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El novillero Aarón Palacio, sublime, corta dos orejas en Calanda: Aragón tiene un torero El novillero Aarón Palacio, sublime, corta dos orejas en Calanda: Aragón tiene un torero
Aarón Palacio en el galleo por gaoneras. Sevi

El novillero Aarón Palacio, sublime, corta dos orejas en Calanda: Aragón tiene un torero

El novillero de las Cinco Villas destacó por la calidad, variedad y transmisión de su toreo
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Iván Fabre

Como viene siendo tradicional en la temporada taurina en la provincia de Teruel, la feria programada en la plaza de toros bajoaragonesa de Calanda, con motivo de sus fiestas en honor de la Virgen del Pilar, puso el colofón en cuanto a espectáculos taurinos mayores se refiere. Para la ocasión se programó una corrida de toros mixta, anunciándose en ella el novillero de Biota Aarón Palacio, que regresaba a tierras turolenses tras su destacada actuación el pasado mes de agosto en el coso cellano y que, como viene siendo la tónica habitual de su temporada, acabó en triunfo, aun a pesar del dispar criterio presidencial en la concesión de premios, que impidió en este caso que a sus manos fueran a parar los máximos trofeos de su primer novillo y, al menos, un apéndice del último de la tarde ante la insistente petición del público, a diferencia de la concesión de la primera oreja a Andy Cartagena, que apenas fue solicitada y sí concedida.

El interés máximo del cartel, que a priori recaía en el novillero aragonés, fue confirmado en sus dos actuaciones. Excelso estuvo durante toda la tarde, mostrándose resolutivo, variado en la ejecución de las suertes y con seguridad ante la cara de sus novillos. Firme y convencido en cuanto a los terrenos y distancias que requerían los animales, mostró en todo momento su perfecto entendimiento de la lidia, también en el novillo que cerró plaza, que no mostró el mismo comportamiento que su primero, y que aun a pesar de tener cierta movilidad no se caracterizó por su bravura, lo que le impidió lucirse en el recibo capotero. Una res a la que sometió doblándose por abajo en el inicio de la faena de muleta y que estructuró en los terrenos del sol, aunque ya caída la tarde y con la iluminación artificial, ante la querencia allí mostrada por el animal. Sus conocimientos de la lidia permitieron desarrollar una faena sólida y compacta ante la condición del novillo que amagó con rajarse en varias ocasiones y que así terminaría haciendo. Lo sujetó con habilidad y consiguió desplazarlo por ambos pitones, con la figura erguida y sin apenas moverse del sitio, de forma que los muletazos por ambos pitones resultaron siempre ligados, largos y limpios. Se cruzó al pitón contrario cuando el novillo minoró su desplazamiento y progresivamente consiguió poderle apostando por el toreo de cercanías. El epílogo a la faena vino por unas ajustadas manoletinas que serían fuertemente ovacionadas. La tardanza en doblar del novillo no enfrío al público que pidió los trofeos.

Pero la actuación cumbre de la tarde vino en su primero. Su disposición y buena actitud ya se vislumbró en el saludo capotero al recibirlo rodillas en tierra con una larga cambiada para continuar con un ramillete de buenas y ajustadas verónicas que rematarla con una excelsa media verónica en los medios. Sacó al novillo de la jurisdicción del picador galleando. Se echó en este momento el capote a la espalda, rememorando de esta forma el toreo antiguo y vistoso del primer tercio del siglo XX. Sabor de toreo añejo y de muchos quilates, ayuno en la lidia contemporánea. Ahí quedó la ejecución de unas ceñidas gaoneras al paso.

Tras iniciar la faena con la muleta montada y la rodilla semiflexionada sacando al novillo a los medios y abrochando su prólogo con una trincherilla, tomó la muleta para desarrollar el toreo en redondo. Sin tirones ni enganchones, y con el temple como virtud y nota característica de su labor, fue construyendo una faena sobresaliente, alternando series por ambos pitones, gustándose en todo momento, componiendo la figura y dejando, de este modo, pinceladas de toreo de buen trazo. Cargó la suerte con el compás abierto y consiguió, con cadencia, obtener bellos muletazos que ligados en todo momento transmitieron al tendido. Con la medida justa del tiempo y de las distancias consiguió ligar cada una de ellas, rematándolas de distinta forma, y a su vez, todas ellas en conjunto, construyendo una obra artística de gran valor. Una serie de naturales largos y profundos, rematados por un farol a pies juntos quedará para el recuerdo.

Puso nuevamente rodilla en tierra para ejecutar un pase de pecho y tras el desplante final dejó una estocada de buena ejecución y la petición de los máximos trofeos fue unánime. Mostró arresto y determinación durante toda la lidia lo que fue apreciado por el público calandino, quien se levantó en muchos pasajes de la lidia para ovacionar al joven novillero.

Vistosidad de Andy Cartagena

Por lo demás, decir que al rejoneador benidormí mostró disposición en su lote. Colocó con ajuste varias banderillas en su primero, un animal que tuvo movilidad de salida y que se fue apagando durante el transcurso de la lidia, acusando la falta de fuerzas y que se aquerenciaría por momentos en tablas, optando por echarse antes de entrar a matar. Costó levantarlo, lo que enfrío en cierto modo al respetable. Destacó a lomos de Pintas con el que culminó la faena poniendo tres banderillas cortas. También resultó vistosa su actuación a su segundo, que inició con Cartago, y en el que combinó el toreo a dos pistas con piruetas y levadas, demostrando la buena doma de su cuadra, culminando su labor con un par a dos manos sin cabezada, ante un animal que tampoco terminó de definirse y que ya de inicio había mostrado frialdad en su comportamiento.

Ureña destacó con el capote

De Paco Ureña, que entró en sustitución del lesionado Borja Jiménez, cabe manifestar que igualmente mostró disposición ante un lote que no fue fácil. Demostró su buen manejo del capote, destacando el recibo por verónicas a su primero, así como el quite por delantales que igualmente ejecutó en este mismo toro y que ya había mostrado su deficiente condición en el primer tercio al protestar en el único encuentro con el picador. Su labor con la pañosa a ambos ejemplares se caracterizó por la media altura ante la falta de humillación de los animales.

Palacio, premio “Melocotón”

Posteriormente, y en la sede de la peña taurina calandina, se hizo entrega al novillero Aarón Palacio del premio “Melocotón”, proclamándose triunfador de la tarde.

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