Algunos medios de comunicación se hacen eco, otros no, pero las redes sociales están revolucionadas. El miércoles, a última hora de la tarde, se hicieron públicos unos vídeos de una audiencia pública sobre Ovnis, celebrada en el Congreso de EEUU, y todos alucinamos.
Los que me conocen saben de mi afición, desde que tengo uso de razón, por lo desconocido y por lo que pueda haber más allá de nuestras fronteras terrestres. Los seguidores de los asuntos ufológicos siempre hemos sido marginales, unos frikis con una imaginación desbordante. Sin embargo, hace mucho tiempo que algunas evidencias nos llevaban a pensar que, de verdad, algo estaba pasando en el cielo.
En 2021 los paradigmas cambiaron radicalmente, el gobierno de EEUU reconoció que el fenómeno existe, que decenas de avistamientos por parte del ejército del aire han sido examinadas y que anualmente se destina a una gran cantidad de recursos económicos a la investigación de dichos hechos. Incluso se ha dado nombre oficial a esos objetos voladores no identificados, ahora son 'fenómenos anómalos no identificados' (FANI, por sus siglas en español, o en inglés UAPs, de unidentified anomalous phenomena). A partir de ese momento, hemos estado muy atentos a los acontecimientos, pero ayer fue un día clave porque se dieron unas declaraciones históricas: un antiguo agente de inteligencia afirmó que su gobierno ha rescatado tecnología extraterrestre y restos biológicos NO humanos.
Sea lo que sea esto, las repercusiones a nivel mundial son inmensas. Siempre soñé con vivir este momento, aunque me surjan las dudas y los temores lógicos. Si es cierto, el gobierno de Joe Biden debería dar explicaciones y desclasificar expedientes de forma inmediata. Si no lo es, la maniobra de distracción es tan brutal que deberíamos preguntarnos qué está tramando el gigante de la política geoestratégica.
Esto ya no es cosa de frikis, se ha convertido en un asunto de calado internacional que puede cambiar el concepto del todo lo que hemos conocido hasta ahora. Ríanse ustedes de la pandemia