El catafalco mortuorio de Albarracín se restaurará y expondrá montado en el Museo Diocesano
El carácter efímero de estas estructuras de madera y tela hace que hayan llegado muy pocas hasta nuestros díasUn catafalco es una estructura que se construía habitualmente para honrar a un difunto, habitualmente de la nobleza, la realeza o también a personas de alto rango, y eran de carácter efímero, de forma que se destruían o reutilizaban después. Por eso, no se han conservado muchos a lo largo de la historia y el de Albarracín resulta de gran relevancia puesto que se debía instalar en fechas puntuales, como el Día de Difuntos, para recordarle a la ciudadanía que nadie se libra de la muerte, ni siquiera los más poderosos. Estas piezas aparecieron de forma casual en los almacenes de la Catedral en el año 2015 y, ahora, la Fundación Santa María de Albarracín quiere restaurarlas y montarlas para que ocupen un lugar destacado en el Museo Diocesano.
Las tablas ya fueron sometidas a un proceso de limpieza y acondicionamiento durante un curso de restauración de pintura de caballete realizado en ese 2015, cuando las telas, que son sargas, se montaron sobre bastidor porque las maderas que las soportaban estaban muy deterioradas. El restaurador Nacho Barceló, que será quien dirigirá los trabajos de recuperación en el año 2025, explica que la capa pictórica sobre la tela “es muy frágil para facilitar el desmontaje, ya que de esta forma son más dúctiles, más flexibles”. Eran elementos efímeros, por eso la mayor parte de ellos no han llegado hasta nuestros días.
Figuras sin identidad precisa
Aunque buena parte de los catafalcos se hacían para honrar una figura concreta, en el caso del conservado en la Catedral de Albarracín no tiene identidad precisa y muestra a un papa, un obispo y un rey, todos ellos rodeados de calaveras, esqueletos e incluso la figura de la muerte con la guadaña. El mensaje que buscan lanzar con esa concatenación de imágenes está claro y es que nadie se libra de la muerte, ni siquiera los más poderosos.
Según confirman los expertos en historia del Arte y restauración, su carácter efímero hace que hasta nuestros días hayan llegado muy pocos, aunque se trata de armazones de madera que se utilizaron durante un extenso periodo de tiempo que va desde la Edad Media al siglo XIX.
El gerente de la Fundación Santa María de Albarracín, Antonio Jiménez, especificó que las primeras fases del proceso para recuperar el elemento mortuorio que quieren exponer en el Museo Diocesano están hechas, pero aún queda rematar, hacer la reintegración e instalarlo, cuyo proceso puede resultar de gran interés: “Es una estructura diferente que guarda algunos enganches en los laterales que pueden ayudarnos a conocer cómo estuvo montado en su origen”, argumentó.
Pieza singular y especial
El objetivo es que forme parte de la colección del Museo Diocesano “como una pieza muy singular, especial”, concretó Antonio Jiménez. El responsable destacó que tiene “un sabor popular francamente atractivo, con unos esqueletos curiosos, muy toscos en definición, al igual que los personajes que aparecen”.
De forma casual, durante una inspección al almacén catedralicio se descubrieron dos de las tablas y la profesora que en ese 2015 estaba al frente del curso de Restauración de Pintura de Caballete, Silvia Carrasco, enseguida se dio cuenta de que se trataba de un catafalco y se pusieron a buscar más piezas para completarlo. Finalmente, aparecieron hasta diez lienzos que forman el monumento funerario y también un total de ocho candelabros con calaveras que debían completar la estructura mortuoria que se exhibía el Día de Difuntos.
No se sabe con seguridad la forma que tenía, aunque se cree que era en forma de túmulo y que las piezas se unen por bisagras, ya que se conservan algunas de ellas. En cuanto a la datación, Silvia Castillo lo situó en el barroco, probablemente a finales del siglo XVIII por la tipología y la vestimenta que presentan las tres figuras representadas en las telas.
En un principio pensaron que se trataba de un monumento para conmemorar la muerte de un rey concreto, pero después se dieron cuenta de que lo que representa es que la muerte nos llega a todos. Los expertos plantean que estas construcciones teatrales eran muy habituales y se usaban para celebraciones como Todos los Santos.
Arrinconados
Al tratarse de piezas que se montaban y desmontaban sólo unos días al año, muchos acabaron arrinconados y buena parte de ellos acabaron perdiéndose. No así el de Albarracín, que apareció en un almacén que, como apunta Jiménez, “en ese momento estaba muy desordenado y sin catalogar”, algo que ahora ya han realizado.
El catafalco, como recuerda el gerente de la Fundación, no fue el único elemento sorprendente que apareció en el almacén catedralicio, donde también apareció un retablo del siglo XVI que acabó instalándose en la capilla de la Inmaculada.
En la provincia de Teruel no hay ningún catafalco expuesto y, salvo el de Albarracín, no se conoce la existencia de ningún otro, aunque no se descarta que pudiera aparecer alguno oculto en almacenes eclesiásticos o que algunas de las piezas hayan pervivido inconexas. En España tampoco es un elemento artístico demasiado habitual, aunque sí hay varios que están montados y son visitables. Sin embargo, el profesor de restauración Nacho Barceló sí ha intervenido en la recuperación de un par de ellos, por lo que conoce bien este tipo de estructuras.
Respeto y estatus
Los catafalcos fueron estructuras significativas en la cultura funeraria, simbolizando respeto y estatus, y aunque muchos no se conservan en su forma original, sus representaciones y materiales continúan siendo objeto de estudio.
En algunos casos, estas estructuras se reutilizaban cambiando los escudos de los nobles y obispos que aparecían en ellos. Tenían un carácter popular, de ahí que el estilo pictórico no sea muy refinado en la mayor parte de ellos.
El que se conserva en Albarracín tiene posiblemente estructura de túmulo, aunque habrá que comprobarlo al año que viene, durante el montaje tras su recuperación en el Curso Superior de Restauración de Retablos que está previsto llevar a cabo en la Fundación Santa María de Albarracín.
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