Ayer fue el día del orgullo rural y hubo celebraciones en varios lugares de la provincia. La idea está bien, contribuye a dignificar a la gente que vive o ha vivido en los pueblos. Sirve, además, para que personas con inquietudes parecidas se junten en actos que se realizan más allá de las ciudades. Y es que aunque esa imagen de paletos a la que nos asociaban ya ha cambiado, sigue habiendo en las ciudades miradas que hacen daño. Para empezar cuando alguien dice que se va a vivir o que se queda en el pueblo siempre hay quien lo asocia con la imagen de perdedor, en vez de pensar en que qué suerte de poder compaginar desarrollo profesional con personal en el entorno donde otros solo podemos pasar las vacaciones.
Esto se debe, creo, al concepto que durante décadas hemos mamado de que las oportunidades estaban en las ciudades. Esto no es así, tenemos una sola vida y hay muchas opciones de disfrutarla o de sufrirla. Y desde luego una buena forma es en un lugar reducido, en contacto con las personas de al lado, aunque sean pocas, y con más tiempo para el ocio, sea solo o en compañía. Porque en la ciudad nos rodea mucha gente, pero ni nos importa ni le importamos.
Estas dosis de orgullo son fundamentales para la gente que vive en los pueblos. En esto cada día se está avanzando y creo que las redes sociales han jugado un papel fundamental. Pero aún queda camino por recorrer.
Las ventajas del pueblo son muchas y no me voy a liar a enumerarlas. Lo que sí me gustaría es que los propios turolenses no vendiéramos mala imagen de nosotros mismos. Sería interesante dejar de pensar que los que pelean entre coches y semáforos tienen un día a día más cómodo. ¿Que pueden ir al cine siempre que quieran? ¿Que tienen el teatro más cerca? Pues hombre, geográficamente sí, pero no les regalan las entradas y, digo yo, que también tendrán que trabajar y atender a los hijos… Eso en cuanto al cine, porque el teatro lo pisa un ínfimo porcentaje de la población, y si te descuidas son los del medio rural que aprovechan cuando van a las grandes ciudades. O en sus propios pueblos, porque la actividad cultural cada vez es mayor.