A Rivales, disponible en Disney+, le bastan diez segundos para mostrar el trasero desnudo de uno de sus protagonistas ocupando toda la pantalla del televisor. Un polvo rápido en el baño de un avión —a ritmo del Addicted to Love de Robert Palmer— es la carta de presentación de una serie que promete convertirse en nuestro culebrón favorito de la temporada.
Remy de Gourmont, uno de los novelistas más representativos del simbolismo francés, decía que “de todas las aberraciones sexuales, la más singular tal vez sea la castidad”. Los personajes de Rivales parecen seguir la máxima al dedillo; sin embargo, no estamos ante un simple divertimento lúbrico para nostálgicos de Cincuenta sombras de Grey o groupies de Megan Maxwell. La serie es un espectáculo alegre y desenfadado que sortea con éxito la fina línea que separa la telenovela chusca del esforzado drama británico centrado en la lujuria y la ambición.
Retorno al exceso y la locura de los 80
Ambientada en 1986, en los últimos años de la era Thatcher, la serie narra el enfrentamiento entre Rupert Campbell-Black (Alex Hassell), playboy convertido en diputado del partido conservador, y Lord Tony Baddingham (David Tennant), un magnate de los medios y dueño de la cadena de tv Corinium, que desprecia la vanidad y el orgullo de casta del político. En medio del conflicto, aparece la estrella del periodismo Declan O’Hara (Aidan Turner), el último fichaje de Baddingham para su canal, dispuesto a hacer cualquier cosa por liderar el prime time de Reino Unido.
Rivales retrata el cambio radical de la televisión británica con la llegada de las cadenas independientes. A su alrededor, se despliega un mundo frívolo y excesivo donde se mezclan las sesiones de caza con las fiestas opulentas e, incluso, un orgiástico partido de tenis en cueros. Sumen la rigidez aristocrática de Downtown Abbey con el petardeo de la mítica Dallas y añadan a la ecuación unos cuantos desnudos frontales, una estética hortera y una banda sonora repleta de hits ochenteros que harán las delicias de los fans de Kiss FM.
Sin duda, uno de los aspectos más relevantes de la serie es el tratamiento desinhibido y caricaturesco que se hace del sexo, y que ayuda a definir ese mundo de alianzas, rivalidades, romances imposibles e infidelidades. En ese sentido, llama la atención la fogosidad de la que hacen gala sus personajes, un rasgo nada acorde con la supuesta frialdad que se les supone a los británicos. Recuerden la brillante línea de diálogo de La vida privada de Sherlock Holmes, la obra maestra de Billy Wilder, donde el popular detective se excusaba diciendo “soy inglés. Si hay algo más deplorable que nuestra cocina es, precisamente, nuestro comportamiento en el amor”. Por suerte, ahí están Enrique VIII y sus seis desdichadas esposas, Hugh Grant o el mismísimo James Bond para llevarle la contraria al director de El apartamento.
No obstante, a pesar de su ligereza, Rivales esconde una lectura crítica en torno al machismo imperante en la sociedad de la época. Cuestiones graves como el racismo, la homofobia o el abuso sexual —hay una escena de violación en el quinto capítulo— también son parte del argumento de esta primera temporada. Pero no se asusten, por encima de todo, la serie es un desacomplejado entretenimiento que apuesta por la carnalidad y el sentido del humor más travieso y provocador. Y es que nadie se resiste a ver a un puñado de hijos de la Gran Bretaña, borrachos hasta las trancas, bailando los pajaritos como si estuvieran en Benidorm.
Definitivamente, esta sí es my cup of tea.