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May Serrano
Al releer mi artículo del año pasado con este mismo título me he dado cuenta de que no he cumplido con el no propósito de aprender inglés. Me ha sorprendido mucho que esa fuera una de las cosas que pretendía no hacer en el recien estrenado 24 porque, a día de hoy, llevo 198 días seguidos dedicando una hora al día al writting and speaking.

¡Es increíble!, ¿no? ¡Una no deja de sorprenderse si se empeña! En mi caso, no sé el suyo, el “yo nunca” funciona como una especie de conjuro que me avoca a realizar cualquier acción que pensaba que nunca haría.

Intento, entonces, evitar las polarizaciones tipo “yo nunca o yo siempre” para no caer en hechizos innecesarios y, sobre todo, para tener más opciones.

¡Sí! cambiar de opinión es mi deporte favorito.

Es una maravilla saber que puedo ir del blanco al negro cuando quiera y me da una flexibilidad que no conseguiría con ninguna disciplina de yoga.

La mítica frase de Groucho Marx: “Si no le gustan mis principios, tengo otros” llevada al día a día es un placer maravilloso!

Me da libertad para reinventarme cada día, para cuestionarme, para escuchar otras opiniones, para abandonar el “tengo razón” que tanta soledad crea. 

Este 2025 lo estreno desde aquí y me propongo navegar en esta incertidumbre de no tener ni idea de quién soy. Voy a dejarme sorprender, a ver qué pasa...

¡Qué nervios!

¿Qué va a ser lo próximo que haga o piense?

Ni idea.

Al escribirlo me planteo si esto no será flojera más que libertad, si no me desvaneceré sin etiquetas, ¿cómo voy a presentarme ante alguien? ¡¡sorpresa!! Esta soy hoy pero no prometo volver igual mañana.

También pienso en las explicaciones que voy a tener que dar “pero si tú siempre has sido así” y me imagino contestando con una de mis canciones favoritas “yo no soy esa que tú te imaginas...” de Mari Trini.

Ojalá más gente se dé el permiso de cambiar de opinión, todas menos las que se dedican a la política. Estas se manejan a la perfección en el “donde dije digo digo Diego”. Presentan unos presupuestos para enamorar y al acabar el año no hacen el recuento de lo que NO han hecho, lo peor es que nosotras tampoco lo hacemos y no nos damos cuenta de que en realidad en vez de presupuestos se podían llamar cuentos.

No sabemos bien dónde va el dinero de nuestros impuestos. No tenemos claro cómo analizar los balances ni qué acciones se ponen en marcha y cuales no. Una cosa es cambiar de opinión y otra cosa engañar para que tengamos una buena opinión y dar buena imagen (más conocido en la actualidad como “X whasing” puede ser “Green washing” como lo de las energias renovables o “Pink washing” como lo de poner a una mujer en un panel de conferencias para rellenar el cupo).

Justo ayer vi un video de Greenpeace en el que investigan qué pasa con la ropa que grandes cadenas de Fast Fasion recogen en sus tiendas para volverlas a poner en circulación, ponen un chip de seguimiento en 20 prendas ¿Saben qué pasa? Que las prendas recorren 200.000 km por 4 continentes y la mayoría acaban en Ghana, donde llenan las costas y las dos únicas que se vuelven a España acaban en vertederos. 

Así que igual es el momento de cambiar de opinión y en vez de comprar 20 camisetas en estas grandes cadenas invertir en una buena camiseta creada por alguien cercano a nosotras para garantizar que realmente es sostenible y soprender a nuestro círculo con la etiqueta de “ecologista” sin cuestionarnos si hemos hecho hippies “yo no soy esa que pierde esperanzas, piénsalo ya, no... esa no soy yo”.