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Viendo el último estreno de Movistar Plus+, uno se da cuenta de que la historia de nuestro país nos persigue. En La vida breve, pasado y presente se dan la mano sin importar los tres siglos que separan los reinados de Felipe V y Juan Carlos I. Uno fue el primer Borbón en ocupar el trono español, el otro, el penúltimo; los dos abdicaron en favor de sus hijos y optaron por el destierro, y en ambos casos, fueron hombres con un apetito sexual difícil de saciar. Tal vez por ello, Felipe V fue conocido con el sobrenombre de el Animoso y, si hacemos caso de la crónica rosa, nuestro rey emérito tampoco ha ido falto de ánimo.
La serie narra la peripecia de Luis I, el monarca con el reinado más corto de la historia de España. Tras apenas seis meses al frente de la Corona, el joven rey murió a causa de la viruela, circunstancia que obligó al padre a retomar sus funciones y prolongarlas hasta el día su muerte.
Las locuras de palacio
Los guionistas Cristóbal Garrido y Adolfo Valor ya habían viajado al pasado reciente de nuestro país —finales de los ochenta, principios de los noventa— con su anterior serie, Reyes de la noche. Allí contaban la historia de dos periodistas deportivos enfrentados por conseguir el favor de la audiencia radiofónica; una disputa que recordaba a la que mantuvieron durante años José María García y José Ramón de la Morena a través de las ondas. En La vida Breve, sus creadores se atreven con una comedia de época que es capaz de dialogar con nuestro presente, sin dejar de ser escrupulosamente fiel a la realidad histórica. A ello contribuyen un diseño de producción y un vestuario apabullantes, así como el rodaje en localizaciones reales de la Comunidad de Madrid y Segovia, que transportan al espectador a la Corte española del siglo XVIII.
Estamos ante un pasaje de nuestra historia desconocido para la gran mayoría del público. Felipe V (Javier Gutiérrez) es un rey abatido por su enfermedad mental, que cree ver ranas donde no las hay, y se siente incapaz de soportar por más tiempo el peso de la Corona. A su lado, Isabel de Farnesio (Leonor Watling), la segunda esposa del monarca, es una mujer inteligente y ambiciosa que la serie reivindica como pieza clave en el reinado de su marido. Por su parte, Luis I (Carlos Scholz) cuenta con 16 años cuando sube al trono, un muchacho inocente y bobalicón que demuestra ser tan ignorante en las cuestiones políticas como en las artes amatorias. A las intrigas palaciegas se suma el intento del joven rey por ganarse el favor de su esposa Luisa de Orleans (Alicia Armenteros), un espíritu libre que no se dejará doblegar por la encorsetada vida cortesana. Salvaje y rebelde, es la oveja negra que envían los franceses hasta España para casarse con el heredero de los Borbones, siendo ambos primos segundos.
En los seis capítulos que componen La vida breve conviven el humor castizo con el diálogo ingenioso, la escatología e, incluso, un sutil coqueteo con el elemento fantástico —el primer (y torpe) orgasmo de Luis o su enamoramiento al ver a su futura esposa que le lleva a despegar los pies del suelo—. En todo momento, la serie sabe conjugar la sofisticación de la puesta en escena de La favorita de Yorgos Lanthimos con la (liberadora) comedia chusca de títulos como Los visitantes no nacieron ayer.
Crítica social, canciones pop y fastuosos pelucones, todo tiene cabida en La vida breve, una serie que disfrutarán por igual monárquicos y republicanos. Después de todo, nada une tanto a los españoles como ver a sus reyes sentados en el trono.