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Fracaso Fracaso
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May Serrano
¡Qué bajón al ver el título que me tocaba hoy! Casi tanto como cuando volví a ver la campaña de Jamón Denominación de Origen de Teruel de nuevo en la televisión. Me encantaría ver las métricas de este anuncio que nos llama sosos a la cara y delante de toda España. ¿de verdad está funcionando? Lo pregunto con verdadera curiosidad, sin sorna, con auténtico interés.

En fin, que el tema que nos ocupa esta semana es el fracaso y yo que estoy en plena ola de éxito no tengo ganas de hablar de caídas.

Este mes de octubre he tenido la oportunidad de participar en dos festivales en la provincia de Málaga con mi performance ¡Sí, me quiero! (ya saben esto de casarse con una misma) y he disfrutado muchísimo! En las dos ocasiones ha sido al aire libre, rodeadas de plantas, con una temperatura buenísima y la participación ha sido maravillosa. En total 26 mujeres y un hombre se han casado consigo mismas y yo he sido la maestra de ceremonias.

El domingo volvía conduciendo por medio país pensando en cómo guardar esa satisfacción que estaba sintiendo, cómo hacerla bien grande y poder disfrutarla por todo el cuerpo. Ocho horas dan para mucho así que conseguí dar con la solución: De la misma forma que en el fracaso.

Fácil, sencillo, rápido y ¡sabemos hacerlo! ¿qué más se puede pedir?

Me di cuenta que cuando meto la pata en algo me regalo un sin fin de pensamientos negativos que no tienen otra misión que hacerme la vida más difícil: Qué tonta, podría haberlo hecho de otra manera, mira que no darme cuenta, porqué siempre me pasa a mi, qué mala suerte, vaya mierda de vida, que injusticia, etc. Y así sin solución de continuidad.

¡¡AJÁ!!, me dije, ¡voy a hacer lo mismo pero con lo bien que lo he hecho!

Qué bien que tenía los contactos necesarios para que me contrataran, qué bien que dije que sí, qué bien cuando fijé el presupuesto, pero ¡qué maravilla que tuve en cuenta los gastos de desplazamiento!

Oye, qué bien pensado todo, y lo bien que te has preparado los materiales necesarios. Qué resuelta pidiendo lo que necesitas. Qué suerte con el equipo técnico!! La elección de la música...¡excelente! La conexión con las novias, que suerte de colaboradoras, el vestuario, la violonchelista...

¿Lo han probado alguna vez? Cuesta un poco, ¡te cansas en seguida de darte jabón! Parece que la mente quiere buscar drama y salir del estado de felicidad cuanto antes no vaya a ser que “te lo creas demasiado”. Surgen dudas ¡algo habrás hecho mal!

Pero nada, yo empeñada en ratificar mi doble éxito, volviendo a repasar cada paso bien dado. Si podemos permanecer un buen rato pensando mal de nosotras ¿por qué no podemos dedicar el mismo tiempo a ratificar lo que hemos hecho bien? ¿por qué nos cuesta tanto darnos crédito, ponernos en valor?

Celebrar el éxito, nombrarlo, darle espacio, compartirlo con la gente que nos rodea... ahora que estoy terminando el artículo me vienen pensamientos  limitantes: ¿qué necesidad tienes de escribir esto? ¿qué va a pensar la gente? ¿estás muy subidita, no? 

Me doy cuenta y cambio de carrete: ¡Celebren conmigo las cosas que hacemos bien! ¡Cuéntenme sus éxitos! Compartan conmigo esta alegría que siento en este momento.