

En Andalucía, los monjes eran los propietarios de las ganaderías en el siglo XVIII. Los Cartujos de Sevilla o Jerez eran algunos dueños de las cabezas de ganado que se utilizaban en las fiestas de los toros. Una de aquellas puntas de ganado fue adquirida por Luis Antonio de Cabrera y Ponce de León-Luna, a mediados de aquel siglo, dando origen a una de las castas fundacionales: la casta Cabrera.
En 1852, las 193 vacas de esta casa cambiaron de manos, en un movimiento que marcaría un hito en la historia de la tauromaquia. Y es que don Juan Miura fue quien adquirió el ganado, la finca, los bueyes y las yeguas. Desde aquel momento, las principales figuras de cada época, (hasta la actual, en la que la tauromaquia ha derivado en otro tipo de toro), han matado los toros de el mítico hierro de la A. Desde Pedro Romero, Pepe-hillo o Costillares, hasta José Antonio Campuzano, Diego Puerta o Ruiz Miguel, pasando por Joselito, Belmonte o Manolete han metido en sus muletas los amplios pitones miureños. Los mismos pitones que han arrebatado la vida a diestros como Pepete, el primero en alcanzar la gloria ante un Miura, en 1862, El Espartero o el propio Manolete.
En Sevilla, un 21 de abril de 1914, cuentan que Belmonte agarró la cepa de un pitón miureño, de nombre Rabicano. Cuando a don Eduardo Miura le comunicaron este hecho, repitió «¡No puede ser! ¡No puede ser!». Lo que sí es cierto es que aquella fue una de las tardes de mayor inspiración del Pasmo de Triana.
El toro de Miura, esa isla Cabrera que se mantiene prácticamente aislada en el mar de la tauromaquia, cuenta con una morfología muy singular. Toros altos, huesudos, con mucha caja, de manos y patas altas, y alto de agujas, cuentan con una amplia gama de capas: desde los cárdenos, castaños o colorados, hasta los sardos, salineros, jirones o berrendos.
Miura es más que una ganadería. Miura representa la bravura, el peligro, la casta y la violencia en el imaginario colectivo, trascendiendo, incluso, a la capa social de los no taurinos. Incluso ha dado nombre a distintos coches Lamborghini, pero eso es otra historia. Miura es, más que una ganadería, taurina leyenda viva.