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Bolligando

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Cruz Aguilar

Bolligar es una palabra que en el Bajo Aragón, al menos en mi pueblo, se usa bastante. La explicación que voy a dar se debe a que varias personas me han preguntado por el significado de bolligar. Mi padre empleaba esta palabra constantemente para referirse a todo aquel que no podía parar quieto, que siempre estaba moviéndose en busca de cosas nuevas. Lo que popularmente se conoce como un culo inquieto. Él bolligó siempre, desde que nació,  porque todos lo daban por muerto y, cuando ya pensaban que no había nada que hacer, alguien dijo: “Mirad, si parece que aún bolliga”. 
Por eso cuando tuve que buscar un nombre para la columna elegí ese porque mi pretensión era –y es– escribir cada semana sobre las cosas que me inquietan, hacerlo desde un punto de vista personal y, a ser posible, con cierto sentido del humor (no siempre, que tampoco es que yo sea la reina de la fiesta). A veces son cosas que no tienen nada que ver con Terue,l aunque la mayoría tratan temas de los pueblos de esta provincia porque es lo que mejor conozco. 
En esta vida hay que bolligar, moverse constantemente,  si uno se queda quieto el polvo del tiempo y el aburrimiento se le va posando encima y crea una costra que, luego, es difícil de quitar. 
En esta sociedad el que se queda parado no solo no avanza (algo obvio) sino que al final es incapaz de moverse de lo aletargado que está. En Teruel no nos hemos movido demasiado a lo largo de la historia y ahora las redes sociales nos lo recuerdan con memes en los que se deja ver nuestro carácter estático. Somos paradicos, pero sentido del humor no nos falta, que algo es algo.
Sin embargo pienso que las cosas están cambiando un poco y que la manifestación de Teruel Existe del pasado 6 de mayo en Zaragoza con el lema Salvemos Teruel removió nuestras conciencias –de momento parece que las de pocos más– y ha sido un punto de inflexión, por lo menos a nivel de concienciar de que algo hay que hacer. Hay quien plantea que mejor nos irían las cosas con un carácter más agresivo. Es posible, pero nuestro ADN es pacífico, aunque en los últimos tiempos no está tan petrificado como los dinosaurios que nos hacen famosos.