20 años de Dinópolis: Una gran familia unida por una forma de vida donde la implicación es completa
Mari Carmen, la secretaria de Dinópolis, asegura que en el parque lo extraordinario acaba siendo habitual“Dinópolis no es un trabajo para mí, es una forma de vida”, asegura Mari Carmen Cortés, secretaria de dirección del parque paleontológica y una de las veteranas de las instalaciones puesto que empezó a trabajar en ellas cuando se abrieron hace veinte años. Es la voz de la experiencia, no solo de estas dos décadas sino de la propia evolución que ha tenido el turismo en la provincia por su trabajo previo en la agencia de Viajes Teruel Tours. “Dinópolis ha sido absolutamente vital para el crecimiento del sector turístico porque ha sido un motor de desarrollo”, afirma esta profesional a la que muchos compañeros del parque ven como una “madre” siempre dispuesta a colaborar y ayudar en lo que haga falta.
Mari Carmen es una persona muy querida en Dinópolis. Es, además, la voz amable y serena del parque, la persona que responde al teléfono. Entró a trabajar en estas instalaciones el 17 de mayo de 2001, a solo dos semanas de la apertura. Lo hizo como apoyo del director comercial, Carlos Hernández, por el bagaje profesional que tenía en el sector turístico después de veinte años de experiencia en el mismo. Hoy es la más veterana de esa “familia” que es Dinópolis, como se refiere Mari Carmen al hablar de sus compañeros. Discreta y atenta, los ha visto crecer profesionalmente al igual que ella en su vida personal veía cómo sus hijos se hacían mayores y le daban nietos, auténticos fans de los dinosaurios como era de esperar.
Cuando abrió sus puertas Dinópolis, Mari Carmen era una de las personas conscientes de lo que iba a suponer para la provincia, aunque admite que tampoco esperaba un crecimiento como el que ha tenido. De sus veinte años en el parque asegura que todos han tenido que ir adaptándose a los tiempos, a cómo iba creciendo el parque y surgían nuevas necesidades.
Extraordinario
“En Dinópolis lo extraordinario es habitual”, afirma, porque un día puedes estar haciendo una cosa para implicarte al día siguiente en lo más extraño que se pueda uno imaginar, desde coger aguja e hilo hasta auxiliar a un visitante a encontrar un objeto perdido.
Una anécdota que recuerda con cariño fue su participación en la campaña promocional del Dino West que se hizo en 2013. Cualquier gran parque de atracciones hubiese encargado el trabajo a una productora audiovisual y se hubiera olvidado del resto, pero en Dinópolis las cosas no funcionan así, ya que los recursos son pequeños y todos se implican en aquello que puedan aportar.
La campaña consistió en que Rocco, una de las mascotas de Dinópolis, se iba al lejano Oeste para promocionar la apertura del parque paleontológico aquella temporada en la que se iba a recibir al visitante 2 millones. Se hizo una película por entregas cuyos capítulos de corta duración, a modo de píldoras audiovisuales, se difundían por las redes sociales con el suspense de cuál era la misión de Rocco, vestido de sheriff y con una estética de western que se consiguió filmando las escenas en el barranco de Barrachina.
Costureras de Rocco
Sin dudarlo, Mari Carmen se puso a coser el traje de sheriff de Rocco junto con María Ángeles Galindo, la responsable de la tienda del parque a la que todos conocen como Geles. “Todo el equipo estuvimos implicados para sacar la grabación adelante, con mucha creatividad”, cuenta, para precisar que ese es uno de los múltiples ejemplos de cómo Dinópolis es una “gran familia” en la que “todos nos involucramos”. En los créditos aparecen tanto ella como Geles vestidas de vaqueras como autoras del vestuario de Rocco y afirma que se quedaron “muy orgullosos del resultado”.
Mari Carmen ha visto crecer muchas cosas en estas dos décadas que lleva abierto Dinópolis y no solo las instalaciones. Ha visto nacer a los hijos de sus compañeros y cómo sus propios hijos se hacían mayores y le daban nietos, que inevitablemente aparecen en la conversación varias veces y al hacer las fotografías junto a una reconstrucción de Dacentrurus en la zona de Tierra Magna.
Se abraza a la cabeza del dinosaurio con cariño para posar, una virtud que la ha convertido en una de las personas más queridas del parque entre los trabajadores ya desde los inicios, porque por su edad era la que entró con más experiencia y compartió sus conocimientos con todo el mundo.
Al recordar aquel mes de mayo de 2001, cuando la expectación crecía día a día ante la inminente apertura del parque, explica que presentó su currículum cuando se enteró de que buscaban una comercial. Acababa de estudiar Comercio Exterior para participar en el programa de exportación e importación y asesorar a las empresas, pero surgió Dinópolis y no dudó en embarcarse en el proyecto por la fuerza con que había surgido.
Experiencia previa
Llevaba ya dos décadas trabajando en una agencia de viajes familiar, Teruel Tours, un referente de la ciudad que no solo ha enviado turolenses de vacaciones a otros lugares sino que ha traído gente para promocionar los recursos turísticos de aquí. Recuerda que entró para apoyar como comercial a Carlos Hernández en un momento en el que Dinópolis estaba naciendo y al empezar a trabajar solo estaba el edificio principal, que fue el primero en entrar en funcionamiento.
Su trabajo consistía en apoyar al director comercial en asuntos como las reservas y asistencia a ferias, y su ventaja es que “llevaba más de veinte años en este mundillo”. Había estudiado también dirección de ventas en agencias de viajes y trabajado de guía.
Asegura que en aquel tiempo se sentía “la madre de todos” sus compañeros por la edad. Al principio todos le consultaban apoyándose en su experiencia, “luego ya la gente empezó a tomar sus propias decisiones, pero al principio todo era muy nuevo; eran gente con sus carreras recién acabadas pero no habían tenido una experiencia profesional como yo lo tenía, sino al contrario, porque yo lo que tenía era muchísima experiencia”.
Aunque al principio se pensaba que iba a ser un proyecto para el verano, fue tal el éxito que tuvo “que se desbordó todo y hubo que reorganizar la forma de pensar en Dinópolis, porque ya no era una experiencia para el verano, sino algo que iba a tener continuidad durante todo el año y había que empezar a pensar en ferias, en las promociones y en todas esas cosas”.
Al principio aportó sus conocimientos y asesoramiento en lo que eran los canales de distribución del producto con las agencias de viajes, que tan bien conocía ella, y hacer que el parque estuviese presente en todos los mercados.
Los inicios
Tras aquellos inicios pasó a ser secretaria de dirección, puesto en el que permanece desde entonces. “Hemos tenido que ir cambiando desde los inicios porque yo digo siempre que Dinópolis es donde lo extraordinario es habitual, y tenemos que ir cada día modificando nuestra forma de actuar porque cambian las cosas, tienes nuevas necesidades y te tienes que ir amoldando a los tiempos”, comenta al referirse a la propia organización interna de la empresa.
“Cuando se hizo la presentación de Así se hace Dinópolis eran muy fuertes los medios que se estaban invirtiendo, eso se veía que no era algo que iba a ser flor de un día, lo que pasa es que la gente no se hacía ni idea de lo que podría repercutir Dinópolis”, afirma Mari Carmen, quien comenta que por su trabajo en agencias de viaje había visitado parques en otros países como el de Disney en Orlando (Estados Unidos), pero no tiene nada que ver con lo que ha sido Dinópolis.
“Son grandes complejos y las ciudades giran en torno a ellos, pero aquí en Teruel la gente no tenía idea de lo que esto podía suponer porque había muy poca oferta turística y no se pensaba la importancia que podía llegar a tener en el futuro”, argumenta para reconocer que ella tampoco pensó que pudiera tener tanto impacto por la situación de Teruel al ser una ciudad pequeña y en aquel entonces sin comunicaciones y “ni un solo kilómetro de autovía, con lo cual a la gente le costaba más llegar”.
Crecimiento
En cambio el proyecto fue creciendo y, de acuerdo con los planes iniciales, lo hizo por toda la provincia con las subsedes, algo que no es habitual para este tipo de instalaciones. Explica que eso es precisamente una de las cosas que más cuesta hacer comprender a quienes llaman para informarse “porque piensan que todo está dentro de Dinópolis”.
Es algo que en un principio cuesta entender a la gente, por qué esa dispersión, pero lo asimilan “cuando les cuentas que las sedes se encuentran en poblaciones con yacimientos paleontológicos, pero les cuesta cambiar el chip porque vienen de grandes ciudades, y cuando lo descubren se plantean el viaje con más calma”. Incide en este sentido en que ese es el objetivo del parque, que la gente recorra la provincia haciendo turismo y visitando otros recursos que existen.
En aquellos comienzos era una de las pocas ofertas turísticas concebidas para el turismo familiar que había en Teruel, aunque después se ha ido ampliando. En cualquier caso, Mari Carmen considera que el parque “ha sido absolutamente vital como motor de desarrollo del turismo en la provincia, porque sin esa afluencia y llegada de turistas que ha provocado esto no habría crecido tanto ni se hubiesen hecho tantos hoteles y alojamientos”.
Un valor importante de Dinópolis que lo diferencia de otros parques por su tamaño es el trato personal que se da a los visitantes. “Eso lo hemos conseguido gracias al esfuerzo del personal y la gente se va contenta con el trato que han tenido aquí”, afirma, como se pone de manifiesto también después en los correos que les mandan los visitantes dándoles las gracias.
En este sentido, recalca lo bien que funcionan las visitas a los centros de las subsedes y lo contenta que se va la gente. “Se van encantadísimos porque es un trato muy cercano y personal, y eso que los críos de dinosaurios saben muchísimo, pero pueden interactuar con los guías y eso gusta a la gente”, comenta.
Mari Carmen tiene ya 63 años y es inevitable hablar de la jubilación por su edad, pero ella elude el tema y se limita a contestar que le gustaría “continuar aquí” y, sobre hasta qué fecha le gustaría seguir en activo, afirma que “hasta que se pueda” porque el día que se vaya admite que “alguna lagrimita echaremos”.
Compañeros
Insiste en este sentido que “quienes trabajamos aquí ya no somos solo compañeros, somos una familia y si hace falta algo nos volcamos todos en cualquier momento, ya sea a nivel de trabajo o a nivel personal”.
Tras ese periplo de veinte años en Dinópolis, Mari Carmen se siente querida, algo que es importantísimo para estar a gusto en un trabajo que requiere de continuas adaptaciones como ha sucedido ahora con la pandemia y las medidas de seguridad sanitaria que ha habido que implementar. Ese “ambiente familiar” es lo que le hace sentirse bien en Dinópolis al ser partícipe no ya de un proyecto, sino de una realidad, que ha hecho a Teruel tan grande turísticamente como lo son sus dinosaurios.
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