros casos conocidos de esta práctica.

Finalizado el asedio, reconstruyó el Castillo de Salses, haciendo de él una de las fortificaciones más avanzadas de su época en todo el continente, por suponer un buen ejemplo del tránsito de las fortificaciones medievales a las abalaurtadas. Prosiguió con su frenética carrera, hasta al menos 1510, cuando desaparece de las fuentes documentales.

En la parte final de su carrera trabajó en la solución de problemas estructurales en la Seo zaragozana y pudo haber participado en el equipo de la Torre del Reloj o Torre Nueva de la capital.

Planta del Castillo de Salses (Beaulieu, 1668, Les plans et profils des principales villes et lieux considerables de la Principaute de Catalogne)

Intervenciones en Teruel

En varios estudios sobre la muralla de Teruel realizados en los últimos años, se ha identificado la presencia de Ramiro López en el Teruel en la década de los 70 del siglo XV, lo que supone retrotraer su carrera profesional casi unadécada atrás en el tiempo. Además, aporta nueva luz sobre sus orígenes profesionales y explica la existencia de una estructura excepcional dentro de la arquitectura militar aragonesa: el Torreón de Ambeles.

Tras la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369), se inició el proceso de reconstrucción de la muralla de Teruel, que había sufrido daños de consideración. Las obras fueron largas y costosas, prolongándose hasta bien entrado el siglo XV. Dentro de este proceso de renovación de las fortificaciones, se edificaron estructuras específicamente diseñadas para la utilización de artillería de pólvora. Éstas se concentraron en el entorno del Portal de Zaragoza, el sector más vulnerable del recinto amurallado y en el que mejor podían aprovecharse las prestaciones defensivas que ofrecía esta nueva tecnología.

Primera pieza artillería

La adquisición de la primera pieza artillera por parte de la ciudad de Teruel se documenta en 1411, pagando por ella la importante suma de nueve florines de oro. A esta bombarda grande, en 1423 se le sumaron otras diez bombardas pequeñas, lo que supuso reunir una considerable capacidad artillera, que situó a Teruel al nivel de las principales plazas de la Corona de Aragón. Paralelamente, en esas fechas se construyó la Torre de la Bombardera, el primer torreón específicamente diseñado para albergar piezas de artillería de pólvora.

Otro importante hito en la defensa artillera de la ciudad, lo marcó la construcción del Torreón de Ambeles (o Torre Nueva) entre 1475 y 1480, la estructura más singular y novedosa de todo el recinto amurallado. Se trata de la primera obra conocida de Ramiro López. El Torreón de Ambeles, integrado en el Alcázar Real y con planta con forma de estrella, puede considerarse como la primera de las numerosas e importantes fortificaciones defensivas diseñadas por este prestigioso ingeniero.

Además de las obras de la Torre Nueva, Ramiro López fue nombrado por el Concejo como técnico para valorar el estado en el que se encontraba la muralla turolense en ese momento (23-2-1475). Los regidores turolenses hacen en el documento especial hincapié en la valía del elegido, lo que lleva a pensar que ya se trataba de un ingeniero de prestigio, aunque a nivel local. Cuatro años después (13-9-1479), sigue trabajando en una torre, manifestándose preocupado por los problemas que podían derivarse de los fríos.

El 24 de enero de 1480, los regidores turolenses pidieron a Ramiro López, maestro de la Torre Nueva, que declarase el valor de la piedra de la Sisa (otra torre de la Ciudad que había sido desmantelada), que había colocado dicho año en la fortificación que estaba obrando.

La Torre Nueva – Torreón de Ambeles debía estar ya concluida en el momento en el que los Reyes Católicos visitaron Teruel (enero de 1482). Los monarcas debieron alojarse con casi toda seguridad en el Alcázar Real, al que se adosa dicha estructura. Y la obra debió impresionarles, como lo demuestra que, ese mismo año, Ramiro López fuera llamado a servir en la Guerra de Granada, en la que desempeñó un papel de la máxima relevancia.

El Torreón de Ambeles

El Torreón de Ambeles, al que tan poca atención prestamos los turolenses, fue una obra clave en la carrera profesional de Ramiro López. Desconocemos si era su opera prima o si antes había realizado alguna otra construcción relevante, no identificada hasta el momento. Pero lo qué si se puede afirmar, es que supuso el punto de inflexión que le llevó desde una ciudad del interior peninsular, a algunos de los principales escenarios en los que desarrollaron su actividad bélica los Reyes Católicos, en su lucha por la hegemonía continental. Y que esta torre, marcó su decisiva contribución al cambio de paradigma entre la arquitectura militar bajomedieval y la renacentista.



 

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