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Cella repite la tradición y reparte panes,  vino y sardinas en la Romería del Calvario Cella repite la tradición y reparte panes,  vino y sardinas en la Romería del Calvario
Varios “corros” de amigos instalados en el monte Calvario de Cella, junto a los tractores en los que llevaron su intendencia al punto de la mañana. J. L. R.

Cella repite la tradición y reparte panes, vino y sardinas en la Romería del Calvario

Los cellanos se organizan en “corros” con sus amigos en el monte coronado por tres cruces
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José Luis Rubio

Llegar al monte del Calvario, en Cella, un 23 de abril no es una tarea fácil. Las dos pistas agrícolas que conducen hasta ese lugar registran cada año severas retenciones de tráfico en el ecuador de la mañana en las que recorrer los últimos kilómetros hasta el lugar llegan a prolongarse hasta casi la hora. Y es que nadie en Cella se quiere perder la Romería del Calvario y prácticamente todos los vecinos, mayores y pequeños, acudieron este miércoles, como cada año, a ese espacio de monte, y en el que este miércoles, coincidiendo con la celebración de la fiesta de San Jorge, se reeditó la tradición secular.

La alcaldesa, Carmen Pobo (izq.), reparte panes y peces a sus vecinos. J. L. R.


Con la paciencia de quien sabe que lo bueno está por llegar, Los conductores de los cientos de vehículos que peregrinaron este miércoles hasta este paraje, coronado con un bloque de obra sobre el que se yerguen tres cruces, avanzando con ritmo tedioso hasta los remolques en los que la corporación, con la alcaldesa Carmen Pobo a la cabeza, repartía a todos los que llegaban panes, sardinas y vino, “como manda la tradición”, resaltó la edil. En total, el Ayuntamiento de Cella repartió este miércoles 3.500 panes redondos, casi 3.000 sardinas y 3.500 litros de vino.
 

La peña Los Yankis preparó su tradicional guiso de judías, chorizo y morro. J. L. R. 


“El Calvario es un dia importantísimo para los cellanos. Lo celebramos siempre el día de San Jorge, que antes de ser patrón de Aragón ya lo celebrábamos nosotros”, dijo Pobo, recordando que la fiesta se remonta a hace más de tres siglos.

Desde primera hora de la mañana, y como manda la tradición, muchos vecinos de Cella empiezan a subir a este enclave con tractores y remolques cargados con mesas, sillas, toldos y todo lo que puedan necesitar durante la jornada. El resto suele subir a media mañana provocando un embotellamiento que casi se ha convertido en una parte más de la celebración. Una vez en el monte, cada grupo tiene su ubicación. Aunque no hay una reserva formal de los espacios, cada familia, pandilla o peña repite, un año sí y otro también, el lugar en el que instala su campamento.
 

Jóvenes de la peña El Desvío, vestidos de indios y vaqueros. J. L. R. 


Aunque en esta ocasión, y a pesar de que la mañana dejó un día magnífico con sol, buena temperatura y una ligera brisa, la mayor parte de los veraneantes y de los hijos del pueblo que residen en otras comunidades no pudieron participar por celebrarse en miércoles, lejos del fin de semana. Aún así, miles de vecinos se organizaron entre las carrascas en “corros”, alrededor de pequeños fuegos en los que desde primera hora empezó a asarse embutidos, a cocer caldo de morro y chorizo al que luego añadir judías o, después del mediodía, paellas.

Los jóvenes han recuperado la costumbre de sus padres y desde hace algunos años acuden al Calvario disfrazados. Cada peña o cada corro tiene su propia temática, que cambia de año en año. La peña El Desvío apostó este año por vestirse de indios y vaqueros y protagonizar una batalla por la tarde, mientras que otro grupo se disfrazó de súper héroes.
 

Celebración de misa junto a las cruces del monte Calvario. J. L. R.


Otras peñas, como la Los Yankis, con jóvenes de más edad, preparó el caldo de callos y chorizo para echar después de las judías mientras algunos bailaban Born in USA, de Bruce Springsteen. Apenas unos metros más allá, un grupo de veteranos se sonreía diciendo que les habían “quitado el sitio” unos que habían “madrugado más”, explicó Vicente Pomar, de 78 años, que lleva “toda la vida” subiendo al Calvario. Un poco más allá, Jesús Pobo, apuntó que el plan de su grupo era “alargarlo hasta donde se pueda”, al igual que el resto de participantes, a los que el día se les quedó corto. La jornada se cerró con discomóvil.

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