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Me viene genial que el artículo de hace un año se titulara Tic-Tac porque justo quería hablar del reloj parado de la plaza del Torico. Ahí sigue, marcando las 2 y 2. Me gusta tanto como me enerva.
Me gusta que se detenga el tiempo, que paremos, que no salgamos corriendo a hacer otra cosa. Que la masa fermente, las alubias hiervan lento y las temperaturas primaverales estén guardadas en una lata mientras cae la lluvia que tanto necesitamos.
Tictac, el tiempo se detiene como en el último minuto de la lavadora, un agujero negro en el que puedes limpiar toda la casa, cocinar un pollo asado y escribir un artículo.
Las dos y dos son eternas. Como cuando el señor de 80 años paga en la caja del supermercado. El tiempo se detiene y el corazón se acelera.
Nos ponemos nerviosas ante la espera sin darnos cuenta de que la trampa de la prisa nos está comiendo la tostada de la vida. Las grandes ciudades exportan urgencia y nosotras las compramos para...¿para qué? ¿para no sentirnos menos? ¿para ser unas modernas?
Vivimos en un oasis de tiempo, podemos ir a andando al trabajo, comer en casa, disfrutar de alguna actividad a media tarde, coger el coche y en 5 minutos estar en plena naturaleza. Hay silencio absoluto a menos de media hora de nuestras casas. Los cielos están limpios y abiertos.
Y todo esto se desprecia de tal manera que estamos dispuestas a regalarlo a cambio de nada, quizá un poco de casito desde fuera.
“Mirad, mirad que tesoro tengo! Te lo regalo...” paisajes infinitos, hermosos, diferentes en los que puedes traer a mil personas a liarla parda por el módico precio de NADA!!
¡Qué buena idea!
La apuesta de que Teruel sea tierra de rodajes me parece que podría ser una buena oportunidad si de verdad eso trajera riqueza a nuestra tierra y a las personas que guardianan el territorio.
Atraer más turismo podría ser una buena oportunidad si de verdad eso significara más bienestar a las habitantes de la provincia pero, no sé yo, si vamos por ese camino.
Que en Teruel se haya parado el tiempo y sigan siendo las dos y dos nos da una ventaja muy importante: ver las consecuencias que ha tenido en otros lugares.
El turismo de masas, traer cada vez más y más gente sin definir con cuidado el público objetivo ha sido mortal para otros territorios, pregunten a las vecinas de Canarias, que se han tirado a las calles para defender su derecho a vivir en “zonas turísticas”.
Y aquí ¿hay alguien al mando? ¿Hay alguien con una visión global del tablero poniendo dirección hacia algún lugar en el que las turolenses podamos vivir y disfrutar de nuestra tierra? ¿Alguien ha definido qué es lo que queremos y, sobre todo, para qué?
¿Queremos que venga más y más gente a utilizar los recursos naturales que tenemos sin respetar todo lo que representan?
Yo no.
Yo abogo por una visión global, a largo plazo, creativa y respetuosa. Donde las personas que habitamos la provincia estemos en el centro y seamos prioridad. Donde se respete toda la inmensidad y peculiaridad de la naturaleza, donde podamos compartir el amor por nuestra tierra sin regalarla al primero que pase y nos guiñe un ojo.
Tictac, las 2 y 2, hora de parar y recalcular la dirección.
Me gusta que se detenga el tiempo, que paremos, que no salgamos corriendo a hacer otra cosa. Que la masa fermente, las alubias hiervan lento y las temperaturas primaverales estén guardadas en una lata mientras cae la lluvia que tanto necesitamos.
Tictac, el tiempo se detiene como en el último minuto de la lavadora, un agujero negro en el que puedes limpiar toda la casa, cocinar un pollo asado y escribir un artículo.
Las dos y dos son eternas. Como cuando el señor de 80 años paga en la caja del supermercado. El tiempo se detiene y el corazón se acelera.
Nos ponemos nerviosas ante la espera sin darnos cuenta de que la trampa de la prisa nos está comiendo la tostada de la vida. Las grandes ciudades exportan urgencia y nosotras las compramos para...¿para qué? ¿para no sentirnos menos? ¿para ser unas modernas?
Vivimos en un oasis de tiempo, podemos ir a andando al trabajo, comer en casa, disfrutar de alguna actividad a media tarde, coger el coche y en 5 minutos estar en plena naturaleza. Hay silencio absoluto a menos de media hora de nuestras casas. Los cielos están limpios y abiertos.
Y todo esto se desprecia de tal manera que estamos dispuestas a regalarlo a cambio de nada, quizá un poco de casito desde fuera.
“Mirad, mirad que tesoro tengo! Te lo regalo...” paisajes infinitos, hermosos, diferentes en los que puedes traer a mil personas a liarla parda por el módico precio de NADA!!
¡Qué buena idea!
La apuesta de que Teruel sea tierra de rodajes me parece que podría ser una buena oportunidad si de verdad eso trajera riqueza a nuestra tierra y a las personas que guardianan el territorio.
Atraer más turismo podría ser una buena oportunidad si de verdad eso significara más bienestar a las habitantes de la provincia pero, no sé yo, si vamos por ese camino.
Que en Teruel se haya parado el tiempo y sigan siendo las dos y dos nos da una ventaja muy importante: ver las consecuencias que ha tenido en otros lugares.
El turismo de masas, traer cada vez más y más gente sin definir con cuidado el público objetivo ha sido mortal para otros territorios, pregunten a las vecinas de Canarias, que se han tirado a las calles para defender su derecho a vivir en “zonas turísticas”.
Y aquí ¿hay alguien al mando? ¿Hay alguien con una visión global del tablero poniendo dirección hacia algún lugar en el que las turolenses podamos vivir y disfrutar de nuestra tierra? ¿Alguien ha definido qué es lo que queremos y, sobre todo, para qué?
¿Queremos que venga más y más gente a utilizar los recursos naturales que tenemos sin respetar todo lo que representan?
Yo no.
Yo abogo por una visión global, a largo plazo, creativa y respetuosa. Donde las personas que habitamos la provincia estemos en el centro y seamos prioridad. Donde se respete toda la inmensidad y peculiaridad de la naturaleza, donde podamos compartir el amor por nuestra tierra sin regalarla al primero que pase y nos guiñe un ojo.
Tictac, las 2 y 2, hora de parar y recalcular la dirección.